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Toyota Auris, equilibrada respuesta nipona

Destinado a competir en el concurrido segmento de compactos, el Auris, que viene a sustituir al longevo Corolla, se presenta como un coche equilibrado, con un generoso habitáculo y un homogéneo comportamiento dinámico

Publicado por
JAVIER FERNÁNDEZ | texto
León

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Polivalente compacto, un segmento en el que -parece- todo está inventado... o no tanto. Sofisticación y calidad, esos son los mimbres con los que los estilistas e ingenieros de Toyota han elaborado el Auris, destinado a competir en uno de los segmentos más correosos del mercado europeo... español incluido. La habitabilidad interior, junto con unas mecánicas capaces de mover con soltura, y sin complicaciones, las tres o cinco puertas de nuestro protagonista, son las mejores bazas que juega el fabricante nipón con la puesta en escena del Auris. Sin superfluas estridencias estéticas, más encaminado a la practicidad que a los juegos florales , el desarrollo interior ofrece amplitud y confortabilidad, con una consola central ligeramente convexa, se diría «en puente» por lo diáfano de su zona inferior y con, sobre todo, la palanca de cambio situada en todo lo alto de una estructura que, por configuración, podría recordar a la filosofía monovolumen, con lo que la consola central se convierte en la protagonista indiscutible de un interiorismo que, eso además, ofrece una buena postura de conducción, una buena distribución de los mandos y unos asientos que, sobre todo en el respaldo, sujetan bien el cuerpo. Incluso la supuesta complejidad del guiado de la palanca de cambio -por la peculiar consola- lejos de suponer un problema acaba por aliarse con el fabricante en la oferta de unos engranados de las marchas que pueden calificarse de impecables; máxime porque la palanca, por su alta ubicación, cae perfectamente a la mano, un aspecto que tampoco abunda en la mayoría de las propuestas que últimamente se lanzan al mercado. También la pronunciada inclinación del parabrisas confiere al habitáculo del Auris una evidente sensación de amplitud, mientras los ocupantes de las plazas traseras disfrutarán de un suelo totalmente plano, sin el intrusivo túnel central, lo que sin duda agradecerá el ocupante de la plaza central, que obviará así la necesidad de viajar con las piernas separadas a ambos lados del túnel. Se trata de otra herencia monovolumen -una más- que viene a unirse a la doble guantera frontal, al cajón bajo el asiento delantero o al más habitual apoyabrazos central delantero -quizá un pelín demasiado intrusivo para el codo- cuya tapa esconde un apreciable compartimento portaobjetos. No es que Toyota haya pretendido una modularidad específica para el Auris, es lógico pensar que esa se reserva -como también la ha tenido el Corolla- para un futuro Auris Verso. Las «sensaciones» son otras de las bazas que juega nuestro protagonista. Todo indica que el fabricante nipón haya buscado -y encontrado- un remarcable compromiso entre confort y dinamismo, en el sentido de ofrecer unos tarados de suspensión tan firmes como agradables, sin durezas extremas, tampoco con un comportamiento de carreras , aunque con el aplomo necesario -el coche vira bien plano- como para abordar sin complejos todo tipo de trazados, desde los menos complicados de autovía a los más complejos de las curvas enlazadas con, en su condición de «todo delante», una ligera tendencia al subviraje (deslizamiento de morro) cuando se apuran demasiado las trazadas, aunque con sólo «aflojar» un poco la presión sobre el pedal del gas se conseguirá, sin mayor esfuerzo ni mayores complicaciones, recuperar perfectamente la trazada. Un leve pitido nos alerta de la entrada «en servicio» del control de estabilidad, que se ofrece de serie. Tampoco es que el ESP resulte demasiado intrusivo ni que entre sin más ni más a al primer resbalón . Los frenos cumplen bien (por mucho que el tacto del pedal resulte algo largo) y la dirección, con asistencia eléctrica, tampoco pone de manifiesto el blandiblú de aquellas primeras ediciones de ese tipo de tecnología. En el capítulo práctico especial mención a un maletero que ofrece unos panorámicos 390 litros de capacidad -de los más generosos del segmento-, a la llave electrónica (sólo hace falta aproximarla a la manilla) y al arranque por botón, una solución que hasta hace «nada» solamente ofrecían modelos de segmentos superiores y que viene a poner la guinda a un completo equipamiento de serie, donde se cuentan elementos como el airbag de rodillas para el conductor y que viene a sumarse a los ya habituales y hasta se diría «imprescindibles» frontales, laterales y de cortina (hasta 9 en total). Eso sí, habrá que conformarse con una rueda de repuesto que los fabricantes denominan pomposamente «temporal de uso limitado»... la dichosa galleta , qué le vamos a hacer. La gama se declina en cuatro acabados: Auris, Luna, Sol y Sport. En el apartado mecánico, el Auris varias posibilidades, desde un puro urbanita (gasolina) 1.4 litros de 97 CV, pasando por otro más ágil gasolina 1.6 de 124 CV hasta, se supone los más «comprables» turbodiesel, cuya expresión más lógica debería ser el 2.0 D-4D de 126 CV, fabricado en aluminio de funcionamiento suave y progresivo, que casi no manifiesta soplido alguno de turbo. Eso, por no hablar de la perla turbodiesel 2.2 D-4D de 177 CV, con caja manual de 6 velocidades y que también puede montar opcionalmente el cambio automático secuencial «Multimodo» de 5 velocidades y con levas en el volante. Práctico, con capacidad interior y agradables mecánicas, el Auris no defraudará a sus usuarios.