La patata reivindica su importancia en «su año»
La ONU ha establecido que el 2008 es el año internacional de la patata como reconocimiento a su valor nutricional y su papel como «alimento de los pobres», y por ser uno de los productos básicos más consumidos del planeta
Grandes o pequeñas; lisas o rugosas; blancas, amarillas o incluso violetas, las patatas celebran su año demostrando su versatilidad, pero sobre todo, su capacidad para proporcionar una alimentación nutritiva a la población mundial. La ONU ha establecido que 2008 es el año internacional de la patata, uno de los productos básicos más consumidos del planeta, por detrás del arroz, el trigo y el maíz. El objetivo de las Naciones Unidas es «crear una mayor conciencia de la importancia de la patata como alimento en los países en desarrollo y promover la investigación y el desarrollo de los sistemas de producción de este cultivo». En el Centro Internacional de la Papa (CIP), cuya sede central está en Lima, se dedican a la conservación de la biodiversidad de la patata en todo el mundo -sólo en la región andina tienen registradas 4.200 variedades-. Su directora, la doctora Pamela Anderson, viajó recientemente desde Perú para participar en la Semana Verde de Berlín, la mayor feria agroalimentaria del mundo, en donde diversos foros de debate han rendido homenaje a la patata. Según explicó esta experta entomóloga, «2008 debe servir para concienciar población mundial de la importancia que este cultivo tiene en la lucha contra el hambre y la pobreza». Este centro de investigación ha puesto en marcha diversos proyectos para mejorar la calidad de este tubérculo y favorecer su comercialización en los países más pobres, entre ellos, Papa Andino, que es financiado desde España por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria. El origen de la patata se suele atribuir a los indios del altiplano andino del sudeste de Lima, en Perú, que empezaron a cultivarla hace unos 8.000 años, si bien este punto es controvertido en Latinoamérica, y en Bolivia se alzan voces discordantes que reivindican su paternidad. Dulce o amarga, la patata gusta a todo el mundo. De América a Europa y, de ahí, al resto de continentes, este tubérculo fue conquistando la tierra adaptándose a cada terreno, hasta el punto de que se ha convertido en el cultivo más extendido del planeta, según señaló Anderson. El mundo produce anualmente cerca de 300 millones de toneladas de patatas, más de la mitad de las cuales se cultivan en países en desarrollo, y su comercialización en 2006 generó 6.000 millones de dólares, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Por primera vez desde 2005 existen más áreas de cultivo de la patata en el mundo en desarrollo que en el industrializado y sólo China y La India producen el 30 por ciento del total. Existen varias razones para apoyar la producción de la patata: crece rápido y en los climas más difíciles, necesita poca agua y su cultivo es idóneo para muchos de los países en desarrollo, donde la tierra es limitada y la mano de obra es abundante. La planta, cuyo nombre científico responde al de solanum tuberosum, mide cerca de un metro de altura y posee flores blancas o rosáceas, que eran muy apreciadas por las aristócratas europeas -con ellas adornaba María Antonieta su cabello-. Sin embargo, lo que se come es el tubérculo, es decir, la prolongación subterránea del tallo en donde la planta acumula sus reservas y que, a pesar de lo que normalmente se cree, su aporte calórico es pequeño. «Una papa normal de 100 o 150 gramos tiene solo 100 calorías », asegura Anderson a Efe, y añade que «contiene la mitad de la vitamina C diaria recomendada y posee muchos micronutrientes como hierro, proteínas y vitamina B». Su consumo, sin embargo, sigue siendo superior en Europa. «Por tradición», afirma Anderson, quien comenta que los primeros datos que se tienen de su distribución en el nuevo continente datan de 1570 y apuntan al Hospital de la Sangre en Sevilla, en donde eran suministradas a los enfermos. Aunque en Europa la patata suele ser de forma redondeada, con la piel amarilla o rosada, la pulpa blanca o amarilla y los ojos poco profundos, existen más de 5.000 variedades en todo el mundo. En los países del altiplano se cultivan las más extrañas para los europeos, ya que su piel y carne son de color púrpura, violeta o azul; variedades que tienen un gran éxito en la «nouvelle cuisine». A pesar del injusto trato que suelen recibir las patatas -normalmente abandonadas en la última balda de la despensa o en el cuarto más oscuro-, su versatilidad es apreciada por todos: fritas, guisadas, cocidas, rellenas o hervidas son gustosas para el paladar. Pocos saben, sin embargo, que la patata es madre también del vodka ruso y otros licores, además de algunas golosinas e incluso cosméticos.