«Que no maquillen su marcha, es una gran pérdida»

En una estrategia de control de daños de manual, el Gobierno se ha apresurado a quitar importancia a su salida. Quienes antes estaban bajo su autoridad, ahora dicen que no es para tanto, que la gente le atribuía poderes casi sobrenaturales y que no era verdad que todo lo que se cocinaba en el Gobierno pasaba antes o después por su mesa. De esta forma sueltan lastre y se distancian de un blanco fácil para los demócratas en la carrera presidencial de cara al 2008. Algo parecido a lo que hicieron con Donald Rumsfeld cuando dejó su cartera de secretario de Defensa. De momento, dos o tres asesores tomarán las riendas de su oficina, a 15 pasos justos del Despacho Oval, según él mismo se jactaba... «No importa cómo pinten su salida, la verdad es que ha dejado un agujero vacío en la Casa Blanca», señaló Donna Brazile, estratega demócrata que a pesar de sus serias diferencias políticas forjó una sólida amistad con Rove. Partidas de cartas Quien sí le extrañará será George Bush. Por lo menos, cuando viaje en el Air Force One, el famoso avión presidencial, donde ambos pasaban el rato jugando a las cartas, compitiendo a ver quién leía más libros en menos tiempo y recordando viejas anécdotas de sus tiempos en Tejas.