El principal motor para el turismo en la comarca «Las Médulas es la mina antigua más famosa de toda Europa»
Javier Sánchez Palencia | El arqueólogo que ha liderado los trabajos sobre el paraje propone la creación de un centro de referencia internacional, tanto en la investigación como en la protección y difusión de los Paisajes Culturales
Si hay un aspecto en el que es incuestionable el desarrollo de Las Médulas es el turístico. En estos momentos se cifra por encima de las 150.000 el número de personas que pasan cada año por el paraje, una cantidad aproximada puesto que al tratarse de un espacio abierto el cálculo es complejo. Hoy es el primer motor del turismo en la comarca del Bierzo y su atracción ha disparado las cifras de visitantes en otros lugares. Las nuevas infraestructuras y la importante promoción han facilitado este desarrollo turístico, aunque no exento de polémicas. La señalización sólo llegó después de muchos meses de peleas y hoy se debate sobre cómo dotar de calidad a esas visitas que hoy se centran en tres puntos: el mirador de Orellán, la Cuevona y la Encantada. Este cambio turístico también ha afectado a la imagen de los dos pueblos directamente implicados en el paraje. Hoy tanto Orellán como Médulas ofrecen al visitante una variada oferta de posibilidades en la hostelería, pero también para adquirir productos típicos de la tierra. Y en el entorno del paraje, en cualquier de los tres municipios implicados -Borrenes, Carucedo y Puente de Domingo Flórez- la floreciente oferta de turismo rural existente en toda la comarca tiene incluso un mayor empuje. Sin duda nadie conoce como Sánchez Palencia el paraje berciano. Su trabajo, junto a María Dolores Fernánde-Posse, ha dotado de un impulso fundamental a Las Médulas. Ha liderado el trabajo desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas que permitió la llegada de la declaración de la Unesco y que ha facilitado un mejor conocimiento sobre el paraje. Después de diez años su balance es positivo, aunque advierte sobre los riesgos y las necesidades que presenta la singular mina romana. -¿En qué han cambiado Las Médulas en estos diez años? -Sin temor a dudas el cambio podemos considerarlo de abismal. Se ha convertido en uno de los principales bienes culturales de Castilla y León, uno de los más visitados; seguramente es la mina antigua más famosa ahora mismo de toda Europa. No es fácil encontrar sitios de sus características visitados por unas ciento cincuenta mil personas al año, y eso que aún no cuenta con todas las infraestructuras materiales y humanas deseables. -¿Qué ha supuesto la declaración de la Unesco? -La inclusión de Las Médulas en la Lista del Patrimonio Mundial ha sido fundamental para su desarrollo. Como es sabido, hubo sus más y sus menos. Primero, de eso me he enterado después, Las Médulas tuvo que competir con otros bienes de interés cultural españoles de mucho peso; en esa partida la Junta de Castilla y León supo jugar muy bien sus cartas. Después, ya en Nápoles, algunos representantes ante la Unesco proponían poco menos que un veto desde una postura «ecologista» con efectos retroactivos: Las Médulas había sido un «desastre» sobre la naturaleza. Y me gustaría destacar un dato: ahora tiene también una consideración como Monumento natural y, administrativamente, el peso de Medioambiente es casi más fuerte que el de Patrimonio Cultural. De cualquier forma, Las Médulas fueron reconocidas por cumplir cuatro de los seis criterios de carácter cultural que establece la Unesco (ninguno de los cuatro naturales). Si no me equivoco, fue el primer Paisaje Cultural reconocido como tal en Europa. Para los que realizamos las investigaciones que llevaron a esa declaración, éste es el primer aspecto a destacar, puesto que suponía una cierta ruptura con la visión «monumental» u «objetual» del Patrimonio, nos metía de lleno dentro de las tendencias, cada vez más fuertes en todo el mundo, que valoran ante todo lo que es representativo de los grandes procesos históricos, no tanto lo singular y excepcional, aunque Las Médulas también cumpla este último criterio. -¿Qué cambió desde entonces? -La declaración supuso la definitiva conversión de Las Médulas en un recurso social y comunitario. Basta con comparar la oferta hostelera o de restaurantes que existía en 1997 y la que existe ahora (se puede ver en la web de la Fundación Las Médulas). Hasta 1996 nosotros nos alojábamos en la antigua escuela de La Chana -a cuyos habitantes siempre estaremos agradecidos- y sólo podíamos comer en Las Ventas de San Juan de Paluezas, donde por cierto se sigue comiendo muy bien. Ahora, uno puede hasta elegir. Eso significa que la gente de la zona se está beneficiando del recurso, lo que es bueno y deseable, aunque tenga efectos secundarios que deben ser corregidos. -Las actuaciones políticas han conllevado polémicas. ¿Hacia dónde deben dirigirse los esfuerzos? -Que exista polémica no es malo en sí mismo. También el Patrimonio está sujeto a unas prioridades políticas, eso no hay que olvidarlo. Ahora bien, el problema viene cuando se producen choques de intereses, es decir, cuando se disputa por la explotación del lugar. Creo que los esfuerzos deben dirigirse hacia la consecución de una acción integradora de todos los organismos implicados. Y, volviendo al carácter político, dado que vivimos en una democracia