Diario de León

Carreras por ser los primeros en llegar «Boston, no tenemos problemas»

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Mientras la liber alización se materializa -no entrará en vigor hasta marzo del 2008-, ya han empezado los movimientos para estar los primeros en la pista de salida a la hora de empezar a planear rutas. Para conseguirlo, el sector ha comenzado a reorganizarse. Términos como OPA (oferta pública de adquisición), fusión, concentración empresarial... han ocupado titulares en los medios de comunicación en las últimas semanas. Son el arranque de una serie de reestructuraciones que van a cambiar el mapa conocido de las aerolíneas. También las low cost están al acecho. Entre ellas Ryanair, que ya ha anunciado que en cuanto se materialice la liberación con EE.UU. se plantea empezar a hacer vuelos intercontinentales entre los principales aeropuertos europeos y las más importantes ciudades estadounidenses. Pero la liberalización de los cielos con EE. UU. no gusta a todos. Por ejemplo, la británica British Airways aparece como la gran perjudicada, ya que precisamente el mayor negocio de la compañía eran los vuelos a Norteamérica desde su base en el aeropuerto londinense de Heathrow. También perderán importancia los acuerdos bilaterales entre estados en materia de aviación. El pasado jueves Iberia cumplió 80 años. La fecha coincidió con una reunión de su Consejo de Administración. Entre los temas que estaban en la mesa figuraba la apertura de sus libros para que Texas Pacific Group (TPG), el primer inversor que ha presentado una oferta de compra, pueda valorar cual es el precio real de la primera compañía de España. Pero la reunión concluyó sin que se abordase el tema. Otras opciones posibles de las muchas que barajan los accionistas de Iberia, muchos de ellos partidarios de que la aerolínea se integré en un grupo global, es la unión con British Airways o con la alemana Lufthansa. Todo es posible. Pilotos, comandan tes y tripulaciones en general nunca son noticia en su día a día, cuando desarrollan su trabajo sin problemas. Si se convierten con frecuencia en diana de insultos cuando los vuelos sufren retrasos, averías, cuando se ponen en huelga y paralizan aeropuertos... pero casi nunca se profundiza en su rutina ni en la responsabilidad que encierra manejar un avión con cientos de pasajeros a bordo. Curiosamente, sus profesiones son algunas de las más deseadas. ¿Quién no ha soñado con pilotar un avión? Niños y adultos sienten una atracción innata por todo lo relacionado con la aviación, yo incluida. De ahí la emoción que sentí cuando Iberia accedió a este reportaje: convivir con la tripulación en un vuelo transoceánico con destino Boston a bordo de un Airbus 340/300, uno de los más avanzados de la industria aeronáutica. Aparte de los, casi, 260 pasajeros, vuelan en este 340 un comandante, dos copilotos, y ocho azafatas, o mejor dicho, auxiliares de cabina. Entre ellas se encuentra Blanca Maestro que está celebrando que éste es su último salto (vuelo transoceánico de ida y vuelta). «Cuando llegue a Madrid me jubilo» comenta ufana. Deja atrás 36 años de profesión, pero asegura no va a añorar nada. «Antes éste era un buen trabajo, pero ahora no.» «Hoy a la gente le falta educación, los pasajeros han cambiado mucho. Ser azafata ya no es tan agradable como se piensa» explica Blanca. Sus compañeras de vuelo se ríen mientras se preparan para servir las comidas en el galley trasero, la cocina de la clase turista, en su jerga. María Alventosa es otra de las auxiliares. Encantadora, me enseña las entrañas del avión. «Éste es el crew rest, donde descansamos en los vuelos de largo radio» me explica ante una habitación diminuta con literas que se esconde en la parte baja de la nave. Los tiempos de descanso El descanso está regulado por Aviación Civil que marca los tiempos máximos de actividad de pilotos y tripulación. Después, están los convenios colectivos de cada aerolínea donde se concretan las condiciones de trabajo, pero los tiempos de actividad nunca pueden superar a los regulados por Aviación Civil. Luego, los detalles son complejos. Dependen de si es vuelo de corto y medio o de largo radio, de la hora de salida, de si tienen que pasar por distintos husos horarios, de si cruzan el Atlántico, de la hora en la que terminaron el día anterior... pero el cumplimiento a rajatabla debe ser estricto. A veces, cuando un vuelo pierde el slot (tiempo asignado a cada avión para despegar) cambian las horas de actividad y hay que cambiar a los miembros de la tripulación. María también me cuenta que es la presidenta y fundadora de Mano a Mano, oenegé de los trabajadores de Iberia nacida en 1994 para aprovechar los desplazamientos de la compañía y llevar ayuda humanitaria donde se necesite. Esta semana, además, me entero de que María ha sido nominada como candidata al premio Príncipe de Asturias de la Concordia, que se fallará el próximo mes de septiembre. ¡Suerte! El vuelo continúa y por fin puedo hablar con el comandante, Jaime Ruiz Larrea. No me deja pasar a la cabina por motivos de seguridad. «En EE.UU. son muy estrictos» me explica al ver mi cara de pesar por no poder hacer realidad mi sueño de viajar en la cabina. Pero me deja cotillear ya en tierra. Turbulencias De pronto el avión comienza a bailar. Turbulencias. Las auxiliares interrumpen los servicios y comprueban que todos tenemos el cinturón abrochado. No tienen cara de miedo al contrario que algún pasajero. Pero no pasa nada. Es aire claro y el único problema es que el vuelo se vuelve incómodo. Y el trayecto está más controlado de lo que pensamos. Los pilotos reciben un estudio del vuelo antes de despegar y así deciden la ruta y la altura. A veces durante el viaje surgen pequeñas emergencias o fallos de sistemas que pasan desapercibidos para los pasajeros, pero no hay peligro. El avión y la tripulación están preparados para volar con algunas anomalías. Es un error pensar que todo lo hace el piloto automático, un sistema de ordenadores y sistemas que facilitan la gestión del vuelo. Pero el piloto humano debe saber como funciona el software de la cabina de mando. Y si surge algún problema, su experiencia es indispensable. Hay un dicho entre el gremio que reza así: «el vuelo para el piloto se reduce a un 90% de aburrimiento y a un 10% de ansiedad». La mítica frase del astronauta que pilotaba el Apollo 13 no se va a repetir en este vuelo. «Boston, todo ok. El 340 no tiene ningún problema». Tomamos tierra sin ninguna incidencia.

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