Diario de León

«Si en Sudán hay que matar por petróleo, se mata»

Mohamed Abdalshakur Omar y Hamida Suliman Musa | Matrimonio originario de Darfur. Pese a la amenaza de muerte que pesa sobre ellos en Sudán, han decidido contar al mundo el conflicto civil de un país mortificado por las guerras. Esta semana ha

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MARCO ROMERO | texto
León

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Mohamed llega a la entrevista acompañado de su esposa, Hamida. Este sudanés defensor de los derechos humanos ha colaborado con diversas oenegés en Darfur como apoyo a niños, niñas y jóvenes de la zona que han sido víctimas del conflicto. Parte de su familia murió durante un bombardeo. Desde entonces decidió que el mundo debía conocer un conflicto acallado por un régimen corrupto. En un momento de su lucha, conoció a dos periodistas españoles. Le proporcionaron una cámara para que grabara y acumulara evidencias sobre las violaciones de derechos humanos que se están cometiendo en Darfur. Durante un año estuvo grabando fosas comunes, hombres que habían sufrido torturas y niñas víctimas de violaciones. Debido a esta actividad fue detenido por varios días y su mujer comenzó a recibir amenazas, por lo que decidieron salir del país hacia España ayudados por los periodistas. Mohamed ha presentado sus testimonios al Tribunal Penal de La Haya y a los investigadores de Amnistía Internacional. Esta semana viajó a León, donde relató una historia descorazonadora. «Las milicias de Darfur están matando gente todavía. De hecho a mis padres y a mis hermanos murieron en un bombardeo. Están torturando gente, secuestrando hombres y violando sistemáticamente a niñas que salen por agua. Y nadie está haciendo nada para que estas milicias dejen de actuar así», denuncia. -La comunidad internacional ha intervenido rápidamente en otros conflictos. ¿Qué resulta tan poco atractivo en éste para que no se le haga ni caso? -Hay intereses por el petróleo en la zona y los derechos humanos quedan en un segundo plano. Sólo prima el lucro económico. [El informe de Amnistía Internacional que diagnostica la situación de Sudán revela que China ha comerciado armas y ha invertido en recursos petroleros en Sudán. El gobierno chino enumera tres principios en su política relativa a las transferencias internacionales de armas (las exportaciones deben aumentar la capacidad legítima de autodefensa de los países receptores; no deben perjudicar la paz, la seguridad y la estabilidad regionales ni internacionales; y no deben interferir en los asuntos internos de los países receptores), pero lo cierto es que controla todas las exportaciones de artículos militares convencionales, incluidas las armas pequeñas, de acuerdo con su Reglamento sobre Control de Exportaciones de Productos Militares. Los envíos de armas de China a Sudán desde la década de 1990 han incluido munición, tanques, camiones militares, helicópteros y aviones de combate. Por otro lado, la Chinese National Petroleum Corporation (CNPC), empresa estatal, lleva invirtiendo en petróleo en Sudán desde diciembre de 1996 como parte de la Greater Nile Petroleum Operating Company (GNPOC). Desde 1998, China ha invertido más de 3.000 millones de dólares estadounidenses en la explotación de yacimientos petrolíferos y en la construcción de un oleoducto de 1.500 kilómetros, una refinería y un puerto. La CNPC es uno de los principales titulares de concesiones de petróleo de Sudán, y tiene la participación más alta (40%) en GNPOC, que explotó los bloques 1 y 2 (los yacimientos petrolíferos de Heglig y Unity), y tiene una concesión sobre el yacimiento más productivo, el bloque 4. En julio de 2006, China comenzó las extracciones de los bloques 3 y 7 (en la cuenca de Melut, en el norte del estado de Alto Nilo, sur de Sudán), que, según estimaciones, producirán unos 200.820 barriles al día]. -¿China es a Sudán lo que Estados Unidos a otras partes del mundo, por ejemplo Irak? -China tiene muchos intereses económicos en Sudán y ha vendido muchas armas al Gobierno sudanés. Hay muchos chinos trabajando e intentando extender sus intereses en el país, incluso ya se están haciendo casas. -Es como un nuevo