El último crimen de Los Sopranos
Tras ocho años de intrigas y asesinatos la saga más famosa de New Jersey terminó sus días el pasado domingo con 11 interminables segundos de fundido a negro. Con el público como víctima esta vez, el verdadero desenlace podría llegar en un futur
M e he quedado sin señal». Cuando el pasado domingo 12 millones de estadounidenses acomodaron posaderas e ilusiones para disfrutar del anunciado desenlace de «Los Sopranos», ninguno de ellos podía adivinar que el clan de los Di Meo se cobraría esta vez venganza al otro lado del cristal. Sorprendidos ante los 11 segundos de oscuridad que abruptamente ponían fin a la última escena de la saga, en la un supuesto pistolero amenaza con acabar con la familia de Tony, millones de telespectadores maldijeron entonces a sus compañías de cable por haberles cortado la programación justo en el momento más interesante. Se equivocaron de culpable. Los antihéroes del chándal Controvertidos desde sus inicios, y polémicos hasta su término, las aventuras de los mafiosos más queridos de New Jersey comenzaron en los EEUU un 10 de enero de 1999. Cuenta la leyenda que su creador, David Chase, no lo tuvo fácil para vender un producto considerado demasiado violento para el público general y con escasez de estrellas, después de que Ray Liotta rechazara el papel protagonista. Tampoco el título del programa, originalmente se llamaba «Made in America», logró convencer a los canales nacionales. Rescatada a última hora por la cadena HBO, el triunfo oficial llegaría apenas un año después, tras coronarse como la primera serie de televisión por cable en ganar un globo de oro (fueron cinco en total). A este reconocimiento académico, con más de 71 galardones y 190 nominaciones, contribuyó en gran parte la devoción de una prensa que llegó a calificar el show como-»el mayor logro de la historia de la televisión»-según sentenció The New York Times. Con legiones de seguidores en todo el mundo, rendidos ante el encanto de unos anti héroes capaces de tirar de pistola sin perder el tupé ni mancharse el chándal. El negocio de la «familia» se extendió rápidamente gracias a la venta de numerosos productos «on line», (camisetas, libros de cocina o visitas guiadas a New Jersey, son sólo algunas de las cosas que se pueden comprar en la red); así como a la publicidad gratuita que muchos de sus protagonistas dieron a la serie tras ser arrestados en la vida real (el caso más grave fue el del actor Lillo Brancano Jr, acusado de matar a un policía). Ante esta dimensión de «mito» no es de extrañar por tanto que muchos aguardaran un colofón apoteósico y no un final abierto para los «capos» de NJ-»Nosotros no queríamos reírnos del público. La clave de la serie ha sido no juzgar en ningún momento a los personajes, por eso no podíamos ni matar ni perdonar a Tony». -se justificaba David Chase exiliado el Francia ante el aluvión de reproches generado por su «apagón». Otros finales sin final Su estrategia, si bien no concuerda con los gustos del público, no es una novedad en negocio acostumbrado a no cerrar puertas a las futuras secuelas. Bajo la máxima que asegura que «la duda es rentable», la historia televisión está llena finales sin final pero con segunda parte. Uno de los ejemplos más famosos de esta teoría se daba en la década de los 70 cuando la mítica serie Dallas decidió poner punto y final a la saga sin aclarar un supuesto suicidio de Jr, misterio que quedó resuelto en telefilm posterior. No sólo para pequeñas pantallas, muchos de los fenómenos televisivos han elegido el cine para proseguir sus andanzas. Desde la inquietante creación de David Lynch, «Twin Peaks», quien tras mostrar al asesino de Laura Palmer dirigió una pre cuela titulada «TP: el fuego que va conmigo». Hasta las sofisticadas chicas de «Sexo en Nueva York» que, tras concluir sus desventuras hace ya dos años (cuando Carrie consigue finalmente a Mr Perfecto), trabajan ahora en la realización de una película. Ni siquiera los cinco amigos de «Friends», cuyo capítulo final fue seguido por 35 millones de personas en los EEUU, han podido resistirse a la tentación del «continuará». Así lo declaraba por lo menos Jennifer Anniston quien en una rueda de prensa mostró su deso de rodar un nuevo episodio con motivo del día de acción de gracias. Una tendencia a la repetición que hace difícil creer las promesas de Chase -»No pienso hacer una película con Los Sopranos»-declaró recientemente en una TV, no sin antes aclarar que-»todo es posible en esta vida».