Diario de León

INGLATERRA

«¡Me han clonado el coche!»

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IMANOL ALLENDE | londres En el Reino Unido han aparecido un nuevo tipo de clones, los de vehículos. Se calcula que más de 100.000 vehículos británicos han sido clonados en los últimos meses por individuos que los utilizan de manera impune para cometer ofensas sin miedo a recibir multas o deducción de puntos, porque las sanciones las recibe el dueño del vehículo clonado. Una moda que puede estar a punto de llegar a España. Lo contaban recientemente los medios de comunicación británicos. Cuando Mike McLellan, un empresario de Manchester, aparcó en una zona residencial de la ciudad, se quedó un tanto sorprendido cuando el vehículo estacionado a su lado era de la misma marca, un Vauxhall Astra, y del mismo color, plateado. Pero en fin, pensó McLellan, esa marca y ese color es muy normal en el parque automovilístico británico. Sin embargo su interés se convirtió en horror cuando vio que ese vehículo que estaba al lado del suyo tenía el mismo número de matrícula. En un principio McLellan pensó que veía doble por efecto de la pinta que se había bebido en el pub, pero tras volver a leerla y releerla se dio cuenta de que el coche allí estacionado era un doble exacto del suyo. McLellan, aún sin pulso, logró marcar el número de la policía y cuando informó de su sorprendente hallazgo el agente de turno en Scotland Yard le respondió que no se alarmara tanto que, atención, había sido una víctima más de¿ «los clonadores de vehículos». El problema ha crecido de tal manera en los últimos meses -se ha multiplicado por diez- que Scotland Yard ha establecido un departamento exclusivamente dedicado a luchar contra este nuevo fraude. Pero ¿cómo se produce la clonación de un vehículo? Los clonadores de coches, a modo de científicos desviados, utilizan matrículas o bien robadas o copiadas de modelos idénticos. Tras ello, los vehículos clonados pasan un superficial control policial en el que se comprueba el número de matrícula contrastado con el modelo, tipo y color del vehículo. Todo concuerda. Una vez que tienen este vehículo con su matrícula duplicada en las carreteras los usuarios de estos clones se dedican al extraño y peligroso placer de no respetar ninguna de las limitaciones de velocidad, huir de las gasolineras sin pagar el repostaje o aparcar donde les plazca sin miedo a las multas. O peor, para cometer otro tipo de crímenes como robos. Muchos de estos clonadores utilizan lo que se denomina en el argot criminal fagins, adolescentes líderes de una banda que utilizan a los niños del barrio para que busquen modelos específicos.

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