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Una Navidad diferente

Finlandia vive las celebraciones navideñas en plena noche invernal, con todas las tradiciones muy vivas y cargadas de singularidades en una zona del Planeta en la que la nieve no falta nunca durante el invierno

SANDÍN

Publicado por
JUAN MANUEL SANDÍN | texto
León

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Es Navidad, y en Finlandia se celebra por todo lo alto. Todas las ciudades del país brillan de forma especial en la oscuridad del «kaamos», la noche invernal finlandesa, que se adueña del paisaje durante casi toda la jornada en invierno. El último fin de semana de noviembre el mismísimo «Joulupukki», Papá Noel, baja de su hogar en la remota Laponia hasta Helsinki, para dar por comenzada la Navidad y saludar a los finlandeses. Pasearse entonces por Alexanterinkatu, en pleno centro de la capital, es sumergirse en la magia de estos días, cuando la gente sale de sus casas para realizar las compras y disfrutar de la alegría de las bombillas y los villancicos sonando en cualquier lado, que se imponen por unas jornadas al tenue y silencioso invierno que sigue reinando en el interior de los inmensos bosques finlandeses. Cuando llega el 13 de diciembre, Santa Lucía, primera fiesta del calendario navideño de este país nórdico, rara es la vivienda que aún no ha sido engalanada con los típicos adornos: coronas elaboradas por cada familia con piñas de pícea y briznas de paja colocadas en las puertas, velas en las ventanas, y como no, el majestuoso abeto que preside cada hogar y que es adornado por los niños de la casa. Algunas casas tienen también otro árbol de Navidad en el jardín, del que cuelgan comederos para los pájaros. En las empresas se celebran las «pikkujoulu» o pequeña Navidad, fiestas en las que jefes y empleados pasan el día relajados en una sauna y se reúnen después para comer y comentar cómo ha ido el año que termina. En los teatros hay conciertos navideños, y en los soportales pequeños grupos corales amenizan las tardes. Las plazas son tomadas por los puestos de los mercadillos donde es posible encontrar casi de todo para disfrutar de estos días. La tradición de enviar felicitaciones por correo no ha sido sustituida aún en Finlandia por los «fríos» mensajes de móvil o internet, y cada año el servicio postal finlandés reparte cincuenta millones de tarjetas navideñas. ¡No está mal para una nación de 5 millones de habitantes! Para entonces la nieve suele cubrir ya todo el país y el frío ha extendido su manto por todos los rincones convirtiendo la superficie de los lagos, ahora alba y en verano de un azul profundo, en divertidas pistas de patinaje. Pero volemos rápidamente hasta Rovaniemi, 800 Km al Norte, a la auténtica capital mundial de la Navidad, donde está la casa de Joulupukki. Allí cerca, en la colina de Korvatunturi, una auténtica montaña de 483 m de alto en un país prácticamente plano excepto en su extremo noroccidental, entre los impenetrables bosques de coníferas de los confines de Finlandia, vive Papá Noel. Y allí recibe a través de las tres orejas colocadas en lo alto del monte, las peticiones de todos los niños del Mundo. Peticiones que luego se materializarán en juguetes en los talleres donde él mismo y su séquito de duendecillos (los «tonttus») trabajan todo el año. Estos seres son de espíritu travieso y juguetón, al igual que nuestros trasgus y duendes leoneses, también viven en el interior de las casas, graneros, e incluso saunas, apegados a estos lugares donde conviven con sus habitantes, ayudándolos. Dicen los que saben que no existe un lugar mejor para contemplar las mágicas auroras boreales -resplandores que aparecen en el firmamento en las oscuras noches del ártico-, que Korvatunturi, pero nadie ha podido comprobarlo, porque sólo Papá Noel y sus renos voladores puede subir a ella. Rovaniemi es una importante ciudad de 35.000 habitantes, de reciente creación y que cuenta con aeropuerto internacional y Universidad. En sus alrededores se encuentra el «Napapiiri», el lugar por donde atraviesa la línea imaginaria del Círculo Polar Ártico, y también el Santa Park, complejo turístico abierto todo el año en donde Joulupukki tiene su oficina de correos y donde se desplaza estos días para recibir a los niños (¡y adultos!) que quieran ir a verle. Aquí, en estas latitudes nórdicas, el día navideño dura sólo 1 hora, y la nieve adorna los tejados desde principios de noviembre por regla general. Las temperaturas son de muchos grados bajo cero y el río que atraviesa Rovaniemi está completamente congelado cuando diciembre aparece en el calendario. Pero no hay problema, porque la iluminación navideña y el ¡triple cristal! de las ventanas de las casas hacen más confortable la vida en este rincón del continente. En Finlandia el día 24 de diciembre, víspera del día de Navidad, es la fiesta más importante. Los comercios cierran sus puertas y la gente «desaparece» en sus casas después del clásico mensaje navideño. A mediodía, el alcalde Turku, la que fuera la capital del país, que es la ciudad más antigua de Finlandia, proclama desde hace más de un siglo la «Paz de Navidad», popular discurso retransmitido por todas las televisiones, en el que exhorta a los finlandeses con una fórmula que se repite cada año invitándoles a «seguir siendo buenos». A continuación, con un ¡Hyvää Joulua! felicita oficialmente las Pascuas. Después llega la hora de tomar la relajante «sauna de Navidad», y de preparar las delicias gastronómicas típicas de estas fechas: el salmón al horno, el pastel de colinabo, el clásico jamón asado o la lombarda, la compota de ciruela o la cerveza artesanal. Es un día para pasar en familia, y tras la temprana cena, a eso de las tres de la tarde, los cementerios se llenan de velas que resplandecen entre la nieve, traídas por aquellos que desean recordar a los seres queridos que ya no están, en la tradicional visita de este día a los camposantos. La jornada culmina con la llegada del trineo de Joulupukki y su séquito de duendes ayudantes a cada hogar, quien antes de entrar pregunta siempre si hay niños buenos en la casa, a lo que un coro de criaturas rubias responden siempre cantando: «Papá Noel, Papá Noel, barba blanca viejo abuelito, bienvenido a nuestro hogar¿». Una vez repartidos los regalos, mientras los rapaces de la casa juegan entretenidos, los adultos cantan villancicos y degustan el «glöggi», bebida navideña de elaboración casera a base de vino tinto, azúcar, canela, pasas y naranja, que se toma caliente, acompañada de las «estrellas de navidad» (pastas de mantequilla y ciruela), y galletas de jengibre. El día 25 es un día de paz y reposo. Se leen libros que trajo Joulupukki y se está en casa. Al día siguiente, San Esteban, también festivo, es cuando se sale a visitar a conocidos y si el tiempo lo permite, a los eventos al aire libre organizados por las asociaciones culturales y de feligreses.

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