Diario de León

Con los pies en la tierra y la cabeza en la música

Víctor Manuel rompe cuatro años de silencio con un disco muy optimista y apegado a la realidad. «Aún tengo mucha capacidad para cabrearme», asegura

KIKO HUESCA

KIKO HUESCA

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MIGUEL LORENCI | texto
León

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Lleva 40 años en la carretera y ni una sola vez se ha planteado tirar del freno o arrojar la toalla. Víctor Manuel (Mieres del Camino, 1947), adora su oficio, componer y cantar canciones, y celebra estas cuatro décadas ininterrumpidas de actividad con un disco muy optimista, directo, sencillo, comprometido y muy apegado a la realidad. No hay nada mejor que escribir una canción es su título -Sony-BMG, a la venta el próximo martes- y toda declaración de intenciones del orgulloso y veterano cantautor, Víctor Manuel San José Sánchez, en su DNI. De nuevo junto a los suyos -su mujer Ana Belén y su hijos David y Marina- y un buen puñado de amigos, repasa en doce temas asuntos de la realidad y la más rabiosa actualidad. Habla en sus nuevas canciones de malos tratos, de la memoria histórica y el derecho a sacar de las cunetas los cadáveres de los asesinados en la guerra, de las mujeres y sus conquistas, la degradación del medio ambiente, o las afrentas del dolor y la enfermedad. También del amor, hetero y homo, y en especial del que siente por Ana Belén, a quien rinden un sentido homenaje. «Aún tengo mucha capacidad de cabrearme» asegura el músico asturiano, que canta a la fortaleza de la voluntad y se enrabieta ante la injusticia. «Los seres humanos somos muy fuertes y capaces de supera las situaciones más adversas. Mis cabreos de ahora son menos políticos, antes que ver la derecha o la izquierda, tienen que ver con lo que afecta a la mayoría de la gente» expone. Y uno de los cabreos que ha convertido en canción «es la indignación que me procura que impidan a cualquiera recuperar el cadáver de un familiar de una cuneta o una fosa común». «Cuando le niegas a alguien su memoria, no puedes ser ni mas estúpido ni más injusto» se indigna. Así en el tema Cómo voy a olvidarme evoca de nuevo a su abuelo Ángel «que como tantos otros está en un fosa común del cementerio civil de Oviedo». «Sólo hace ocho meses he obtenido los papeles del juicio que llevó a su fusilamiento en 1941, tras tres años de cárcel por la denuncia de un vecino, y fue gracias a la gente que se ocupa del memoria histórica en Asturias» explica. Incluso en una cuestión como esta «trato de ser dulce y no tirarle a nadie nada a la cara y demostrar que en este caso, recuperar la memoria de los tuyos es de justicia». «Soy optimista por naturaleza, una especie de corcho insumergible, y quizá lo exprese ahora mejor que en la juventud» asegura. «Expresar lo que piensas y lo que sientes de un modo sencillo, claro, ha sido siempre una aspiración y creo que también una conquista de la madurez» precisa Víctor Manuel que también canta a la conquista de las mujeres de su derechos o a las uniones de homosexuales, en este caso la de un legionario y un guardia civil en Primavera es cuando llega abril. Cada uno de sus temas está de nuevo hecho desde la convicción de que «aunque no cambie el mundo, puede contribuir a mejorarlo». «Las canciones han de tener sentido y aportarme algo, aunque también me gusta la música para bailar» dice Víctor Manuel, que acepta de buen grado que le llamen cantautor. «Quien escribe y canta con determinada intención es porque está atento a lo que ocurre en el mundo del que forma parte y aspira a mejorarlo. Los cantautores además están muy vivos y más que coleando; no olvidemos que el disco más vendido del último año ha sido el de esos dos grandes veteranos que se llaman Serrat y Sabina». Como ellos, Víctor Manuel hoy peina canas y está mas que agradecido «por todo lo que la vida me ha dado, algo que jamás soñé cuando con 16 años cogí una guitarra y me lancé a la carretera». Mucho ha llovido desde entonces, pero con las pies en la tierra y la cabeza plagada de música, aún tiene ganas de celebrar su oficio. «Llevo 40 años, 30 discos y mas de 500 canciones, y aún me divierto» se felicita. «Es una bendición. He hecho otras cosas, pero mi oficio es éste y esa euforia por la música que da título al disco la he sentido siempre» admite. Métodos y musas Cada vez que culmina un disco, Víctor Manuel coloca su cabeza «en barbecho». «Dejo de componer hasta que llega el siguiente proyecto. Entre medias suele haber un gira, pero prefiero concentrar la composición y encerrarme a terminar cada proyecto. Es cuestión de método más que de musa y te permite tener las pilas un poco cargadas» dice. También en esta ocasión habrá gira. Empezará por escenarios y espacios pequeños y con la única compañía de un piano, para saltar después a escenarios y espacios más amplios. Será a partir de junio y con Ana Belén en un espectáculo conjunto basado en este disco y en el último de ella: Anatomía. Ana Belén es su «oyente de confianza, aunque a veces se equivoca» y cuando compone para ella «me exijo más, porque canta mejor que yo y su dinámica de voz es más rica». En esta ocasión Ana Belén está en los coros, también participan sus hijos David -productor y arreglista- y Marina, e íntimos amigos, como Lúa Ríos, hija de Miguel. «La familia que canta unida, permanece unida. Y resulta comodísimo llamar a tu familia para llenar un estudio de grabación» bromea. Víctor Manuel ha hecho otras cosas en su vida, como producir cine, pero siempre vuelve al calor del música. «Producir me aburre, aunque sean cosas que me gusten, estar tras una mesa me aburre que me mata. También en la música producir es aburridísimo. Componiendo no me aburro y eso que me pongo las cosas difíciles y lo hago siempre en un lugar sin ventanas, casi a oscuras y encerrado como una rata con un lamparita».

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