Francia no se acaba en París
Los habitantes de la pequeña localidad de Argelès-sur-Mer, hastiados y desconfiados, cuentan las razones que los llevaron a las urnas
E stamos hartos!». Es la frase más repetida por los habitantes de Argelès-sur-Mer cuando se les pregunta por la consulta electoral más controvertida de las últimas décadas en Francia. N ada en la tranquila vida de este pequeño enclave costero del sur de Francia refleja lo convulso de la situación política que atraviesan. En Argèles-sur-Mer tan sólo se ven carteles electorales en paneles metálicos situados en contados puntos de la población. Eso y las portadas de periódicos y revistas de los quioscos son los únicos que se hacen eco del período electoral. Sin embargo, la trascendencia de estas elecciones presidenciales se vive con la misma pasión que en la capital parisina. Basta con preguntar qué es lo que esperan de los comicios para que una retahíla de problemas empañen el aire de bienestar que se respira en esta villa volcada en el turismo. «Ahora tenemos muchos problemas. Nuestro poder adquisitivo ha bajado, han bajado las pensiones y cada vez nos retienen más dinero», afirma Jean-Claude Casalta, frutero jubilado y militante del Partido Socialista. Él votará a su cabeza de partido, Ségolène Royal, por eso, porque es la cabeza de su partido, pero no porque realmente le convenza su discurso. Su hija, Cathy, encargada ahora del negocio familiar, a sus 36 años y con dos hijos muestra mucho más abiertamente su pesar: «¡Es que no hay derecho! Estoy harta de pagar impuestos y que luego repartan el dinero en ayudas sociales. Yo no recibo nada». Asegura que son muchos los jóvenes que piensan como ella, jóvenes que en las anteriores elecciones del 2002 decidieron dar su voto al ultraderechista Le Pen. «Son jóvenes sin trabajo, que están en paro y quieren que se cierren las fronteras. La inmigración es un problema, porque no hay trabajo y los salarios son bajos». Precisamente Zohra, de 43 años, y sus hijas veinteañeras de origen argelino son unas de esas inmigrantes. Inmigrantes que llevan toda su vida en Francia. Zohra es bibliotecaria y ahora se encuentra en paro al igual que una de sus hijas. Para ellas el principal problema es la falta de vivienda a precios asequibles, porque « los alquileres son muy caros». Están convencidas de que han empeorado mucho las cosas en los últimos años por culpa de una mala gestión de los políticos: «Los candidatos a la Presidencia no hacen más que pelearse entre ellos, prometen y prometen, por eso no confiamos en ninguno de ellos». A pesar de eso, todas ejercieron su derecho al voto. Y es que creen que es la única manera de que la situación cambie. De la misma opinión es Wendolin, que está en el último curso de bachillerato: «los políticos hablan mucho, estoy esperando a ver los resultados». Ella vota por primera vez y su candidato en la primera vuelta fue el centrista Bayrou, esperanzada en que el « nuevo» hiciese avanzar las cosas por el buen camino. Por el contrario, para el joven matrimonio Florit, padres de dos niños pequeños, su opción es el político de derechas Nicolás Sarkozy, «porque es necesaria una reforma del país y Sarkozy parece más reformista y riguroso de lo que lo fue Chirac». Mucho más escéptica es Nina, de 23 años, que no duda en que todos los políticos son corruptos y las leyes que promulgan no sirven de nada. Cree que los medios de comunicación han jugado un papel fundamental en hacer de los inmigrantes los culpables de los males de Francia, pero «realmente no estamos peor que antes». De derechas o de izquierdas, la mayor parte de los habitantes de la localidad acudieron a las urnas. Los llamados ciudadanos de provincias también quisieron hacer oír su voz. SITUACIÓN Al sur de la costa este francesa, en los Pirineos orientales POBLACIÓN 10.000 habitantes MEDIO DE VIDA El principal medio de vida de la localidad es el turismo estival y de los pensionistas que deciden pasar su jubilación en sus playas. RESULTADOS DE LA PRIMERA VUELTA EN EL DEPARTAMENTO DE LOS PIRINEOS ORIENTALES Nicolas Sarkozy Ségolène Royal