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Los británicos buscan su ADN

Con la presentación por parte del Gobierno británico de la aplicación de un sistema de puntos, que incluye un examen de inglés, para que un extranjero pueda optar al pasaporte se ha agudizado en las Islas un debate social sobre qué significa se

Publicado por
IMANOL ALLENDE | texto VÍTOR MEJUTO | foto
León

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Pero un pasaporte no hace a un ciudadano¿ y menos a un ciudadano británico. Al menos este era el mensaje lanzado por el Gobierno para calmar al alborotado establishment cuando presentó hace unos días su plan de puntuación para los extranjeros que quieran el pasaporte. Ser británico no es algo que se logra de manera gratuita. El Gobierno de Blair quiere que todo aquel que porte su pasaporte se sienta comprometido con la cultura y el espíritu que han dado a este país y a sus ciudadanos un renombre merecido, aunque a veces esa reputación flirtee con la frivolidad. Entre las cualidades que favorecerán la obtención de puntos destaca el haber vivido en el país al menos cinco años, pasar un examen de inglés, haber realizado trabajos en agencias de caridad y relacionadas con la comunidad y demostrar conocimientos del estilo de la vida. Este último punto ha sido el más conflictivo, porque la mayoría de las voces que han mostrado su reticencia a este examen indicaban con acierto que a qué modelo de vida británica se refiere. Porque lo del té de las cinco, la flema del gentleman un poco sinvergüenza, los abrigos monocolor de la Reina, la excentricidad que disfraza la paranoia, la pinta de cerveza calentorra, los fish and chips en papel de periódico grasiento, la cortesía exagerada y un tanto hipocritona¿ ¿son las señas de identidad de todo un pueblo? ¿O lo son de una época en la que los británicos eran únicamente anglosajones protestantes y un tanto calvinistas, arios, isleños y autoexiliados dentro de Europa? Vigencia de los valores En la actualidad estos valores o no existen o no son interpretados como propios por los emigrantes. Con motivo de los atentados del 7-J, la BBC preguntó a un joven musulmán nacido en el Reino Unido por qué creía que otros jóvenes de su edad y de su misma procedencia social habían decidido atentar contra los ciudadanos de su mismo país. El joven contestó que principalmente porque los jóvenes musulmanes no aceptaban los mismas señas de identidad o valores que los demás jóvenes: «Si emborracharse cada noche del fin de semana y pegarse por las calles, si ver a nuestras mujeres borrachas y vendiendo sus cuerpos a cualquiera, si la falta de disciplina y de dirección moral entre los adolescentes de un país en el que aumentan la delincuencia juvenil y los disturbios en las escuelas, si todo esto significa ser británico, ningún musulmán querrá serlo». Alfonso Solé es un antiguo jefe del desaparecido departamento español de la BBC External Services. Ya jubilado, decidió permanecer junto a su mujer en Londres. «Yo llegué a este país en los años cincuenta, cuando ser británico era sinónimo de elegancia, pundonor, cortesía; cuando la sociedad británica era modelo de civismo y civilización; lo que existe ahora no tiene nada que ver con aquello, pero esto no significa que lo actual, que sin duda es mucho peor, no sean las nuevas señas de identidad de este país», indica Solé. Y agrega: «Lo que les ocurre a los británicos es que con la llegada masiva de extranjeros a su tierra (ten en cuenta que es un país la mitad de España y que cuenta con 20 millones más de personas), su cultura y su identidad se han visto bombardeadas por las foráneas hasta el punto en que la juventud ya no sabe si el tika masala [plato indio] es un plato británico yo si el té de las cinco es algo nuevo que han impuesto los polacos». El British Day Ahora el Gobierno británico quiere que los británicos sientan su patria como los norteamericanos la suya. Para ello pretenden que la Union Jack, bandera británica, sea un símbolo tan común que se ice hasta en los jardines de las casas; incluso se habla de instaurar un día de fiesta nacional para honrar el país, el British Day, (el día británico). Todo esto suena a desesperación. Si el Gobierno quiere que los inmigrantes adopten los modos de vida británicos habría que empezar limpiando la propia sociedad anglosajona de todos los feísmos que la han convertido en una de las más deslavazadas de Europa. Porque pretender que un musulmán acepte como ejemplo de vida una sociedad en la que el modelo de familia más extendido es el de un matrimonio formado por una madre, un padrastro y algún que otro hermanastro, en el mejor de los casos, o que sea la sociedad europea en la que se producen más embarazos entre los adolescentes o una sociedad en la que la pobreza infantil se acerca a los números de un país en vías de desarrollo, es difícil de vender. Hace unas semanas, líderes religiosos musulmanes se reunieron en Londres en una conferencia llamada Islam y musulmanes en el mundo de hoy . Uno de los temas que se debatió fue qué significa ser británico. La conclusión fue que «británico significa defender valores tan fundamentales como la libertad de expresión y el respeto al prójimo». Shaykh Ibrahim Mogra, del Consejo Musulmán del Comité de Relaciones Interreligiosas del Reino Unido indicaba que para crear una identidad común primero se debe identificar qué significa ser británico. «No existe una definición única, aunque existen aspectos comunes que todo el mundo suscribe, como el respecto por los demás, la justicia, libertad de expresión y de religión, participación en el sistema democrático y valoración de la educación». De momento, el futuro primer ministro, Gordon Brown, ha prometido colocar la bandera británica en un lugar predominante en todos los actos oficiales que tengan lugar bajo su mandato, en un intento por llevar el sentido de identidad nacional a la comunidad. A Nigel Farage, del Partido Independiente del Reino Unido, le parece un gesto sin sentido, como lo es el establecimiento del Día Británico, «mientras que los 364 restantes se nos dice que debemos sentirnos avergonzados de nuestra historia y diluir nuestra idiosincrasia en nombre del multiculturalismo. Lo que se debería buscar -concluye- es un país que pueda sentirse orgulloso de sí mismo durante todo el año».

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