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Publicado por
León

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|||| A Jennifer López le ha dado el cuarto de hora y le ha entrado una obsesión insana por la salud, poco después de traer al mundo a su par de gemelos. No es tan infrecuente, pasa hasta en las mejores familias... A Gwyneth Paltrow le ocurrió algo parecido. Contrajo un virus mental que le llevó a obsesionarse con las bacterias. Lo que pasa es que en Gwyneth no sorprende tanto, porque ella ya de por sí tiende a la asepsia (con decir que ha vivido en Talavera de la Reina y no prueba el jamón...) Sin embargo, en una latina de barrio como Jennifer la cosa suena más grave. De ser cierto lo que cuentan, López y su marido, Marc Anthony, han convertido su casa en una especie de quirófano, en el que todo aquél que desee ver y tocar a sus bebés deberá primero lavarse las manos con un jabón antimicrobios y colocarse una mascarilla como si fuera a operar... Ni qué decir tiene que las flores y los muñecos de peluche enviados como regalo, peligrosos nidos de ácaros y parásitos, permanecen en unas dependencias muy alejadas de la habitación de los bebés no vayan a hacerles estornudar. Siempre he sospechado que series como House y Anatomía de Grey pueden resultar perniciosas para la salud mental de los hipocondriacos. Pero nunca imaginé que el contagio mediático pudiera ser tan severo. Porque la cosa no queda ahí. A los hijos de Jennifer no se les puede tocar y abrazar con naturalidad (¿Existe mayor vitamina y potenciador de las defensas naturales que los arrumacos y el cariño?) Pero es que encima los pobrecitos se pasan el día oyendo música de gaitas, que dicen que son relajantes... ¿Relajantes las gaitas? Más de uno con semejante hilo musical se ahorcaba. En fin, López, sal del quirófano y vuelve en ti. Vuelve a la vida. Vuelve al barrio.

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