colonialismo. -Sí. -¿En qué se diferenciaría este neoimperialismo del que ya padeció África en siglos pasados? ­-Con el antiguo colonialismo, las masacres no eran tan habituales. Era otra mentalidad, otro momento. Ahora, la tecnología y los intereses económicos no se detienen ante nada. Si hay que matar para conseguir esos intereses, como el petróleo, se mata. -Tiene que ser terrible vivir esa situación. -Ves cómo matan a tu familia y no puedes hacer nada. Tampoco la comunidad internacional lo hace. -¿Quiere contar su historia personal? Por ejemplo, ¿qué hacía antes de que su vida fuese rota? -Trabajaba como profesor, con niños de edades que en España equivalen a cursos de Secundaria. Kofi Annan, ex secretario general de la ONU, realizó una visita a Darfur para conocer la situación. Yo actué de intérprete para que la gente le contara lo que estaba ocurriendo. Al gobierno de Sudán no le gustó lo que escuchó de la gente y me quitaron el trabajo. Dos periodistas del canal Odisea fueron a hacer un reportaje a Darfur sobre la guerra, yo les ayudé como intérprete y cuando marcharon les pedí una cámara para seguir grabando lo que pasaba y tomar testimonio de lo que estaba ocurriendo. Seguí grabando testimonios de niñas violadas, gente que aparecía asesinada con torturas. La policía me pidió la cámara, me detuvieron y me metieron en la cárcel. Hamida, su pareja, empezó a recibir amenazas, corría riesgo de que la mataran y soborné a la policía con dinero que me prestaron mi familia y mis amigos. A través de Kenia, con la ayuda de los periodistas españoles, pude llegar hasta aquí. Ya he pedido el asilo político y estoy esperando una respuesta. -¿Tiene intención de volver? -Mi finalidad es volver a mi país para trabajar, pero de momento es imposible porque estoy amenazado de muerte. -¿Cuál es la situación de los niños, siempre la parte más débil? ­-Es mala porque, primero, no hay suficiente comida y la calidad del agua es pésima. Aparte está el problema de las violaciones de niñas. Tampoco hay suficientes medicinas para curar las enfermedades, porque pasa que uno de los mayores problemas que tenemos es que el gobierno sudanés no permite la entrada de ayuda humanitaria. Es un verdadero calvario para las oenegés que quieren entrar para repartir ayuda y no pueden. Ayer mismo estuve hablando con amigos de allí y me contaron que la policía había violado a una niña de nueve años y a otra de doce. Las niñas violadas no pueden denunciar porque si van a la policía pueden ser violadas otra vez. Esto es a diario. En mi reportaje se ven testimonios de niñas que cuentan cómo fueron violadas por la policía cuando acudían a denunciar que habían sufrido otra violación previa. -¿Qué espera sacar de su periplo por el mundo? -Espero que la comunidad internacional abra los ojos y de verdad se implique en Darfur. Debería presionar al gobierno de Sudán para que deje entrar a las tropas de la ONU y que éstas puedan ver lo que está ocurriendo. -¿Confía en una solución a corto plazo? -Me gustaría poder salir de España para que la gente de otros sitios conozca la situación de Sudán, pero mi situación personal me lo impide. No creo que esto tenga solución rápida porque la gente de la calle no conoce el problema. Sí lo conocen los políticos, pero no hacen nada para solucionarlo. Y los periodistas y las oenegés, como no pueden entrar, tampoco cuentan lo que pasa en el país. También hay poca gente de Darfur que esté fuera para hacerlo. Es culpa del petróleo, que para el poder tiene más importancia que los seres humanos. En todo caso, hay petróleo, pero no tenemos infraestructura para explotarlo. -Es valiente todo esto que está haciendo. ¿Quizá ha llegado a esto porque no tiene mucho más que perder, una vez que ya ha perdido a parte de su familia? -Realmente he perdido mucho y me prometí hacer algo para que la gente se enterase de lo que ocurre en Sudán. -¿Cuál es su sueño? -Me gustaría que los cascos azules de la ONU pudieran entrar en Darfur para imponer seguridad y acabar con esta situación. Por lo menos conozco a 53 criminales de guerra que deberían rendir cuentas ante el Tripunal Penal Internacional de La Haya.

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