¡Caracoles con el baúl de la Piquer!

Los caracoles tienen cuernos... «Así que podría ser también la reina de los cornudos», bromeó Concha Márquez Piquer al ser proclamada en Barcelona Reina del Caracol 2008. «¿Asco yo a los caracoles? Qué va. ¿No ves que soy valenciana? En mi casa los ponía muy ricos, y un poco picantes, mi tía Nitín, y también la cocinera que teníamos. Mamá no. A mamá lo que le gustaba era planchar. Ella misma decía que, como cocinera, sólo sabía hacer huevos duros». La hija de la gran Concha Piquer ejerció de soberana, Fernando Guillén fue el pregonero y la actriz Teté Delgado bordó el papel de Cargolina en la Fiesta del Caracol celebrada en la Ciudad Condal; un original y pantagruélico banquete, no apto para estómagos delicados, que desde hace veinticuatro años organiza el restaurante Diagonal Can Soteras y por el que han desfilado, entre otros reconocidos engullidores de caracoles, Joan Manuel Serrat, Concha Velasco, Ferrán Adriá, Sara Montiel, Mercedes Milá y Chenoa. En esta nueva edición se rindió homenaje al Año Olímpico, y varios deportistas, entre ellos la atleta María Vasco, el entrenador Xabier Azkagorta y la atleta paralímpica Rosalía Lázaro, fueron ordenados cofrades del caracol por medio de una irónica ceremonia en la que, a falta de espada, se utilizó un gigantesco tenedor de madera. Acto seguido, todos juraron cumplir los diez mandamientos del buen caracolero, entre los que figuran: «Amarás al caracol como a ti mismo» y «No matarás al caracol, si no es para llevártelo a la cazuela». La protagonista indiscutible fue la reina de la fiesta. Acompañada en todo momento por su marido, el actor Ramiro Oliveros, y recién llegados ambos de Tailandia, donde acostumbran a recibir el nuevo año, Concha no ocultó que está viviendo una jubilación de oro, después de 34 años subiéndose a un escenario. «Como cantante, me he recorrido el mundo entero, y ahora sigo recorriéndolo pero por puro placer. El día 29 nos vamos mi hija Iris, Ramiro y yo a Roma, y luego en barco a las islas griegas, Malta, Egipto... Votaremos por correo. Y el 9 de marzo -proclamó solemne- veré qué pasa con este país nuestro. Prefiero verlo de lejos». Con perro y canario Concha, que en lo de cocinar no ha salido a su madre, porque ella incluso ha publicado un libro de recetas, rememoró a la Piquer en varias ocasiones. «Recuerdo los consejos que me daba: No te cases, no te cases... Y yo en cambio me casé con 17 años. Luego, como todo el mundo sabe, me separé de Curro Romero, y me casé con Ramiro». Pero el anfitrión de la fiesta, que tenía pinta de haber sido fan de doña Concha, quería saber algo más: «¿Por qué se habla siempre del baúl de la Piquer?», preguntó. «Coño -replicó la hija-, porque mi madre viajaba con un montón de baúles. Además de los suyos, que eran enormes, estaban los de la compañía, que podían llegar a ser setenta. Y a eso había que añadir los de la casa, porque ella alquilaba siempre una casa allá donde iba de gira y se lo llevaba todo: ropa de cama, de mesa... Y luego estaba mi padre, que siempre acarreaba con él dos baúles llenos de aceite de oliva de la marca Ybarra. A todo eso había que sumar a mi perro, Tico, y al canario de mi madre, que se llamaba don Marcelo». La explicación arrancó una ovación de entusiasmo. Pero Fernando Guillén quedó agotado sólo de imaginar semejante viaje. El actor, que desde que se ha retirado no para de recibir honores y acaba de ser condecorado con la Medalla de Oro al Mérito del Trabajo, confesó que «son demasiados homenajes seguidos y me siento agradecido, pero muy cansado». Poco antes de pronunciar un bello pregón en verso que fue una oda al gasterópodo que más tarde se zampó con siete salsas distintas, Guillén aseguró desconocer el comentadísimo enfado de Alfredo Landa con Garci. «Pero me parece mal -opinó-, porque Landa debe a Garci muchísimas cosas. De ser un actor cómico, que dio nombre al landismo, fue Garci quien le dio una serie de personajes excelentes. Además eran íntimos amigos».