consolidada, lo que hay que hacer es ser muy respetuoso no ya sólo con las competencias, sino también, e incluso por encima de ellas, con las colaboraciones o cooperaciones que se espera que existan entre todos los organismos implicados. Los esfuerzos deberían ir por ahí, hacia una dirección única en la que todos se sintiesen involucrados. Sería deseable que existiese una generosidad acorde con lo que significa ser Patrimonio Mundial, es decir, ni tuyo ni mío, sino de todos. También hay que recordar que Las Médulas no es sólo importante por sus propios valores, sin duda muy espectaculares, sino como lugar representativo de una actividad y unas formas de vida que afectaron a todo el Imperio Romano, a todo el Mediterráneo, a todo el Mundo Antiguo. -¿Cuáles deberían ser las líneas prioritarias en la actuación? -Creo que aún están pendientes dos de las recomendaciones subrayadas por los expertos que apoyaron la declaración como Patrimonio Mundial: propiciar una diversificación de las visitas y potenciar la circulación periférica de las mismas. Para ello sería imprescindible que se prestara mayor atención a las visitas dirigidas, que se potenciaran los recorridos peatonales y que se ofertara mejor la visita a los yacimientos excavados y puestos al descubierto. Todo ello propiciaría una estancia más prolongada, no de todos, pero sí de un buen número de visitantes, con lo que ello implicaría para el turismo en la zona y en todo el Bierzo en general. No hay que olvidar que la propia declaración de la Unesco subraya que no se trata sólo de una mina, sino que es posible apreciar sobre el terreno el impacto que esa antigua minería tuvo en las gentes que poblaban la zona. No hace una semana que estuve con unos colegas en El Castrelín, en el Castro de Borrenes y en el poblado metalúrgico de Orellán y el aspecto que presentan es de abandono, cubiertos de maleza por todas partes. Además de ello y como decía antes, creo que Las Médulas están pidiendo a gritos una dirección única y coherente con los criterios de su declaración, es decir, que cuente con personas expertas en Patrimonio Cultural ante todo. En fin, creo que Las Médulas podría albergar sin duda un centro de referencia internacional, tanto en la investigación como en la protección y difusión de los Paisajes Culturales y en particular de aquellos relacionados con la actividad minera preindustrial. -¿Y en el plano de investigación científica? -Cuando, de acuerdo con la Junta, se suspendieron las investigaciones científicas para dar paso a una explotación racional de Las Médulas, fue porque todos veíamos claro que la razón de ser última de la investigación debe ser generar nuevos conocimientos y ponerlos a disposición de la sociedad. Desde entonces, el CSIC y la Junta han seguido manteniendo una estrecha colaboración mediante la firma de convenios. Gracias a ellos, nuestro grupo de investigación nunca ha dejado de estar presente en Las Médulas y creo que ha contribuido en la medida de sus posibilidades a mantener una actividad científica y divulgadora al respecto. Se han llevado a cabo actuaciones de divulgación tan importantes como la exposición celebrada en el Real Jardín Botánico del CSIC en Madrid. El objetivo científico más inmediato es publicar una síntesis extensa de todos los trabajos de investigación realizados. Obviamente, aún quedan muchísimos temas de interés científico, pero creo que merece la pena hacer esa «parada» y permitir que los resultados obtenidos puedan ser contrastados y discutidos. El otro objetivo que yo seleccionaría sería el de la mencionada creación de un Centro de investigación y difusión de rango internacional, pero esto, seguramente, es mucho pedir. -¿Existe un riesgo por el incremento en el nivel creciente de visitantes que acuden al paraje? -Como dije antes, el turismo implica indefectiblemente impactos degradantes paralelos. Pero estos pueden ser corregidos mediante esa mencionada política de visitas dirigidas y diversificadas. Para ello, es imprescindible, nuevamente, la dirección coordinada y única, dotada con los suficientes medios técnicos y humanos. Por ejemplo, ya cuando elaboramos el Plan Director, propusimos que se crease un acceso periférico entorno a la mina, dotado con un servicio público de transporte, una especie de «lanzadera» que permitiese a la gente subirse y bajarse durante todo el día a su gusto y que rompiese la tendencia de ir sólo al mirador de Orellán y a la Cuevona y la Encantada, lugares estos que sin duda son los están sufriendo un mayor impacto negativo. -¿Qué recuerdos personales tiene de hace diez años, cuando llegó la declaración? -Mis recuerdos son ahora mismo agridulces. No hace un año que falleció Pachula, María Dolores Fernández-Posse, mi pareja y compañera de trabajos durante tres décadas. Aún recuerdo la primera vez, a comienzos de los ochenta, que fuimos juntos a El Castrelín y dijo que le gustaría mucho excavar ese yacimiento, como así hizo. También recuerdo cuando ella en francés y yo en inglés les explicamos, junto a los técnicos de la Junta, las bondades de Las Médulas a los expertos mandados por la Unesco. Y, cómo no, me acuerdo de la celebración que hicimos en el CSIC, en Madrid, para celebrar la declaración, una conferencia finalizada con cecina y chorizo del Bierzo. En fin, los recuerdos serían todos muy buenos si ella no faltase.