Diario de León

El galgo: un perro de reyes y dioses

Muchas razas de perros de caza son criados como animales de compañía. No obstante, si se compran o adoptan esas razas, ¿por qué no ocurre lo mismo con el galgo?, animal inteligente y hermoso

Publicado por
MARIA ELIZABETH BAILEY | texto
León

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La creencia de que el galgo requiere mucho ejercicio, es muy nervioso y no convive bien con otros animales de compañía, como los gatos es errónea. Entonces ¿por qué no se promociona como animal de compañía el galgo?. Criatura esbelta y atlética, esta raza tiene orígenes tan antiguos como las pirámides. Es un perro que ha sido apreciado durante milenios por reyes y por la nobleza de muchos países, y no sólo por ser perros de caza. Los faraones (Tutankamon, Amenhoptep II y Cleopatra, entre otros), tenían un perro muy parecido al galgo, quizás fuera uno de sus primeros antecesores. Los griegos y los romanos, y también sus divinidades, poseían estos animales. Es una raza que aparece a menudo en el arte y la literatura de estas civilizaciones antiguas y, por lo que podemos comprobar, durante miles de años el galgo que conocemos hoy en día no ha cambiado mucho. Los árabes tenían y siguen teniendo sus sedosos y antiguos galgos Persas o «Salukis», animales que no consideraban como perros comunes sino como regalos de dios. En la Edad Media el valor del galgo también destacó sobre el de otros perros que no se trataban con tanto respeto. Existían leyes en España, Inglaterra y Gales que los protegían; el robo o muerte de uno de ellos podía costar la vida al autor del crimen. En Inglaterra, durante los siglos XI al XIV, sólo podía poseer estos perros la nobleza. A partir del siglo XVII se obsequió a diferentes casas reales europeas con parejas del enorme lebrel irlandés o «Irish Wolfhound». En las películas de época se puede observar a estos perros como gigantescos pero gentiles y silenciosos moradores de los castillos celtas. Los zares y la nobleza rusa tenían su galgo Ruso o «Borzoi», el cual casi fue exterminado después de la revolución debido a su pertenencia a la aristocracia. En España los galgos son retirados de la caza cuando a sus propietarios les dejan de ser útiles, y posteriormente, aunque sean jóvenes y sanos algunos cazadores se deshacen de ellos de distintas maneras realmente bárbaras. Los galgos de carreras, cuando son retirados de las pistas pueden sufrir al caer en manos poco escrupulosas, como los del reciente caso de la clausura del canódromo Meridiana de Barcelona: otro ejemplo del galgo como víctima de una sociedad de «usar y tirar». Cientos son salvados gracias a Sociedades Protectoras Españolas como SOS GALGOS en Barcelona o SCOOBY en Valladolid, por citar sólo a dos de las que se encargan de esta monumental tarea: encontrarles nuevos dueños que les van a querer y cuidar hasta el fin de sus días. Galgos en casa Los galgos se adaptan perfectamente a un piso. Al volver a casa después de un paseo (experiencia muy placentera ya que son muy fáciles de llevar), sorteará las sillas y mesas con el cuidado de un bailarín en una tienda de porcelana y se dirigirá a su bol o a su cama donde se acurrucará. Agradece una cama blanda donde pueda hincar bien sus codos y otras partes salientes de sus largos pero muy plegables miembros. Son perros amantes del lujo y del confort. Les encantan las siestas largas; pueden dormir hasta 18 horas al día. A pesar de su tamaño, se conforman con paseos relativamente cortos y, por supuesto, unas buenas carreras y juegos con sus amigos caninos en el parque. No se necesita mucho ejercicio para mantenerlos en forma y contentos. Y como no son típicamente ladradores, no planteará problemas con los vecinos. La piel del galgo es muy fina y delicada. El tipo de pelo más común, corto y sedoso, es fácil de cuidar y de recoger en casa con la aspiradora. Los galgos tienen un porcentaje muy reducido de grasa corporal comparado con otros perros; en invierno aprecia una chaqueta que proteja su delgado cuerpo de la lluvia y de los vientos fríos. Un galgo siempre sabe dar las gracias a una persona que le demuestra afecto y cariño. No son perros agresivos y suelen ser buenos con los niños, aunque todo niño debería ser vigilado en compañía de cualquier tipo de perro por el bien de ambos. Con la gente mayor, los galgos son pacíficos y cuidadosos por eso es «el acompañante ideal». Pueden aprender a convivir con otros animales de compañía. El galgo inspira paz y gentileza. Son elegantes, nobles, inteligentes, leales y cariñosos y una vez que se ha sido dueño de uno de ellos siempre se querrá tener uno al lado.

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