Diario de León

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La casa solariega será restaurada para usos culturales y educativos

El patio con su pozo y los soportales típicamente leoneses

El patio con su pozo y los soportales típicamente leoneses

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La casa solariega de la familia Fernández-Blanco en Hospital de Órbigo también forma parte del legado de la Fundación Sierra-Pambley. La restauración y apertura de la casona como un centro cultural y educativo es uno de sus objetivos para los próximos años. La fundación trabaja con distintas alternativas, entre ellas la posible ubicación de un centro de enseñanza de español para extranjeros del Instituto Cervantes. Según los responsables de la fundación, en el proyecto hay que conjugar el cumplimiento de los fines pedagógicos y educativos de Sierra-Pambley y las opciones de financiación para restaurar la casa. Otro de los requisitos es que sea cual sea el uso definitivo de la casona, «su restauración pasa por respetar la estructura del edificio al cien por cien», reconocen. La casa solariega fue heredada por Francisco Fernández-Blanco y Sierra-Pambley, don Paco, de su padre, Marcos Fernández-Blanco, cuyo escudo jalona la fachada principal de esta vivienda del siglo XVIII. Las balconadas de la fachada principal y las portalinadas típicamente leonesas del patio empedrado al que asoma la galería y algunas de las dependencias de la vivienda dan al edificio una armonía arquitectónica exterior que se complementa con la rica distribución interna y el mobiliario de época que aún conserva. En la parte baja de la casa se encuentran la despensa, las cocheras, la cocina, con su hogar y dos grandes fregaderas de cerámica, y la casa del casero, donde hasta hace pocas décadas vivieron los descendientes de un maestro. En la despensa se conservan aún tinajas y otros utensilios para la conservación de los alimentos. Para acceder a la planta noble hay dos escaleras, aunque don Paco siempre subía por la más cercana a las cocinas que desemboca en el que fuera su despacho desde un distribuidor. La casa conserva los salones públicos y privados, los dormitorios e incluso un primitivo retrete instalado en una habitación alargada y estrecha. El salón principal da a la balconada de la calle, desde donde hoy se contempla una plaza y las escuelas públicas de Hospital de Órbigo, construidas sobre terrenos cedidos por la fundación. Don Paco veía la entonces plaza y la huerta desde sus balcones.

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