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La llamada «deuda de vida» mantuvo una esclavitud encubierta durante décadas Memorias de antiguos esclavos Esclavos huyendo a los estados del norte

Publicado por
León

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Con antecedentes como éstos no es de extrañar que el fantasma de la esclavitud tardara todavía décadas en desaparecer de los territorios estadounidenses. Tras la proclamación de la famosa Acta de Emancipación promulgada por el presidente Abraham Lincoln, el estado de Oklahoma se convierte en el último reducto de la vergüenza, después de liberar a los últimos esclavos dos años después del final oficial. Aun así otras formas de sometimiento, como la llamada «deuda de vida», en la que un sirviente debía pagar con su trabajo el alimento y el techo que le propiciaba su señor, se extendieron hasta casi entrado el siglo XIX. Mucho peor fue el daño perpetrado en el imaginario colectivo, donde el veneno del racismo todavía sigue presente. Ni la lucha por las libertades civiles, ni el hecho de seguir siendo una de las minorías más importantes de EE.UU., sólo superada por los hispanos, han conseguido la verdadera adaptación de los afroamericanos descendientes de los esclavos. Un obstáculo que muchos consideran consecuencia de no haber reconocido oficialmente el papel que la esclavitud jugó en el desarrollo del país. «Es importante, no sólo para los afroamericanos, también para todos los indios, europeos ya asiáticos que sembraron los cimientos de EE.UU. saber de dónde venimos» aseguraba hace poco en una entrevista televisiva el cómico Bill Cosby. Un museo para recordar En este empeño por recuperar su memoria histórica y alejarse de la historia oficial que nunca los tuvo en cuenta, la última iniciativa del colectivo afroamericano es la contrucción de un Museo Nacional de la Esclavitud cerca de la capital del país. Llama la atención que en una ciudad donde se pueden encontrar museos de temas tan diferentes como el holocausto, la armada o el reciente Museo del Espía Moderno, nadie haya conseguido hasta ahora materializar un homenaje a un capítulo tan reciente de la historia estadounidense. «El problema es que muchas personas creen que si erigimos un museo a la esclavitud estamos contribuyendo a fomentar la división racial ya de por sí existente en nuestro país» - se asegura desde la organización que secunda el proyecto desde su página web- «nada más lejos de la realidad, lo que queremos es poner fin a estas tensiones», se advierte en tono tranquilizador. Con un presupuesto oficial de doscientos millones de dólares el centro, que planea su construcción en la localidad de Fredericksburg, pretende ofrecer más de 10.000 documentos históricos relacionados con la esclavitud que ayuden a recordar y, sobre todo, a perdonar, las atrocidades cometidas. FIRMA Por el puerto sureño de Charleston entraron casi la mitad de los esclavos negros en Estados Unidos. Recibieron tratos vejatorios, separación de sus familias, desarraigo, trabajos forzados y hacinamiento en guetos. La economía de plantación extendida en el pujante sur necesitaba mano de obra a raudales. Los negros africanos viajaron engañados u obligados. Existen testimonios que narran lo atroz del comportamiento de muchos blancos hacia una «raza inferior» a la que consideraban exclusivamente un elemento más de la herramienta agrícola. También algún curioso ardid de la comunidad negra para eludir la privación de libertad y buscar el ansiado norte. Uno de ellos fue, a través de la canción popular, incluir en sus estrofas el camino a seguir hacia la libertad en caso de fuga guiándose por las estrellas, un verdadero croquis agachado en un cancionero que fue descubierto por el folclorista H. B. Parks. 1397124194 La guerra resolvió dos cuestiones fundamentales que habían dividido a Estados Unidos desde 1776: puso fin a la esclavitud, que fue completamente abolida por la Enmienda 13 de la Constitución en 1865; y decidió que Estados Unidos era una sola nación indivisible. Después de cuatro amargos años de guerra, se conservó la Unión y se liberó a los esclavos. Para los negros fue una lucha larga y penosa en busca de la igualdad. Muchos se trasladaron a las ciudades del norte.