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Ouarzazate, ciudad de cine

Situada sobre un altiplano desértico, la ciudad marroquí es la puerta de entrada hacia los valles y oasis de Drâa y Dadès, las «kasbahs» y el Sáhara. Ouarzazate fue fundada en 1928 y es el centro cinematográfico del país, tanto por tradición co

Publicado por
MANUEL CUENYA | texto
León

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Ouarzazate, situada a 200 kilómetros de Marrakech, sobre un altiplano desértico, en el Marruecos meridional, es una ciudad de cine, además del punto de partida para recorrer los valles y oasis del Drâa y Dadès, las kasbahs y el Sáhara. La ruta desde Marrakech hasta Ouarzazate, atravesando las altas montañas del Atlas, es impresionante, sobre todo en invierno, con la nieve como telón de fondo en las cumbres. Y más cuando se hace en taxi compartido, que es como una lata de sardinas, donde van seis personas, además del conductor, o bien en un autobús popular, que suele ir abarrotado hasta los topes, por una carretera tan estrecha y retorcida, que en ocasiones parece que un vehículo se fuera a zampar al de enfrente o bien se desplomara. Una experiencia que uno no debe perderse. También se puede viajar al aeropuerto internacional de esta ciudad, lo cual resta encanto al viaje. Y el viajero debe serlo en todo momento. Ouarzazate es una ciudad joven, fundada en 1928 durante el protectorado francés, y estratégica, pues separa el Alto Atlas del desierto. En los últimos años, gracias al turismo y al cine, ha crecido mucho. En poco tiempo se ha convertido en una ciudad de grandes y lujosos hoteles, como el Ibis Moussafir, el Kenzi Azghor o el New Bèlère , una ciudad tranquila, sin ruido ( war-zazat ), como su propio nombre bereber nos indica, con un clima agradable, salvo en los meses de julio y agosto, que supera los cuarenta grados de temperatura, donde uno puede descansar y disfrutar de veladas bajo cielos estrellados, esos cielos mágicos y protectores, al amor de un té a la menta, en compañía de algunos tuaregs, como es el caso de Ahmed, un chaval simpático y sonriente, con excelente sentido del humor, que habla como un sabio y parece vivir feliz nomadeando entre Ouarzazate y M'hamid, donde se encuentra el primer oleaje de grandes dunas. Ahmed, que es el encargado de la Caravana Mille Étoiles, hace algunas reflexiones dignas de un poeta que ha vivido con intensidad y ha probado la realidad en su esencia: «El mar es para limpiar el alma, la montaña para vaciar el espíritu y el desierto para encontrar el alma». No se puede ser más lírico. Ahmed se siente orgulloso de su forma de vida y disfruta mostrándole al viajero un reportaje que le hizo el periódico francés La Libération hace algún tiempo. En cualquier caso, a uno le entusiasma ese modo de vida errante, viajero, nómada, cuya única preocupación es «comer y hacer el amor a menudo», asegura otro tuareg, vivir sin prisas y sin responsabilidades, con el dinero justo, porque «la prisa -reza un proverbio marroquí-, mata». En nuestro mundo occidentalizado es habitual que el personal muera infartado, con la angustia por montera, y el sentimiento castrador de no lograr lo que se propone. Unos días en esta ciudad ayudan al viajero a abandonar, aunque sólo sea por momentos, la náusea existencialista, el vivir conforme a horarios establecidos. Unos días en este lugar impregnado de paz espiritual y música hecha a base de tan-tan nos devuelve a nuestros orígenes de infancia tranquila, alegre y ensoñadora. Escuela y Museo de cine La tradición de gran escenario cinematográfico del que goza esta ciudad, conocida como la Meca del cine o la Hollywood de África, ha tenido sus frutos con la reciente creación de una Escuela y un museo de cine. Su diversidad de paisajes, su luz excepcional, que realza los colores, su cielo azul, así como una mano de obra barata y abundante han convertido a Ouarzazate, y sus alrededores, véase el palmeral de Skoura, en un gran plató de cine, donde además se han rodado reportajes, documentales, spots publicitarios y telefilmes. Los cineastas pioneros fueron Sternberg con Marruecos , David Lean con Lawrence de Arabia , y Jacques Becker con Ali Babá y los 40 ladrones . En el año de 2004, en los Studios Kanzaman , el cineasta marroquí Mohamed Asli, en colaboración con la región del Lazio de Italia y la productora marroquí Dagham Film, creó un centro de formación de cine, donde se estudiaban diferentes especialidades. Al parecer este centro tuvo que cerrar sus puertas. El cineasta, formado en Italia, fue el productor de la película Marrakech Express . En diciembre de 2006, y bajo la dirección del señor Ahmed Ouzdi y la tutela de la OFPPT (Oficina de Formación profesional y de promoción del Trabajo) se inauguró un Institut specialisé pour les métiers du cinéma, una Escuela para la formación de los oficios que necesita la industria del cine. Y recientemente, en julio del 2007, se inauguró el Museo del cine, situado enfrente de la alcazaba o Kasbah Taourirt , símbolo de la ciudad, cuya belleza y suntuosidad también puede ofrecer un interesante decorado natural a cualquier cineasta. A Scott le sirvió como escenografía para el rodaje de alguna secuencia de Gladiator. A unos 30 kilómetros de Ouarzazate, en dirección a Marrakech, está la mítica y cinematográfica Kasbah de Aït Benhaddou , declarada por la Unesco Patrimonio Universal. Es una de las fortificaciones construidas en adobe mejor conservadas de