Hyundai Coupé, incombustible...

Puede que no sea el más espectacular (aunque siga concitando miradas) ni el más rápido (aunque mantenga el tipo con autoridad) de los coupés compactos, que tanto proliferan últimamente en los catálogos de los diversos fabricantes. La cura de rejuvenecimiento a la que Hyundai acaba de someter a "su" Coupé, convertido ya en todo un clásico en los catálogos del fabricante coreano, le viene de maravilla a un coche capaz de ofrecer sensaciones "de siempre" en un mundo presidido, y sometido, a las implacables leyes electrónicas. Que nadie busque aquí -ni falta que hacen- modernistas exquisiteces de ultimísima hornada. El Hyundai Coupé no te conduce, hay que conducirlo... y disfrutarlo. Con lo que esto significa de "percepciones" y sin que ello signifique, en modo alguno, que nuestro protagonista obligue a pilotar ... si no se quiere. Con una carrocería cuyos trazos ganan en presencia -y prestancia- por una estética más elegante y perfilada, dadas las modificaciones adoptadas en el frontal (refrigeraciones sobredimensionadas y grupos ópticos agrupados en un solo conjunto), el lateral (más afilado y nuevas llantas de 17 pulgadas) y la zaga (dobles salidas de escape cromadas enmarcando el piloto antiniebla). El interior actualiza también su estética con la utilización de materiales de mayor calidad y, en general, con unas terminaciones más dignas que las empleadas en sus antecesores. La consola central totalmente rediseñada y un cuadro de instrumentos con iluminación en tonos azules, confieren al renovado coupé una innegable sensación de deportividad, por mucho que ciertos indicadores (medidor del par motor, económetro y el voltímetro, de lo más sugestivo por lo retro ) resulten un tanto superfluos, aunque tampoco pasa nada porque estén "ahí". Los asientos delanteros recogen bien el cuerpo y, con el pedalier en aluminio -excelente el repodsapié izquierdo- y el volante de tres radios y aro grueso, la postura de conducción se torna francamente buena... y racing , lo que también ayuda mucho a la "ambientación" de la utilización del coche. La nueva gama del Hyundai Coupé continúa confiando en los motores de gasolina ya conocidos, desde el inicial 1.6 (105 CV) al superior 2.7 V6 (165 CV) pasando por la unidad probada: el 2.0 de 143 CV, con caja manual de 5 velocidades. Sin duda la versión más "lógica" y que, sin ser una bomba , sí que se comporta tan dignamente -incluso más- como su interesante cota de potencia deja vislumbrar. Con una sonoridad apreciable, aunque nunca molesta y hasta se diría "sugestiva", el motor sube bien de vueltas -incluso se echa en falta la caja de 6 marchas que sí se monta en el V6- y el coche enlaza con autoridad los trazados revirados. En las curvas de amplio radio, el coupé vira plano, resbalando lo justo para hacernos pensar que lo pilotamos , hasta apoyarse con eficacia y sin, prácticamente, indeseables balanceos de carrocería. Además, ni el ABS ni el ESP resultan especialmente intrusivos, es decir, que "dejan hacer" hasta límites tolerables. Consecuencia: comportamiento ágil -y divertido- para un coche que no le hace ascos a cualesquiera tipo de terrenos, con un aplomo y "maneras" que para sí quisieran algunos modernos "deportivos" que se arrogan tal denominación. Incluso para los clientes que pretendan un comportamiento todavía más deportivo, el fabricante tiene previsto un kit de suspensión (243 euros) con muelles más cortos. Y una práctica curiosidad: Hyundai ofrece, como oferta de lanzamiento, el seguro a todo riesgo durante un año para todas las versiones de la gama. En suma, que el Hyundai Coupé recibe una modernización lo suficientemente significativa para mantenerlo en el ánimo de sus incondicionales durante un puñado de años más -cinco, por lo menos, según el fabricante- sin perder atractivo estético y dinámico y, ya se ha dicho, con un comportamiento rutero de lo más evocador.