Así era la vida en el «Sea Diamond»
Un periodista de Diario de León hizo la ruta que cubría el trasatlántico hundido hace unos días en las costas griegas. Este es el relato de unas vacaciones que en principio pretendían ser tranquilas y resultaron, cuando menos, sorprendentes.
as agencias de viajes tienen grandes problemas cuando se trata de algunos cruceros en determinados países. Este el es caso de Grecia. Contratar un crucero por el Egeo puede llegar a resultar un quebradero de cabeza. La razón es sencilla: la organización de estos cruceros depende de monopolios de las mayoristas griegas. Desde España hay que contactar con Grecotur. Tienen una oficina cerca en Madrid y atienden por teléfono o página web. Si acude a su agencia de viajes habitual, ésta a la vez tiene que hacer la solicitud a una mayorista española que además la tramita a una mayorista griega, que al final es la que asigna el crucero solicitado. Una vez en el puerto de El Pireo, se puede encontrar con la penúltima sorpresa al ver que está en la fila del embarque del buque contratado y le viene un oficial de la compañía diciéndole que el suyo es otro. La diferencia puede ser de 50 metros de eslora, varios miles de toneladas de peso bruto, tres o cuatro cubiertas más o menos, y 40 años de antigüedad de la embarcación. Por no contar con la velocidad, que a veces varía hasta cinco nudos y que provoca que haya barcos que siempre parten de los lugares visitados una hora más tarde y llegan al siguiente destino una hora antes. La respuesta de la compañía es siempre la misma (incluso tras protestar a la vuelta por escrito): «Usted lo que contrata es un crucero con una serie de servicios, entre los que se encuentra un tipo de camarote, y nosotros le ponemos el barco que en su momento nos parece». Una vez en el barco, tras facturar el equipaje que más tarde dejarán dentro de la cabina, la vida a bordo es placentera y tranquila. Suelen agobiar bastante en la reunión de seguridad: su bote salvavidas es el 8, su zona de desembarque la cubierta 4, su chaleco salvavidas se coloca de tal manera... consejos que parecen consejos de más hasta que se comprueba (el Sea Diamond se hundió frente a Santorini hace una semana) que no es así. Luego viene la de promoción y excursiones. Cuando usted llega al barco le entregan una tarjeta magnética. Sirve para los gastos a bordo (bebidas en las comidas y todo lo lúdico que requieras, amén de excursiones y la consabida propina, una especie de impuesto revolucionario a razón de 8 euros por persona y día para que los trabajadores estén contentos a cuenta de los clientes y no de su propia empresa). La tarjeta se puede provenir de dinero en efectivo o cubrir con tarjeta. Un bañito al sol en la piscina de la cubierta más alta, un bufé que valorando la escena es muy aceptable y variado y cuando se quiera dar cuenta estará en Mykonos. De vuelta a barco la cena espera, puede visitar un pequeño casino, la actuación de turno seguida de sesión discoteca, tomar algo en un pub un poco más tranquilo o dar un paseo por cubierta. Diana a las seis de la mañana para desayunar en cubierta mientras usted entra en el puerto turco de Kusadasi. Almuerzo en el barco y visita de poco más de tres horas hasta Patmos. Segunda noche navegando y otro madrugón para ver Rodas. Más de 17 kilómetros de murallas, repartidas en cuatro anillos, le dan un aire señorial a esta ciudad antigua, medieval, histórica... habría muchas formas de llamar a Rodas, famosa por su Coloso, del que apenas queda la leyenda. Tras una jornada completa en Rodas, se reanuda la marcha con la cena del capitán, una excusa muy tonta para hacerle vestir de persona y comprar una foto con alguien a quien no conoce, que por supuesto te vende a 12 euros la propia organización del barco. Cuarto día: Creta-Heraclion La falta de tiempo en la isla más grande de Grecia (apenas 5 horas) provoca que lo más aconsejable sea dar una vuelta por la ciudad por su cuenta. Comida en el barco y sobre las 3 de la tarde, a Santorini, sin duda la más bella isla del recorrido. Stronguli o Isla Redonda, se partió en 3 tras la erupción del volcán 1.500 años a. de Cristo. La excursión en Santorini consiste en desembarco en lanchas que conducen al puerto de pescadores. Allí esperan autobuses que tras una serpenteante y mareante carretera te acercan a Ia y posteriormente te dejan en Thira, donde apenas hay tiempo para nada. Hay que dirigirse a la zona de bajada al puerto nuevo, en un teleférico, en burro o a través de un pequeño camino. Los últimos viajeros del Sea Diamond ya no tuvieron ocasión de disfrutar de esta última parte del viaje.