Marruecos. Para llegar aquí desde Ouarzazate los hoteles suelen proponer taxis, que cuestan en torno a 300 dirhams, unos 30 euros, y que uno puede compartir con otros viajeros o turistas. Sin embargo, si uno se busca la vida puede hacer el viaje por unos 15 dirhams, o sea 1 euro y 50 céntimos. Se toma un taxi compartido en la Gare routière hasta Tabourat, y una vez allí se toma otro colectivo hasta Aït Benhaddou. Para el regreso a Ouarzazate se puede hacer lo mismo y a un precio similar. La segunda vez que visité esta kasbah lo hice en compañía de dos cariñosas franco-marroquíes, Monia y Nadia, bajo un sol bestial. Se pagan 10 dirhams por la visita, pero merece la pena. Además, siempre te encuentras con alguno de sus habitantes, que hospitalarios te suelen ofrecer té y pastas. En este lugar mágico, que semeja una ciudadela o castillo de color ocre, se han rodado algunas de las escenas de El cielo protector de Bertolucci, Gladiator y La última tentación de Cristo . La Kasbah de Tamdaght , a unos pocos kilómetros de Aït Benhaddou, también quedó inmortalizada en El hombre que pudo reinar de John Huston. Hacia los valles y el desierto Un viaje a Ouarzazate es en sí mismo atractivo. Pero además uno puede visitar los valles u oasis, relativamente cercanos, y el desierto. Los hoteles, así como muchas agencias de la ciudad, proponen al turista o viajero ofertas interesantes para hacer una ruta por los valles del Dra o Drâa y Dadès, incluido el desierto de Merzouga, y aun el desierto de M'hamid. Uno también puede hacerlo por su cuenta aunque emplee más tiempo, y tal vez menos dinero, todo hay que decirlo. Si uno está habituado a viajar en transporte público, no resulta nada complicado recorrer los valles. Y para llegar al desierto te puedes subir a una caravana de bereberes, que generosos te acogerán y te llevarán a sus haimas o bien te dejarán en algún albergue viajero. En dirección a la ciudad de Zagora, al sur de Ouarzazate, está el valle del Drâa. Hasta llegar a una población llamada Agdz el paisaje es montañoso y árido. Y a partir de aquí cambia el ecosistema y nos encontramos con un valle esplendoroso y salpicado de kasbahs , un alargado oasis de palmeras hasta llegar a Zagora. A pocos kilómetros de Ouarzazate, en esta misma dirección, se puede visitar la Kasbah de Tiffoultoute , que al igual que otras alcazabas, como Aït Benhaddou, ha servido de decorado en películas legendarias como Lawrence de Arabia Jesús de Nazaret . También en los desfiladeros del valle del Drâa, en la aldea berebere de Taguenzalt, tuvo lugar el rodaje de una de las historias de Babel del cineasta mexicano González Iñárritu. En cuanto a Zagora es célebre por un cartel, situado al final de la Avenida Mohamed V en dirección a Tamegrout, en el que puede leerse «Tombouctou 52 jours». Al sur de Zagora, antes de llegar a Tagounite, en un lugar llamado Aït Isfoul, ya están las primeras dunas. El viajero puede disfrutar de este bivouac , en medio de dunas y palmeras, en compañía de bereberes dispuestos a compartir sus haimas y buen té a la menta para combatir el calor del desierto. Quienes deseen adentrarse en el verdadero desierto, en las dunas de Chigaga, a unos 45 kilómetros de M'hamid, necesitan un todoterreno o bien enrolarse en una caravana. Por otra parte, se puede recorrer el Dadès, que también nace en el Alto Atlas, y se conoce como el Valle de las mil kasbahs . Desde Ouarzazate se viaja en dirección al oasis de Skoura, y luego a Tineghir, la principal población de la zona, construida a lo largo de una colina con un refrescante palmeral. En Tineghir abundan los faux guides , guías no oficiales, que intentan llevarte a su terreno, a los hoteles donde ellos perciben comisiones. También es frecuente encontrarte con taxistas mafiosos, que se ponen de acuerdo para cobrarte un dineral por conducirte a las Gargantas del Todgha (Todra). Estas gargantas están a unos 15 kilómetros de Tineghir en dirección a Er Rachidia. Hay numerosos taxis colectivos, pero conviene fijar un precio razonable antes de subirte al coche, que suele ser un Mercedes algo deteriorado. Normalmente, los taxis compartidos tienen una tarifa fija, pero muchos taxistas se aprovechan del extranjero, que desconoce los precios. En Marruecos, por lo general, un extranjero suele pagar lo mismo que cualquier marroquí cuando viaja en un taxi colectivo, salvo que uno quiera pagar dos plazas en vez de una para viajar de un modo más confortable. Las Gargantas del Todgha, cuyas paredes de más de 300 metros de altura conforman un escenario espectacular, encantan sobre todo a los escaladores, y sirvieron como decorado natural en Lawrence de Arabia . Si uno quiere quedarse a pernoctar en el entorno, se pueden encontrar varios hoteles, albergues y campings, por ejemplo el albergue La Vallée . Desde Tineghir uno puede acercarse a Erfoud, punto de partida para viajar a las dunas de Merzouga, otra parte del Sáhara. Entre Erfoud y Merzouga hay unos 50 kilómetros, la mayor parte de los cuales se tienen que hacer en un todoterreno por una pista de desierto negro. Conviene enrolarse en una caravana para estar seguro de llegar al destino: las dunas de l'Erg Chebbi, otro decorado fílmico, donde se rodaron escenas de El cielo protector . Cerca de las dunas hay numerosos albergues, entre los que destacaría L'Oasis y Tombouctou. No se pierdan los amaneceres y atardeceres en el desierto, y disfruten de una velada musical y estrellada en compañía de los bereberes.