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La Olimpia que casi se nos quema

Los trágicos incendios de los últimos días en Grecia casi acaban con Olimpia, el escenario griego donde nacieron los Juegos hace 2.500 años. Aunque el escenario arqueológico y el museo se han salvado, la vegetación que la envuelve ha sufrido un

Publicado por
NANI ARENAS | texto
León

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La antigua Olimpia es un lugar mágico. Cuando vi las imágenes del incendio en televisión me dieron ganas de llorar. Pensar que un lugar tan bonito, tan especial, puede acabar pasto de las llamas es muy triste», comenta María Lois. Visitó Grecia hace menos de un año. Recorrió todo el país y alguna de las islas. Pero curiosamente, su mejor recuerdo se centra en la península del Peloponeso. «Llegar hasta Olimpia es una pesadilla. La carretera es un infierno, peligrosa, llena de curvas, mal asfaltada. Se tarda más de ocho horas desde Atenas hasta el santuario, por eso no suele haber miles de turistas», recuerda María, pero insiste que la paliza merece la pena. «La luz que rodea las ruinas es mágica, sobre todo al atardecer. Me cuesta imaginármelo rodeado de fuego y bañado por el humo», sentencia. Olimpia es la cuna de los Juegos Olímpicos y se encuentra en el frondoso valle de Alfeo, uno de los parajes más famosos de Grecia. El recinto acogió las competiciones deportivas cada cuatro años durante más de diez siglos, desde el 776 antes de Cristo hasta los celebrados en el 392 después de Cristo, que fueron los últimos hasta que el deportista francés Pierre de Coubertin recuperó la competición en el año 1896. Las marcas de salida Actualmente, las ruinas de la vieja Olimpia transmiten la gloria de antaño. «Al entrar en el estadio, todos los visitantes ponen los pies en las marcas de salida y corren hasta la meta de llegada cual atleta verdadero. Es una gran experiencia», recuerda Roberto, quien también visitó la antigua Olimpia en los últimos meses. Pero Roberto, y María, y todos quienes se han sentido alguna vez seducidos por la fuerza de Olimpia saben que la visita ya nunca va a ser igual, debido a los incendios que desde hace ya una semana asolan todo el sur de la península del Peloponeso. Aunque las ruinas arqueológicas, el museo y el templo de Apolo y Zeus están oficialmente a salvo, según las autoridades griegas, los alrededores y la vegetación han sufrido una merma importante. «Las ruinas de Olimpia sin su vegetación son impensables. Esos árboles centenarios que se enredan en las columnas y que forman parte de su encanto, crean una atmósfera mágica que enamora. Pensar que todo eso casi desaparece es horrible, pero no me extraña. Grecia es un país bananero, muy atrasado con respecto al resto de Europa. Y es una pena. Con el patrimonio que tienen deberían tener sistemas adecuados para evitar estas catástrofes, como se ve en otras zonas monumentales de todo el mundo», insiste Roberto. La crítica de Roberto coincide con las muchas que se han alzado estos días de tragedia en Grecia. Aunque tras seis días de peligro, las condiciones meteorológicas al fin parecen haberse aliado con los equipos de extinción, el daño ya está hecho y las zonas afectadas son demasiadas: el Peloponeso, Maratón, la isla de Eubea... más de 200.000 hectáreas de bosque ardiendo, hasta doscientos focos de fuego. Una gran catástrofe nacional, la más grave de la historia moderna, que ya se ha cobrado 64 víctimas mortales, ha devastado 110 pueblos y dejado sin hogar a más de 3.000 personas.