¿Cómo se forman?

Un huracán es una tormenta tropical ciclónica, es decir, con una circulación alrededor de un punto central llamado ojo. El término se utiliza para las tormentas que ocurren en el Atlántico, mientras que se llama tifón si se produce en el Pacífico, y ciclón tropical si tiene lugar en Asia. Los huracanes se forman en los trópicos y deben darse tres condiciones. Que la superficie del agua alcance una temperatura superior a 27 grados (lo que explica su debilitamiento al acercarse a aguas más frías y al entrar en contacto con la tierra), que exista elevada humedad como consecuencia de la evaporación del agua, y un patrón de viento cerca de la superficie del océano que haga que ascienda el aire. A partir de estas premisas, el aire húmedo se calienta, se expande y comienza a elevarse. El vapor de agua se condensa y va formando nubes de tormenta. A medida que sube más aire caliente, la tormenta adquiere más calor y energía. La presión baja en el centro de la tormenta y sube en los bordes. Gracias a la llamada «Fuerza de Coriolis», el huracán empieza a girar de la misma manera que el agua cuando cae por un desagüe. El giro es en sentido contrario a las agujas del reloj en el hemisferio norte, y favorable en el sur.