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León

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El bioetanol y el biodiésel, pensados para sustituir a la gasolina y al gasóleo, son combustibles de origen vegetal. Su utilización emite prácticamente el mismo CO 2 que los automóviles con carburantes convencionales, aunque con un par de sustanciales ventajas ecológicas: reducen la dependencia del petróleo y las plantas en las que se producen absorben CO 2 durante el crecimiento de los cultivos. El balance global de los biocombustibles resulta mucho más interesante que el de los carburantes de origen fósil. Comparado con un motor de gasolina tradicional, la reducción de emisiones de CO 2 , según la fuente vegetal empleada, llega a alcanzar el 70% en el caso del bioetanol y del 20% en el de los biodiesel y diesel. Además, la utilización de recursos locales en la producción de biocombustibles permite también limitar las emisiones de CO 2 ligadas al transporte -marítimo o terrestre- de los carburantes hacia las plantas de distribución. Bioetanol: Se obtiene a partir de la fermentación y destilación de recursos de origen vegetal; trigo o remolacha en Europa, caña de azúcar en Brasil, maíz en Estados Unidos. Se mezcla con la gasolina en diferentes proporciones: E5 (5%), E10 (10%) y E85 (85%). Biodiesel: Es un éster metílico de aceite vegetal, que se hace reaccionar con metanol y se obtiene a partir de las plantas oleaginosas; colza y girasol en Europa, soja o palma en otras regiones del mundo. El biodiesel se mezcla con el gasóleo en una proporción del 30%, de ahí su denominación B30.