Diario de León

Días de muertos en México

Cuando llegaron los misioneros españoles a México se encontraron con una cultura y unas tradiciones que dominaban todo el centro del país, la cultura del pueblo Nahua. Entre los nahua ocupaba un lugar central el culto a los dioses de la muerte

CORDERO DEL CASTILLO

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PRISCILIANO CORDERODEL CASTILLO
León

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Los Nahua honraban a sus muertos ofreciéndoles comida y flores, y a los dioses de la muerte con lámparas votivas. Visitaban las tumbas de sus muertos durante varios días y sobre ellas comían, danzaban y caminaban durante toda la noche. Los meses señalados para honrar a sus muertos eran el noveno y el décimo de su calendario: el noveno, el mes de Tlaxcochimaco, equivalía a los días 5 al 24 de agosto del calendario gregoriano. En este mes se recordaba a los niños muertos y lo celebraban con el Miccailthuitontli o fiesta de la muerte pequeña. En el mes décimo, Xocohuetzi, que comprendía del 25 de agosto al 14 de septiembre, celebraban la fiesta de la muerte adulta o de las personas mayores, que llamaban Hueymiccaylthuitl. El culto a los muertos del pueblo Nahua era culto a los dioses de la muerte, que eran quienes producían la muerte y quienes se convertían en intermediarios entre vivos y muertos. Si la muerte se producía por fuego era venerado el dios del fuego para que acogiese al difunto, si se producía por una tormenta, era venerado el dios de las tormentas, y así sucesivamente, por lo que llegaron a tener un panteón con distintos dioses para cada distinta forma de muerte. Este culto no difería demasiado de los ritos de la iglesia católica en torno a la muerte. Lo único que tuvieron que hacer los misioneros fue sustituir los dioses de la muerte por la muerte de Cristo, Dios de la vida, trasladar las fechas nahuas al calendario gregoriano, al uno y dos de noviembre del calendario gregoriano, y ofrecer misas por sus difuntos, al mismo tiempo que les permitieron la celebración de sus ritos y ofrendas nahuas que han llegado a nuestros días, produciéndose el sincretismo que hoy podemos contemplar en las celebraciones de los Días de Muertos tanto en México como en Estados Unidos. Fiesta popular Los Días de Muertos es una de las celebraciones religiosas más populares de los mexicanos, al menos entre los mexicanos que viven en Estados Unidos. Es un ejemplo típico de sincretismo entre la teología católica y la cultura mejicana precolombina sobre la muerte. La preparación para la celebración de estas fiestas comienza en el mes de octubre, pero las cofradías y organizaciones en torno a los muertos están prácticamente todo el año ocupadas en su preparación. En los Días de Muertos del 2005 tuve la oportunidad de presenciar y participar en estas fiestas: acudí a los cementerios donde las familias pasan largas vigilias con sus difuntos comiendo y bebiendo sobre sus tumbas, desfilé en la procesión de calaveras y esqueletos organizada por los estudiantes de la California Polytechnic University, en la que habían erigido veinte altares repartidos por el campus, pero sobre todo formé parte de la gran procesión de las calaveras que desfiló por la Plaza Olvera de la ciudad de Los Ángeles, comenzando a las ocho de la noche para finalizar a la una de la mañana. Las procesiones de muertos suelen mantener el mismo ritual observado por los asistentes a la procesión de la Plaza Olvera. El día uno de noviembre por la noche, niños, adultos y ancianos, todos vestidos de calaveras o de esqueletos, con las caras pintadas o con máscaras de difuntos, precedidos por los sacerdotes indígenas aztecas venidos de México, recorrieron la plaza haciendo posadas delante de los muchos altares que habían erigido. En cada altar los sacerdotes revestidos con ornamentos aztecas o nahuas propios para la ceremonia, bendicen e inciensan los cuatro puntos cardinales, mientras que unos jóvenes, vestidos con atuendos indígenas, realizan danzas rituales en torno a los altares de muertos. Fueron momentos de mucha emoción, vividos con verdadero espíritu reverencial hacia sus muertos. En estos días los altares de muertos se levantan por doquier: en las casas, en las iglesias donde existe comunidad mexicana, en las plazas de los barrios hispanos y en algunos otros lugares donde los mejicanos se han hecho presentes. Los altares están formados por distintos niveles o mesetas. En la meseta superior van colocadas fotografías de los héroes nacionales y personas populares, como Cesar Chavez, Juan Pablo II, Oscar Romero o la Madre Teresa; en las mesetas intermedias se colocan las fotografías de los familiares difuntos; muchas de estas fotografías son de niños y jóvenes muertos en el desierto, cuando huían del hambre de sus ranchos allá en México, o en las calles de Los Ángeles y otras ciudades, víctimas de la droga, la violencia y las pistolas. En la meseta inferior suele haber un libro que recoge los nombres de todos los difuntos del último año, los enseres más queridos de los difuntos, los alimentos y bebidas preferidas, incluidas las botellas de tequila, el pan de muertos y las flores de difuntos. Los espacios libres se cubren con calaveras de papel cartón y con candelas votivas. Los altares durante toda la semana se convierten en lugar de oración y de encuentro de los vivos con sus familiares difuntos.

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