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León

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|||| La Casa de la Juventud funcionaba como centro de actividades culturales, sociales y educativas desde 1982, cuando el Ayuntamiento de Copenhague aceptó cedérsela en usufructo, que no en propiedad, a varias organizaciones juveniles que habían dado continuidad a su rico pasado histórico. El Ungdomshunset no era por tanto una casa okupa, sino un lugar público de esparcimiento para cientos de personas que la frecuentaban a diario, atraídas por su efervescencia y por su carácter emblemático. El edificio fue durante décadas la sede del movimiento obrero danés y el lugar que cobijó el primer mitin de Lenin a los trabajadores de Dinamarca, en pleno auge de la lucha de clases en la Europa de principios del siglo XX. Allí se proclamó el Día Internacional de la Mujer Trabajadora el 8 de marzo de 1910, una jornada que se conmemoró el pasado jueves en España, 97 años después. En el inmenso inmueble de ladrillo rojo y tejados negros nació también el embrión de la resistencia danesa contra la ocupación nazi, y en una de sus habitaciones ondeaba hasta el lunes una bandera republicana, en homenaje a los 500 brigadistas daneses que combatieron en la Guerra Civil española contra el fascismo franquista. El principio del fin de la Casa de la Juventud lo fijó el propio Ayuntamiento en 1999, cuando, sin razón aparente, decidió poner el inmueble a la venta. Sus ocupantes respondieron colgando de la fachada una inmensa pancarta con la que pretendían ahuyentar a los compradores: «Se vende, incluyendo a 500 psicópatas violentos, autónomos y lanzapiedras salidos del infierno». Especulación Una sociedad intermediaria se hizo en el 2001 con el edificio, que pasó luego manos de la asociación ultracatólica Faderhuset (Casa del Padre), cuando ésta adquirió las acciones de aquella compañía. Para muchos fue una doble traición: el símbolo de la lucha por un modo de vida igualitario, libre y democrático no sólo era objeto de especulación capitalista, sino que pertenecía al enemigo, una secta que postula la Biblia como único libro de texto en las escuelas y cuya líder, Ruth Evensen, asegura que puede ver a Dios. La semilla estaba sembrada, y sólo hizo falta que un juez ordenara el desalojo para que estallara la rebelión, posicionando a la sociedad danesa en un fenómeno parecido al del «No a la guerra», cuando España aprobó el envío de tropas a Irak. El famoseo y la intelectualidad danesas cerraron entonces filas en torno al Ungdomshunset, mostrando camisetas y pegatinas alegóricas durante la gala de los Danish Music Awards, celebrada el pasado sábado en plenos disturbios. «Muchas de las instituciones y de los productos culturales de los que nuestra ciudad hoy se beneficia tienen en cierto modo sus raíces en la Ungdomshuset», advierte Line Barford, una de las seis diputadas que el partido Alianza Roja y Verde tiene en el Parlamento danés. La formación acusa a la alcaldesa, la socialdemócrata y ex comisaria europea de Medio Ambiente Ritt Bjerregaard, de apoyar la intención del Gobierno del liberal Anders Fogh Rasmussen de erradicar cualquier atisbo de contestación social que asome la cabeza en el país. «Desde a subida deste Goberno ao poder no 2001 estase vendo un xiro conservador evidente e un ataque contra os movementos alternativos de esquerda», sostiene Anxo Lamela, quien aventura que la demolición de la Casa de la Juventud tiene mucho que ver con la presión que sufre Christiania, la comuna hippy fundada en 1971 en pleno corazón de la capital con el beneplácito del Estado, y que ha sido símbolo de los movimientos alternativos europeos gracias a un sistema de autogestión modélico y eficaz. Entrando en la UE Un gran cartel a la salida del barrio advierte al visitante de que si deja Christiania estará cruzando una frontera espiritual que le meterá de lleno en la Unión Europea. Y lo cierto es que muchos de quienes frecuentan la zona, y que acudían también al Ungdomshunset, lo sienten exactamente así cuando abandonan la zona, tras pasar la noche en alguno de sus locales (no sirven alcohol) o asistir a alguno de los conciertos que se organizan (hace nada tocaron allí los Red Hot Chili Peppers, y dentro de poco lo hará Patti Smith). Golosina para constructores Los 600 adultos y 200 menores que habitan en la comunidad sufren el constante acoso de las redadas policiales bajo la excusa de poner coto al trapicheo de drogas blandas, pero a nadie se le escapa que existen motivaciones más espurias. Christiania se levanta sobre 22 hectáreas de terreno público en una zona próxima al Parlamento y a Nyhavn, el barrio chic de la capital. Una golosina para los especuladores. El martes pasado, las calles de Norrebro, el barrio que alberga la Casa de la Juventud, estaban tomadas por un ejército de antidisturbios armados como marines que impedían, con tajante amabilidad, el acceso a las calles colindantes al edificio ya en ruinas. En el cruce de las calles Norrebrograde y Jagtvej, junto a un semáforo y a menos de un centenar de metros de la única fachada del edificio que aún quedaba en pie, varios jóvenes seguían colocando flores, velas y mensajes reivindicativos. Mientras recorta un ramo de tulipanes amarillos recién sacados de un cubo con agua, Bettina Kjaer, una de aquellas estudiantes, de la especialidad de Químicas y que tiene 21 años, reconoce que no era de las más asiduas de la Casa, pero explica que lo más importante era su significado. ¿Y qué significa? «La libertad, supongo».