China se ablanda con sus niños

La política del hijo único implantada en el año 1979 en China degeneró de tal manera en los últimos años que no era raro encontrarse, sobre todo en la zona rural, con pintadas de mensajes gubernamentales tipo « Cría menos niños, pero más cerdos» o « Un niño más significa una tumba más» . Para la Comisión Nacional de Población y Planificación Familiar, siempre a favor del control riguroso de la natalidad en el país más poblado del mundo, el empleo de palabras fuertes y malsonantes no hacía más que ensuciar la imagen del Gobierno chino y transmitir una idea de obligación cuando el objetivo no era otro que «convencer». Además, según este mismo organismo, en ocasiones los mensajes estaban escritos con faltas de ortografía. Y por eso esta semana se conoció, de mano de la prensa estatal, un comunicado oficial con las 190 alternativas que se darán a partir de ahora a las parejas para que tengan un solo hijo. Se llegó a ellas tras una consulta popular, según aseguró la agencia oficial Xinhua, que cita como único ejemplo de la nueva política el mensaje: « La madre Tierra está cansada de mantener a más niños» . Y así, con nuevos mensajes pero idéntico objetivo de frenar la natalidad, las autoridades chinas esperan, cuando menos, mantener los buenos resultados logrados hasta ahora. Como que en los últimos 26 años se ha evitado el nacimiento de 400 millones de chinos y se ha dado al país una prosperidad que, en ocasiones, ha ido en contra de la política del hijo único. Porque esa casta opulenta que ha generado el bienestar económico considera que la multa económica impuesta no es nada frente al placer que supone tener más de un descendiente. La consecuencia de unas estadísticas que hablan de que el 10% de los ricos tienen incluso tres hijos ha sido subir las sanciones hasta, en ocasiones, ocho veces el salario anual de una familia media. Universitarias Ha habido más novedades en la intención del Gobierno chino de lavar la cara a su política. Y así, la idea es que también pasen a la historia esas consignas que obligaban a las universitarias embarazadas a abandonar sus estudios. La obligación, eso sí, queda en una sutil recomendación de dejar las clases «para garantizar su salud» y en los mensajes permanentes de los profesores para que los jóvenes se centren más en los estudios y sean prudentes «en asuntos amorosos y el matrimonio». El cambio de política en las universidades se presenta como un paso adelante tras la abolición, en el año 2005, de una ley promulgada en el año 1991 y que obligaba a las jóvenes que se quedaran embarazadas a abortar si querían continuar sus estudios. Ocurría -y ocurre todavía, salvo que los mensajes han cambiado- lo mismo con otros colectivos, como los deportistas de élite o los bailarines.