Diario de León

El leonesismo cumple 30 años como movimiento

La última gran manifestación en defensa de la autonomía para León coincide con el trigésimo aniversario de la fundación del Grupo Autonómico Leonés, la organización desde la que se acuñaron las tesis del leonesismo que hoy pervive.

RAMIRO

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JUAN VÁZQUEZ | texto
León

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Coincidiendo con la gran manifestación de la pasada semana se cumplen treinta años desde el nacimiento del leonesismo como movimiento político y social organizado con la creación de grupos como la Agrupación Independiente Leonesa, el Concejo Abierto Leonés y, sobre todo, el Grupo Autonómico Leonés (GAL), un movimiento ciudadano sin adscripción política del que surgieron los cimientos de lo que hoy se ha asentado como un elemento diferenciador del panorama político leonés. En 1977, en la más temprana etapa de la transición democrática y en pleno debate preautonómico, un grupo de gente política y socialmente heterogéneo, aunque en su mayoría procedente de la comunidad universitaria, crean el Grupo Autonómico Leonés (GAL), una formación que no es propiamente política, ya que de hecho nunca concurre a unas elecciones ni lo pretende, y además aglutina a militantes de otras formaciones en principio antagónicas, como el Partido Comunista de España o la conservadora Alianza Popular, en torno al objetivo común de alcanzar la autonomía para la Región Leonesa frente a la opción de su unión a Castilla la Vieja, que entonces nadie defendía aún. Uno de los fundadores de aquel GAL y reconocido ideólogo del leonesismo moderno, el sociólogo David Díez Llamas, ve un reflejo de esta independencia política en el hecho de que su primer presidente, Carlos Llamazares, fuera un militante activo del PCE, y en la rueda de prensa de presentación del grupo compareció con un representante de la alta burguesía leonesa de la época como Marcelino Elosúa hijo. La «trilogía leonesista» Díez Llamas, que por entonces era un joven estudiante de Sociología de 20 años, formaría junto con los aún más jóvenes Luis Herrero Rubinat y Alejandro Valderas -apenas unos adolescentes en 1977- el banco de pensamiento que debería moldear la base ideológica de la que aún hoy se nutre el leonesismo. Tras licenciarse en Sociología por la vizcaína universidad de Deusto -cuna paradójicamente del nacionalismo vasco- David Díez Llamas se doctoró con una tesis centrada en la cuestión leonesa, de la que en 1982 surgió su libro Proceso autonómico leonés , la primera obra de referencia sobre la materia pese a lo austero de su edición. Le siguió en 1992 siguió su segundo libro, La identidad leonesa , éste ya algo más «ambicioso» gracias al apoyo que recibió de Agustín Turiel, entonces presidente socialista de la Diputación y aún hoy diputado nacional del PSOE que pese a su condición siempre se definió como leonesista, al igual que han hecho lo largo de los últimos treinta años muchos representantes destacados de partidos que a nivel nacional dan por cerrado herméticamente el mapa autonómico, entre los que destacan el aún diputado del PP Juan Morano, que durante sus muchos años como independiente centró en la defensa leonesista su oferta política, o el candidato socialista a la alcaldía de León, Francisco Fernández, que no pierde ocasión para reivindicar, cada vez que puede, la segregación leonesa. La base ideológica del leonesismo la completó en 1994 Sentimiento de región , del diputado provincial de la Unión del Pueblo Leonés (UPL) Luis Herrero Rubinat, que completa la trilogía y es quizás la obra más conocida de las tres. Herrero Rubinat, fundador de las Juventudes Leonesistas en 1978 y del propio GAL tres años después, aprecia hoy muchas similitudes entre aquel grupo y la recientemente constituida plataforma Ciudadanos del Reino de León, la responsable de las últimas manifestaciones leonesistas, incluida la que el pasado domingo congregó a unos 10.000 leoneses para reivindicar la autonomía. Entre los elementos comunes entre ambas organizaciones, el actual portavoz de la UPL en la Diputación destaca su gran poder de convocatoria, mucho mayor que el de los partidos nacionales e incluso que los grandes sindicatos, y sobre todo su independencia política, aunque con la perspectiva de treinta años de distancia, Herrero se pregunta si el error de los leonesistas no fue el no haber creado antes un partido político, en vez de un grupo socio-cultural que perseguía influir en los demás partidos, «pero nunca imaginamos que la UCD y el PSOE, después de decir lo que dijeron, iban a unir a León con Castilla», justifica. El caso es que el leonesismo no tuvo ofertas electorales hasta 1983 con el Prepal (con el apoyo del GAL), el Partido Nacionalista Leonés de 1986, o la Izquierda Regionalista Leonesa que en 1985 intentó surgir del PSP de Tierno Galván tras su absorción por el PSOE. Sin embargo, al margen de independientes que enarbolaron el leonesismo, como el hoy diputado del PP Juan Morano, el leonesismo no obtuvo en las urnas una representación digna de tener en cuenta hasta la fundación de la actual UPL a principios de los 90. Herrero recuerda las dificultades que existieron para legalizar el GAL, a pesar de que era un grupo cultural aparentemente inofensivo, «pero con unos objetivos estatutarios que debían resultar muy peligrosos para Martín Villa, que entonces era ministro, y quizás por eso el gobernador civil puso pegas durante seis años a su legalización», comenta. «La legalización del GAL -recuerda Luis Herrero- hay que agradecérsela a una interpelación al ministro del Interior de Andrés Fernández, que era diputado del PSOE por León, aunque el partido lo expulsó, y que sustituyó en el Congreso al fallecido Baldomero Lozano, que era un socialista-leonesista. Además, como parlamentario presentó en el Congreso las enmiendas del GAL a la Ley Orgánica del Estatuto de Castilla y León, que además de David Díez Llamas las habíamos redactado Alejandro Valderas y yo, que de aquella estábamos preparando el examen de Selectividad», recuerda. Las grandes manifestaciones La gran capacidad de movilización del movimiento leonesista es una realidad que periódicamente queda patente desde 1978 y que asusta a los dos grandes partidos nacionales, PP y PSOE, que en muchas ocasiones temen más a su capacidad de respuesta social -sobre todo en fechas próximas a unas elecciones- que a los votos que pueden recibir en las urnas las propuestas regionalistas. La última gran manifestación fue el pasado domingo, con unas 10.000 personas en la calle, pero es que entre las quince mayores movilizaciones ciudadanas en la provincia desde la transición, tan sólo se cuelan junto a las de «León solo» la que en 1996 apoyaron todas las fuerzas sociales y políticas contra el denominado «Protocolo eléctrico» del entonces ministro Josep Piqué, que amenazaba con acabar con la minería del carbón, y quizás, sólo quizás, la del año 2000 en defensa de la fábrica de Antibióticos de León. La primera gran manifestación fue en abril de 1978, ya con miles de asistentes en plena transición, pero le siguieron otras igualmente multitudinarias en el 80 y en el 82 hasta llegar a la del 4 de mayo de 1984 para rechazar el proyecto de autonomía de Castilla y León, con una masa de gente que llenaba simultáneamente la plaza de Guzmán, Ordoño II, Santo Domingo y parte de la actual Gran Vía en la que posiblemente haya sido la mayor manifestación que haya conocido León.

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