«Fórmula Niki Lauda»: conducir, igual de divertido que ahorrar
Dos pilotos enfrentados. Niki Lauda, una de las leyendas de la Fórmula 1, frente a Mathias Lauda, piloto del Campeonato de Turismos, cada uno al volante de sendos Smart tricilíndricos (71 CV). Una divertida apuesta por ahorrar combustible... y
Padre «contra» hijo, piloto frente a piloto. «Apuesto 50 euros a que te voy a ganar y por mucho», exclama el padre. «Pues yo no apuesto en contra, porque si él, que tanto mira cada euro, se apuesta nada menos que un billete de 50, es que va en serio», responde el hijo. El piloto de leyenda de la Fórmula 1, Niki Lauda (58 años) y el piloto del Campeonato de Turismos, Mathias Lauda (26 años) en un singular cara a cara: no se trata de correr, sino de consumir lo menos posible en un recorrido urbano de 35 kilómetros, atravesando la metrópolis de Mercedes, la ciudad alemana de Stuttgart. El padre contra el hijo, un piloto contra otro piloto, la diversión de conducir frente a la diversión de lograr un bajo consumo. Ambos al volante de sendos Smart Fortwo Cabrio mhd (71 CV), dotados de tecnología «Start-Stop» (arranque parada); es decir, que cuando la velocidad del coche baja de 8 por hora -al llegar a un cruce o a un semáforo- el motor se para automáticamente, para volver a arrancar nada más que el conductor pisa el acelerador. Smart ha renovado completamente su popular Fortwo, ahora un poco más grande -20 centímetros suplementarios-, con un motor más potente y, en consecuencia, un comportamiento dinámico mejorado que le permite al minimalista urbanita ampliar su radio de acción fuera de la ciudad. Esta segunda generación del Smart ha cambiado la práctica totalidad de sus componentes y puede «presumir» de un maletero de 220 litros de capacidad (70 más que su antecesor). El capítulo motorístico también ha cambiado. Fiel al tricilíndrico y al litro de cilindrada, la gama se compone de tres versiones de gasolina (61, 71 y 84 CV) y un gasóleo CDi (45 CV) además de la curiosidad añadida del musculado Brabus (95 CV), tanto en carrocería Coupé como Cabrio. Tras una suave arrancada, el triple campeón del Mundo F-1 deja a un lado la turística torre de la televisión de Stuttgart y baja la cuesta hacia el centro de la ciudad, que atraviesa en dirección al estadio Gottlieb-Daimler (en honor a los fundadores de la marca) y al nuevo Museo Mercedes. El rutómetro de Niki continúa a lo largo del río Neckar y vuelve a subir al otro lado, hacia Killesberg, donde en su día Ferdinand Porsche creó el VW Escarabajo. «Es un terreno complicado para una prueba de consumo -se queja el maestro- porque todo son subidas y bajadas»... aunque el medidor de flujo instalado por los técnicos de Samart acabe por satisfacerle: alrededor de 5 litros. «Hay que dejar rodar el vehículo», aprovecharse de la propia energía del coche y no perderla sin sentido, acelerando o frenando sin sentido», la fórmula mágica del campeón que, además, afirma: «Es una estupidez acelerar a fondo de un semáforo a otro, gastando inútilmente una vasliosa energía». Por si esto fuera poco, Niki no cuestiona que se pierda diversión al volante: «En los deslazamientos cortos la diversión está sobre todo en el ahorro». Lo primordial, según Niki, es centrarse en una conducción anticipativa, frenar poco, acelerar con cuidado, recortar el consumo de combustible... y ganar a su hijo por una abultada diferencia. «Siempre actúo por convicción». Niki deja a un lado el chalé de Porsche, en la calle Feuerbach, y continúa con el Smart hacia Solitude, la que antaño fuera zona de recreo de los reyes de Württemberg, en cuyo patio del palacio ya le espera su hijo Mathias. ¿Cuánto llevas aquí». Dos minutos, la responde Mathias. ¿Y cuanto has gastado?. 6,48 litros a los cien. «Pues ya ves, yo sólo he consumido 5,23 litros. Me has ganado por dos minutos, apenas dos minutos en 35 kilómetros de tránsito urbano, pero yo he recortado 1,25 litros a los cien, un 20% menos». «Mucha suavidad con el pie en el acelerador, hijo, ése es todo el secreto». La sentencia del padre... «De acuerdo, tú has ganado y yo tampoco he sido mucho más rápido»... y un abrazo para cerrar el «duelo». En fin, que la veteranía sigue siendo un grado.