Rajoy se mira en el espejo europeo Reinventar el modelo francés Lo importante es ganar, aunque sea por los pelos
El líder del Partido Popular ha enviado a sus colaboradores a analizar las estrategias que dieron la victoria a Sarkozy y Ángela Merkel para inspirarse de cara a la organización de su campaña electoral para las próximas elecciones generales
Los colaboradores de Mariano Rajoy aprenderán en París algo más que política de inmigración. Vienen a desentrañar las claves de una victoria que Nicolás Sarkozy se propone consolidar en las elecciones legislativas que se celebran hoy en primera vuelta y que previsiblemente confirmarán su estado de gracia ante los ciudadanos. Sarkozy se planteó muy pronto como objetivo conquistar al electorado del Frente Nacional al que Chirac había renunciado. Su estrategia de tolerancia cero y su Ministerio de Inmigración e Identidad Nacional le ayudaron a liquidar electoralmente a Jean-Marie Le Pen. Pero fueron los enfrentamientos de la Estación del Norte en plena campaña los que dieron el empujón definitivo. Impotente, Le Pen ha visto como sólo un puñado de fieles asistía a sus mítines de estos últimos días. ¿Para qué votar al anciano si el joven Sarkozy asume sus reivindicaciones? El flamante presidente apuró al máximo su cargo de ministro del Interior para ganarse a la extrema derecha pero también a las clases populares, indignadas por los subsidios a la inmigración y el sentimiento de que tienen menos derechos que los extranjeros. La «Francia que se levanta temprano», ha sido plenamente receptiva a su mensaje de revalorización del trabajo con la esperanza de que el nuevo presidente consiga que el éxito sea asequible a todos los ciudadanos. Su «ruptura tranquila» con el gaullismo y la forma de hacer política de la derecha en los últimos 30 años se convirtió en una opción seductora incluso para la gente del centro y la izquierda moderada, que picaron el cebo de la desgravación fiscal de la vivienda. Frente a la indolencia de su predecesor y la indecisión de su rival socialista, planteó medidas para «inventar un nuevo modelo francés» por encima de la clásica alternancia en el poder. Cambió de imagen y se presentó como el candidato asequible que rompe las normas y tutea a todo el mundo. Los franceses se lo creyeron con la inestimable ayuda de buena parte de los medios que empezó a trabajarse hace 25 años. En la famosa cena de Fouquet's con la que celebró su victoria del 6 de mayo no hubo políticos de la UMP y sí algunos de los más influyentes actores de la Bolsa y el mundo de la comunicación. Todos le ayudaron a volver en su favor la «satanización» de su personalidad emprendida por la izquierda. Le convirtieron en un «candidato-víctima» y suprimieron los aspectos menos amables de la información como sus ataques de cólera o los favores inmobiliarios en su feudo de Neuilly. El mérito es todo suyo, a veces incluso en contra de la opinión de un equipo de fieles organizado en base al culto a su personalidad. Salvo contados «intocables», el miedo a caer en desgracia es real. Eso incluye la opinión de Cecilia, porque para Sarkozy la familia es especialmente importante. Y el primo de su esposa se llama Alberto Ruiz Gallardón. Discreta, reservada y ambiciosa, pero sobre todo eficiente, Angela Merkel ha sabido consolidarse tras ganar por los pelos las elecciones hace dos años: un punto y cuatro escaños sobre el SPD. Aunque esa victoria pírrica le valió que Zapatero la llamara «fracasada» su primer mérito fue derrotar a Gerhard Schröder, que si bien es cierto estaba en su horas bajas es un competidor electoral formidable, capaz de dar la vuelta a las encuestas durante las campañas. El programa de Merkel para sacar a AlemanIa de la crisis la convirtió en la primera canciller de la historia. Tras su triunfo en las pasadas elecciones municipales y el fracaso del proceso de paz, Rajoy podría creer que Zapatero está en caída libre y derrotado, como Schröder. La primera lección que puede extraer del caso alemán es que desbancar a quien está en el poder es siempre una tarea muy difícil. Pero podría aprender también de sus errores durante la campaña, en la que partió con 20 puntos de ventaja, el principal de ellos cuando en un debate televisado confundió renta neta y bruta. Primera lección: ganar por encima de todo, aunque sea por poco, y no meter la pata en la campaña, sobre todo en televisión. Pero también puede estudiar cómo Merkel se desembarazó del que fue su mentor político, Helmut Kohl, que la llamaba «mein Mädchen» (mi chica). Kohl no le hizo sombra en las elecciones y el líder del PP debería valorar si algunas salidas de tono de Aznar (como la alusión a la Guerra Civil o sus críticas a las campañas de Tráfico) le perjudican. Segunda lección: afianzarse como líder indiscutible. Merkel demostró su capacidad de negociación y pacto al llegar a un acuerdo para formar una gran coalición de gobierno con el SPD. Si bien en España es imposible un acuerdo de gobierno PSOE-PP, esa capacidad para aliarse su principal adversario es otra lección a retener -la tercera- por Rajoy si quiere pactar con CiU. Pero es en el poder donde Merkel ha demostrado ser una gran estratega. La economía alemana registra resultados extraordinarios con un crecimiento estimado del 2,5% para este año y del 2,4% para el siguiente. El paro caerá del 8,4% en el 2006 al 6,5% en el 2008. Los ingresos fiscales se han disparado y alcanzarán los 534.000 millones este año. Recientemente el Bundestag aprobó bajar el Impuesto de Sociedades del 38,65% al 29,83%, uno de los principales objetivos de Merkel. Todos estos éxitos los está capitalizando la canciller en detrimento de su compañero de coalición, el SPD, que está a 11 puntos de la CDU-CSU en las encuestas. Esa habilidad para apuntarse los tantos que no son sólo suyos es la cuarta lección para Rajoy.