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Indiana Jones existe en la vida real

Los arqueólogos más famosos del mundo llevan años trabajando para descubrir los restos de personajes históricos, pero la más deseada es la de Alejandro Magno

Publicado por
ENRIQUE CLEMENTE | texto
León

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H ace unos días, Ehud Netzer, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, anunció que había descubierto la tumba de Herodes. Casi al mismo tiempo Zahi Hawass, el todopoderoso director del Consejo Superior de Antigüedades de Egipto, aseguraba que ha encontrado el lugar donde están enterrados Cleopatra y Marco Antonio. Dos meses antes se estrenaba un polémico documental producido por James Cameron, en el que se da cuenta del supuesto hallazgo de la tumba en la que estarían los restos de Jesús, María Magdalena y su supuesto hijo. La pasión por descubrir tumbas de personajes famosos se ha desatado. Pero el principal objeto de deseo de los arqueólogos es localizar la de Alejandro Magno, el mítico semidiós macedonio. ¿Tienen algo que ver estos científicos con el Indiana Jones cinematográfico que buscaba el arca perdida? « Algo tenemos que ver con ese personaje, pero no mucho, las excavaciones duran sólo seis semanas y el resto del tiempo nos lo pasamos investigando y estudiando en la biblioteca, traduciendo las inscripciones y tratando de fechar los objetos que hemos encontrado», asegura José Manuel Galán, uno de los arqueólogo españoles más destacados, director del proyecto Djehuty en Luxor (Egipto). Zahi Hawass es un arqueólogo mundialmente famoso, mediático, apasionado, infatigable, obstinado y polémico. Está convencido de que un templo situado a 60 kilómetros de Alejandría alberga los restos de dos amantes míticos, Cleopatra y Marco Antonio, que no eran tan guapos como Elizabeth Taylor y Richard Burton en la célebre película de Joseph L. Mankiewicz, según atestigua una moneda que se halló recientemente. «Va a ser uno de los mayores descubrimientos de los últimos tiempos», asegura Hawass. De confirmarse, rivalizaría con el de la tumba del faraón niño Tutankamón por el británico Howard Carter en 1922. Pero su anuncio no se queda ahí: ha localizado también la momia de la faraona Hatshepsut y va a desvelar el secreto de la Gran Pirámide. Su sueño es hallar un día la tumba de la bella Nefertiti. Numerosos científicos piden cautela ante estos anuncios. «En arqueología hasta que no encuentras algo puedes estar a punto de cualquier cosa», resume Galán ese escepticismo. Donde existe un consenso general entre los expertos es en desacreditar el supuesto hallazgo del sepulcro de Jesús y su familia en el barrio de Talpiot (Jerusalén). Si fuera cierto, refutaría la creencia cristiana de la ascensión de Jesús a los cielos. El arqueólogo que examinó por primera vez la cripta en 1980, Amos Kloner, asegura que no existen pruebas y es sólo una operación comercial. Pese a que el director de Titanic asegura que es «la noticia arqueológica más importante del siglo», Galán dice tajante que «para los científicos carece de valor». Nada que ver con el trabajo serio y riguroso de Netzer, que después de 35 años de excavaciones e investigaciones ha resuelto un misterio que duraba más de dos milenios. «Descubrimos que la tumba del llamado gran rey judío está situada en el Herodium construido por Herodes, a doce kilómetros al sur de Jerusalén», anunciaba el profesor. El sarcófago del rey de Judea, nacido el año 72 antes de Cristo, un tirano muy cruel, considerado el mayor constructor de la historia hebrea, al que el Evangelio de san Mateo atribuye sin base científica la matanza de los inocentes, estaba hecha pedazos. Había sido destrozado por la ira de los judíos, entre los años 66 y 72, que lo odiaban porque lo consideraban una marioneta de los romanos. Aún queda mucho por descubrir. Según Hawass, sólo se han encontrado el 30% de los tesoros que esconde Egipto. Galán recuerda que hace años se hallaron unos colosos de Ramsés II a pocos centímetros del suelo que pisan cientos de turistas. Los Indiana Jones de verdad están dispuestos a descubrirlos.

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