LA SEMANA POLÍTICA
Toda coincidencia ya es política
Al igual que en las películas policíacas se repite que «toda declaración será usada en su contra», aquí y ahora ya saben los candidatos que «cualquier coincidencia será interpretada como políticamente interesada». Al primero que se le escuchó la teoría es a Eduardo Zaplana, aunque Rajoy fue más directo: para el presidente del PP es demasiada casualidad que Isabel Pantoja fuera detenida justo horas después de que el presidente del Gobierno estuviera en Marbella. El juez Torres, que ordenó la detención, se confiesa estupefacto. Cuesta creer que el presidente le de órdenes a un juez y que se le diga algo así desde Moncloa: «Espérese a detener a la Pantoja unos días hasta que el jefe baje a Marbella». Otros conspicuos intérpretes de las casualidades relacionan la detención de la tonadillera, que está siendo lapidada en los programas de televisión menos edificantes, con el intento de desviar la atención sobre las listas vascas de ANV y las listas independientes supuestamente tapadera de Batasuna. Por el mismo criterio podría considerarse como sospechosamente coincidente el nacimiento de doña Sofía, la segunda hija de los Príncipes de Asturias, o ese final de la Liga española tan apretado en la cabeza entre Barcelona, Sevilla y Real Madrid. Y tan dramático por la cola entre varios equipos, dos de ellos precisamente vascos, circunstancia que no se debería pasar por alto. Pero al equipo mediático afecto al PP no le ha caído en saco roto la consigna y se escuchan estos días crónicas, en radio y televisión, verdaderamente dignas del Club de la Comedia en el que se entrelaza la operación Malaya, la mayor operación contra la corrupción urbanística, con el proceso vasco: que si Julián Muñoz y Otegui, que si Roca y De Juana Chaos, para terminar con la Pantoja y ANV. La coincidencia de fechas existe en algún caso pero, puestos a sospechar, podrían recriminarle al ex presidente Aznar que haya elegido este momento y no otro para proclamar su cántico al vino, metiendo la conducción de vehículos por medio, hasta soliviantar a las Asociaciones de Víctimas de la Carretera. Por ese criterio Aznar habría pasado a ser otro agente de la distracción programada cuando todo se debió, según el comprensivo socialista Álvaro Cuesta, al «ambiente euforizante de la reunión.» Es una lástima que no exista una réplica en castellano del programa Polonia de TV-3, en el que la sátira política azota sin piedad al Gobierno de la Generalitat, incluidos Maragall y Pujol, y menos a la oposición. Como confiesa su director, Toni Soler, «el mejor personaje que ha dado la política española para la sátira es Acebes». Y lo dice casi lamentando su lejanía, porque es difícil la sátira con un Montilla tan parco en palabras y con un Carod silenciado, sombra de lo que era. Menos mal para el programa que Maragall reaparece a menudo para dar gloria. Toda esta crónica de despropósitos encubre una situación de nervios a flor de piel en los estados mayores de los partidos. Faltan veinte días para que se abran las urnas y en muchas comunidades y ciudades el resultado está en el aire. En Baleares y Navarra, Matas y Miguel Sanz lo tienen difícil, a diferencia de Murcia, Rioja, Valencia y Madrid, donde se espera continuidad de los populares. Y en Aragón, de los socialistas. Complicaciones para el socialista Areces en Asturias porque los indicadores de la Comunidad son de los más negativos de España, especialmente en el empleo de los jóvenes. Asturias es la única comunidad que pierde población: 40.000 personas en el período en que España ha ganado cuatro millones. En Extremadura y Castilla- La Mancha los socialistas esperan ganar, pero han jubilado a dos históricos, Rodríguez Ibarra y Bono, y sus herederos deben cuajar. El extremeño Guillermo Fernández Vara, un forense que de joven militó en Nuevas Generaciones, debe andar apurado porque ha aceptado un debate cara a cara en televisión con el popular Carlos Floriano. Barreda, en Toledo, no hará lo mismo con la popular Cospedal porque debatir contra una mujer en televisión es arriesgado, como bien le advirtieron a Sarkozy el otro día en París. Solo esos buenos consejos, que le obligaron a dejar su conocida soberbia en casa, le facilitaron el éxito porque fue la señora Segolène Royal la que se incendió en un pasaje del debate y perdió todo lo que había ganado hasta aquel momento. Por ciudades, las grandes incógnitas son Sevilla, León y Vigo, a pesar del relevo generacional que se produce en algunas capitales como Barcelona. «Yo nací políticamente en el postfranquismo», declara Jordi Hereu, sucesor de Joan Clos, «porque tenía diez años cuando murió el dictador». Pocos confían en que Carmen Alborch gane a Rita Barberá en Valencia, o Miguel Sebastián a Ruiz Gallardón en Madrid, aunque la única encuesta que vale es la de las urnas. La quiniela más difícil, con todo, está en Canarias, porque el Gobierno regional al que optan Paulino Rivero, de Coalición, y López Aguilar, del PSOE, además de Soria, del PP, puede decidirse con otras cartas en la mesa: los Cabildos, auténticos gobiernos insulares, y el Ayuntamiento de Las Palmas, al que optan el ex presidente Jerónimo Saavedra y José Carlos Mauricio, dos históricos de la política canaria. Mauricio quiere impulsar el Gran Las Palmas, al estilo del Gran Bilbao, etc. y convertirla en la capital del Atlántico Sur. Es de los pocos en toda España con visión estratégica.