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Días de muertos en México (II)

Los «Días de Muertos», que tienen su origen en la cultura precolombina mexicana, a partir de los años 70, cuando comenzó la inmigración masiva de mexicanos al sur de California, se han ido consolidando como un acontecimiento socio-cultural y re

CORDERO DEL CASTILLO

Publicado por
PRISCILIANO CORDERODEL CASTILLO
León

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Los «Días de Muertos», que tienen su origen en la cultura precolombina mejicana, a partir de los años 70, cuando comenzó la inmigración masiva de mejicanos al sur de California, se han ido consolidando como un acontecimiento socio-cultural y religioso de extraordinaria importancia para la comunidad hispana. Los largos días de preparación y de celebraciones sirven para recordar a sus muertos y comunicarse con ellos, pero también para relacionarse y socializarse entre los vivos y últimamente para reivindicar su cultura y sus derechos como comunidad hispana. En la década de los 80 se intensificó la celebración de esta fiesta en las parroquias y en la década de los 90 comenzó la celebración en las calles, en las plazas de las ciudades y en los campus universitarios. La respuesta ha sido masiva, en las iglesias por parte de la población mayor, primera generación de inmigrantes, y en las plazas y campus por parte de la población joven, segunda y tercera generación. Los mejicanos de segunda y tercera generación, después de haber nacido en Estados Unidos, hablar inglés y poseer en muchos casos estudios superiores, se siguen sintiendo discriminados y menospreciados por la sociedad blanca; no son aceptados como ciudadanos de pleno derecho. Por otra parte, tampoco ellos se sienten mejicanos, pues ya no conocen ni la cultura ni la historia de sus antepasados. Con estas celebraciones parece que estarían tratando de encontrarse a sí mismos, volviendo a la sensibilidad y a la religiosidad de sus mayores, incluso dando un salto atrás en su historia e ignorando la etapa de colonización española para recuperar su primitiva cultura indígena. «Ñimodo» («ogni modo», expresión latina muy usada por los mejicanos en su conversación ordinaria), como dicen los mejicanos, ellos son bajos, morenos y con rasgos indígenas; por consiguiente no son ni españoles ni americanos, sino meros mejicanos o chicanos. Estas celebraciones anuales de los «Días de Muertos» dan sentido a su pasado, a su presente y les ayudan a enfrentar el futuro. Es una expresión de autoidentidad, una forma de mantener su cultura, antes colonizada por España y ahora subyugada por Estados Unidos, amenazada por el pragmatismo y economicismo dominante. En 1986 la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, en la ciudad de Los Ángeles, introdujo en sus programas de asistencia a drogodependientes y a niños maltratados una serie de actividades manuales orientadas a crear todos los artículos necesarios para los «Días de Muertos». También preparó a un grupo de mujeres para hacer dulces de muertos, ofrendas, candelas votivas, ramos de flores, etc. Toda esta producción la expusieron en galerías y la llevaron a los mercados y a las iglesias. Esta experiencia se extendió rápidamente entre la población mejicana de Los Ángeles y más tarde por todo el sur de California. Hoy en todas las parroquias con comunidad hispana se celebran los «Días de Muertos» con la erección de altares y el consumo de cuantos artículos ofrece el mercado. Pero la celebración de los muertos en las calles, plazas o campus tiene su origen en el barrio Este de Los Ángeles, en un programa llamado «Self Help Graphics» (SHG) y en el Aztlan Cultural Arts Foundation». En 1998 un grupo de artistas hispanos, muchos de ellos salidos de los talleres de la Parroquia de Los Dolores, se ofrecieron para preparar los Días de Muertos pintando calaveras, esqueletos, máscaras, túnicas y toda clase de objetos para las celebraciones. Hicieron una exposición de sus obras en el edificio de la antigua prisión del Condado de Los Ángeles, hoy dedicado a centro cultural de grupos étnicos minoritarios. A esta iniciativa se unieron otros jóvenes y adultos de distintos centros y con todo el material creado hicieron una procesión por la Plaza Olvera. En esos momentos estaba renaciendo la fiesta de «Días de Muertos» nahua al margen de la celebración católica. La fiesta nahua de los «Días de Muertos» hoy se ha convertido en todos los Estados Unidos donde hay comunidades mejicanas en algo más que una fiesta religiosa en torno a la muerte y los muertos. Hoy es considerada como una plataforma de reivindicación cultural y también política. Con la invocación a la muerte y a sus muertos están pidiendo el respeto a su cultura que se resiste a morir y, sobre todo, el respeto a las personas en el trabajo, en la calle y en la sociedad en general. Las pancartas que acompañan en estas procesiones suelen llevar eslóganes que exigen sus viejas aspiraciones frente a la colonización antes española y ahora americana y no difieren mucho de las pancartas que exhiben en las marchas por la legalización de los inmigrantes sin papeles. Los «Días de Muertos» es una ocasión en la que los mejicanos tratan de reafirmar su identidad. La memoria de su pasado y la dura realidad de su presente les ayudan a enfrentarse a su futuro en esta tierra de exclusión. «Días de Muertos» para los chicanos en Estados Unidos es una celebración ancestral, espiritual y profana que les llena de energía para resistir y oponerse a la aculturación contra su lengua, su religión y su raza. Dentro de las iglesias, en las plazas, en las calles o en los campus universitarios, los chicanos, católicos o no, en las celebraciones de «Días de Muertos» se encuentran con su espiritualidad indígena y con su pasado idealizado, que hoy quieren recuperar.

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