Mini Clubman, curiosidad minimalista
Puede que haya quien lo tilde de extravagante, incluso de curiosidad exenta de racionalidad comercial. Si hay gustos para todo, también hay hueco para un Mini «alargado» en el catálogo del singular modelo firmado por BMW. Dos versiones (gasolin
Curioso, exclusivo y hasta extravagante. Cooper S para el motor de gasolina y Cooper D para el disel. El Clubman, una alargada versión del Mini, sigue la estela de su ancestro, que también tuvo, en los xisties , una carrocería similar. Tan singular como cuestionable, lo cierto es que el Clubman no deja indiferente y eso, a fin de cuentas, es la filosofía que ha acompañado al Mini desde... la noche de los tiempos . ¿Un Mini familiar? Algo así. En realidad, una interesante versión para quien pretenda algo más de habitabilidad en las plazas posteriores, incluso con un maletero también más generoso (260 litros, 930 si se abaten los asientos traseros); 24 centímetros suplementarios en la longitud de la carrocería (3,94 metros totales) redundan en beneficio de unas cotas de habitabilidad que el fabricante se «atreve» a publicitar como un coche apta para 5 plazas... mejor seguir ocupan «sólo» cuatro. Por mucho que -eso también- la generosas superficie acristalada -en comparación con el total de «chapa»- de una sensación de coche más grande. Tampoco hay que sugestionarse: el Mini, Clubman incluido, no se compra precisamente para disponer de una capacidad panorámica ; se compra para disfrutar de un modelo distinto, capaz de proporcionar unas, también distintas, sensaciones a sus usuarios. La adopción de una tercera puerta lateral (en el lado derecho y de apertura opuesta) se convierte en toda una seña de identidad para el Clubman, quizá más «de diseño» que auténticamente funcional, aunque no deja de ser una curiosidad añadida al exclusivo diseño de nuestro protagonista. Incluso con esa puerta, hay que desplazar y reclinar el asiento para acceder a las plazas traseras.. La doble puerta trasera del maletero es otra -una más- de las curiosidades estilísticas del Clubman que, aquí sí, resulta más práctica que el convencional portón de apertura superior, sobre todo cuando se actúa en espacios reducidos o cuando se estiban pequeños objetos cotidianos. Aún disponiendo de una batalla más larga (8 centímetros suplementarios) que sus congéneres normales , el Clubman ofrece un comportamiento rutero equiparable, por calidad de rodadura y «pisada», máxime si el comprador se decanta por la versión de gasolina Cooper S, y si, además, se montan las llantas opcionales de 17 pulgadas calzadas con neumáticos más anchos (579 euros), la suspensión deportiva (207 euros) y el diferencial autoblocante (165 euros) aditamentos, todos ellos, dignos del tal apellido . También el motor 1.6 litros turboalimentado «Twin Scroll» (175 CV) unido al cambio manual de 6 marchas, contribuye generosamente a la sensación de deportividad inherente al apellido y a la propia filosofía del Mini. Y ello, con unos consumos contenidos (incluso en ciudad, gracias al sistema «start-stop» que se ofrece de serie) de forma que con prácticamente 8 litros de media, pueden recorrerse algo más de 600 kilómetros sin repostar. Otro tanto sucede con la versión gasóleo Cooper D (110 CV), cuya media de consumo se sitúa por debajo de los 6 litros, lo que propicia una autonomía alrededor de 680 kilómetros. En definitiva, una versión «distinta» del, ya de por sí, «distinto» Mini; que no deja indiferente y que tiene su puntito para quienes pretendan disfrutar de un coche capaz de ofrecer evidentes alternativas de utilización dinámico-prácticas.