Diario de León
EDUARDO ABAD

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León

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|||| Hasta ahora conocíamos la Pasión según San Marcos, la Pasión según San Mateo... Pero esta Semana Santa nos ha sido revelada una nueva versión: la pasión según Paquirrín, que tiene muy poco de santo. En esa pasión no hay calvario ni agonía, sino besos con sabor a ketchup; los que le daba el otro día el hijo de la Pantoja a su novia en el balcón de una céntrica hamburguesería sevillana, al paso de una hermandad de Semana Santa. Huelga decir que los nazarenos por poco le crucifican. Las imágenes del ostentoso morreo entre Kiko Rivera y esa rubia platino llamada Teresa (y rebautizada por la prensa como Maite, Tesi, Techu y Techy) han levantado entre los penitentes sevillanos más ampollas que la procesión en sí. «Si no le gusta la Semana Santa, que no venga», han dicho los más contenidos... Se supone que uno cuando se sube a ese estratégico balcón en fecha tan señalada es para ver pasar a la Virgen. Pero a Paquirrín es evidente que las vírgenes le dejan frío. Se supone también que un paso de Semana Santa debe de ser contemplado con seriedad y recogimiento. Pero entre Paquirrín y su novia había tanto recogimiento como en una caseta del Real. Va a ser que, con tanto bolo discotequero y tanto trasnoche, Kiko perdió el sentido del tiempo y se creía en la Feria. Dicen que, al volver en sí, el hijo de la Pantoja ha pedido disculpas a todo el mundo; al moranco César Cadaval (que estaba en el mismo balcón y ha reaccionado en plan 'Aparta de mí este cáliz'), e incluso a la dueña de la hamburguesería. Pero ella precisamente puede estar contenta. Esa imagen de Kiko merendándose a su novia bajo la inconfundible 'M' de McDonalds es una publicidad impagable, que remite directamente (Mmmm... I'm loving it) al eslogan de la firma.

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