Protestas pacíficas para «ganar poco a poco»

|||| Al hablar ante los chavales del campamento de su condición de activistas de Greenpeace, Eva y Gonzalo coinciden en una filosofía clave, su «derecho a protestar pacíficamente contra lo que no es justo». La idea es compartida por los miembros de esa «organización mundial de la que todos formamos parte», como demostró la tripulación del «Rainbow Warrior», su buque insignia, al «echar un cable» en las actividades más llamativas de su campaña por el Mediterráneo español, donde ha denunciado los problemas de sus costas y exigido reservas marinas que lo protejan. Otro activista, Óscar, decidió entrar en Greenpeace cuando vio «en televisión a unos barcos tirando bidones al mar y a una lanchita intentando evitarlo». Ahora está encantado de haberse hecho caso cuando se dijo: «Quiero ser uno de ésos». También Sebas tiene claro que el ecologismo vale la pena, y rebate los argumentos economicistas de corto plazo que justifican la destrucción del medio ambiente bajo el pretexto de crear empleo: «¿De qué vamos a vivir en 20 años si los recursos no existen?». Y Juanvi remacha que «las batallas ecologistas se van ganando poco a poco, porque a veces tenemos fracasos, pero contribuyen a que se conozcan los problemas y se eviten en el futuro».