Diario de León

«La violencia es el fracaso absoluto de la convivencia»

Luis Rojas Marcos | El psiquiatra analiza en «Convivir» los retos y lacras de las relaciones personales y defiende que «ningún humano nace violento»

Publicado por
MIGUEL LORENCI | texto
León

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«La soledad mata» pero «quien convive, vive». Lo asegura Luis Rojas Marcos (1943), reputado psiquiatra que analiza en su ensayo Convivir (Aguilar) las retos, lacras y riesgos de las relaciones personales, del cáncer de la violencia de género a las depresiones generadas por pérdidas, separaciones o carencias. Sevillano de nación y neoyorquino de vocación, Rojas Marcos estuvo al frente de los servicios psiquiátricos de Nueva York. De regreso a una universidad asociada con tres hospitales de la gran manzana, Rojas Marcos se pregunta qué falla en unos seres hechos para convivir conectados pero que demasiado a menudo «desconectan» y arrebatan o amargan la vida del prójimo. -Estamos hechos para convivir pero empeñados en romper nuestras conexiones ¿Nos lo explica? -Todos tenemos una capacidad para conectar con los demás que aprendemos desde la infancia. La mayoría lo hace razonablemente bien, mientras que una minoría tienen enormes dificultades; no dispone de esas herramientas que debemos adquirir en la infancia, quizá por una experiencia negativa, una personalidad ansiosa que prefiere protegerse y no conectarse para no experimentar una desconexión o una ruptura que siempre genera dolor. También por inadaptación ante los cambios, la edad, la enfermedad o los problemas económicos. -¿La violencia es el fracaso más absoluto de la convivencia? -Absoluto y definitivo. Cuando no se encuentran salidas en una situación de angustia, infelicidad, odio, tensión, humillaciones y desacuerdos, se pierde el autocontrol. Se llega a la agresión y las muertes que nos estremecen estos días y que, en efecto, son el fracaso más rotundo de la comunicación y la convivencia. -¿Cómo atajar esta lacra? -Invirtiendo en la infancia. Si queremos prevenir la violencia hemos de asegurarnos de que los niños crecen en un ambiente de afecto, de seguridad y de estímulos apropiados. También en la familia y en la prevención del impacto del alcohol o las drogas. Ningún ser humano nace violento. La violencia se aprende en los primeros años de vida. Es prioritario actuar ahí, además de mejorar una leyes que ayudan con su poder disuasorio y una conciencia social que, como vemos, valora cada vez más la vida y rechaza cada vez más la violencia de género, el acoso escolar o el laboral. -¿Es imposible combatirla después de la infancia? -Casi. Si de niño no se desarrolla la capacidad de compasión ante el dolor ajeno, la empatía para ponerse en el lugar del otro, o lo que en psicología llamamos las funciones ejecutivas del autocontrol y la comunicación, será muy difícil desarrollarlas en la vida adulta. -¿Nos iría mejor poniéndonos más a menudo en la piel del otro? -Desde luego. Es parte de nuestra naturaleza. Hemos de ver al otro como un regalo que nos hace la vida. Pero por lo común, cuando fracasa la convivencia culpamos siempre al otro. Siempre nos damos la ventaja a nosotros y nunca al otro. Necesitamos algo más de introspección y madurez, mirarnos en el espejo con más sinceridad y aprender a recurrir a mediadores. -¿El varón es por naturaleza más violento que la mujer? -Sí. En cualquier parte del mundo los varones son verdugos y víctimas, los que más delitos violentos comenten y quienes más los padecen. Sean infanticidios, parricidios o en suicidios, las tasas son abrumadoramente masculinas. El hombre es más violento desde el alba de los tiempos y la cultura ha fomentado esa violencia. La testosterona hace al varón más activo físicamente, y si eres más activo eres más proclive a la violencia. La mujer esta más pegada a la vida y cuando protagoniza una acción violenta, es mucho mas llamativo. -El odio, como el amor ¿es pura química? -Todo es química cerebral. Es nuestro ordenador, el cerebro, el que opta por huir o luchar. Si el cerebro no funciona, en alguien que está en coma por ejemplo, no habrá violencia; no habrá neurotransmisión. Es química, sí, pero no lo explica todo, aunque explique mucho. Volvemos a la importancia del entorno, la educación en la infancia, las experiencia vitales, el carácter y muchas más variables. -La vida urbana ¿dificulta la convivencia? -Al contrario. Ayuda y facilita muchas cosas; genera muchos estímulos y alimenta la diversidad. Aunque también es cierto que el hacinamiento, y está comprobado en animales, excita la agresividad. -Las grande urbes ¿no son cúmulos de soledades? -No necesariamente. Hay quien se sentirá más sólo en el campo. Prefiero estar sólo en una ciudad que en medio de una montaña. Por algo creamos las ciudades y la urbanización aumenta. -¿La soledad mata, como el tabaco? -Sentirte solo es lo que mata. Quien se sienta solo se sentirá abandonado y desconectado. La soledad es uno de los peores sentimientos que podemos albergar. -Y ¿quien convive vive? -En efecto, quien convive vive. Ayuda cultivar el optimismo, mantener la curiosidad, interactuar y conocerse bien, perdonarse los errores, apreciar lo que tienes y no crearse expectativas inalcanzables.

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