Diario de León

El Che sigue muy vivo en la memoria de la revolución cubana

Este martes se cumple el cuarenta aniversario de la muerte del mítico guerrillero. Su memoria no se ha desvanecido con el paso del tiempo. En Cuba su rostro está en todos los rincones

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ALFREDO ORDÓÑEZ | texto
León

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En Cuba, el país donde comenzó a forjarse la leyenda de Ernesto Guevara, el Che se mantiene en la memoria de los cubanos como el personaje más popular de la revolución después de Fidel Castro. Su rostro aparece en carteles, vallas, paredes, tiendas y organismos oficiales, en la emblemática Plaza de la Revolución de La Habana, sede de manifestaciones multitudinarias, y en monedas y billetes que circulan por todo el país. Miles de «pioneritos» (estudiantes de primaria) le recuerdan cada día al grito de «pioneros por el comunismo, seremos como el Che», el lema forjado tras su muerte en Bolivia en homenaje al llamado «Guerrillero Heroico». Guevara, que llegó a ser comandante de la revolución, presidente del Banco Nacional, ministro de Industria y representante de Cuba en foros internacionales, como Naciones Unidas, es recordado hoy en la isla como precursor del trabajo voluntario, partidario de la industrialización y de los estímulos morales para los trabajadores. Pero ni su propuesta de incentivos morales, ni su política de industrialización, ni siquiera su proyecto de educar a las masas para perfilar al «hombre nuevo» producto de una sociedad revolucionaria, tal como aparece en su manifiesto «El socialismo y el hombre en Cuba», considerado su testamento político, lograron los resultados que Guevara esperaba. Marxista-leninista convencido, a principios de los años 60 fue uno de los primeros en identificar las contradicciones del modelo soviético, cuando nadie en Cuba dudaba del futuro de la URSS y Fidel Castro estrechaba una alianza con Moscú que duró hasta la caída del bloque comunista, en 1989. Criticó también la estructura de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), creados por Castro en 1960 para vigilar a la «contrarrevolución» en cada manzana, cuando observó desviaciones poco democráticas, según el historiador Francois Houtart. Defendió la lucha armada y el odio al enemigo capitalista, y popularizó el lema «hay que crear uno, dos, tres Vietnam» para desgastar a Estados Unidos. Precisamente su idea de internacionalizar la revolución, compartida con Fidel Castro, le llevó a emprender la aventura en el Congo y, tras su fracaso, a despedirse del pueblo cubano para lanzar la «revolución continental» en Bolivia. Muchos han creído ver en su decisión de abandonar Cuba el resultado de nacientes discrepancias con Fidel Castro, aunque el propio líder cubano ha subrayado que la coincidencia ideológica con el «Che» fue un factor determinante en su amistad y se ha referido al guerrillero argentino como un ser humano «extraordinario». Aleida Guevara March, hija del «Che», ha negado públicamente las supuestas discrepancias entre su padre y Fidel Castro. Relación con Castro «No hay nada que muestre otra cosa que un afecto tremendo entre estos dos hombres, una confianza absoluta», dijo recientemente Aleida, que aseguró que propio Castro le había negado las discusiones que se les atribuyen. «Han intentado hacer de mi papá una imagen alejada del hombre» y por eso ahora se trabaja para que «no lo vean como un icono vacío», lamentó. A juicio del presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón, si Ernesto Guevara viviera, huiría de cualquier molde, se enfocaría en definir el socialismo del siglo XXI y «haría lo mismo» que están haciendo ahora los dirigentes cubanos. Cuarenta años después de su muerte, lo único que queda del «Che» en Cuba «es un simulacro», porque «no es serio plantear ahora el trabajo voluntario ni la lucha armada ni crear uno, dos, tres Vietnam. Eso ya no tiene sentido», según el opositor cubano de origen español Eloy Gutiérrez Menoyo, que también fue comandante de la revolución. El «Che» «desconocía la idiosincrasia de los cubanos, y eso lo llevaba a actuar con cierta arrogancia», asegura Gutiérrez Menoyo, que tuvo graves diferencias con Guevara durante la lucha revolucionaria. No obstante, reconoce su valor como guerrillero, pero se niega a aceptar una «figura sobredimensionada» creada por un «aparato propagandístico apoyado por Fidel y por el Partido Comunista de Cuba». La campaña emprendida por La Habana para recuperar los restos del «Che» y sepultarlos en el Mausoleo levantado en Santa Clara en olor de multitudes en 1997 contribuyó a alimentar la leyenda. Más de dos millones de turistas y curiosos se acercan cada año al Mausoleo como si de un santuario se tratara, para conocer algo más sobre la figura del guerrillero argentino.

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