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«Quiero que Mansilla sea una villa como Urueña»

María Paz Díez Martínez | Lo suyo fue llegar y tomar el bastón de mando. El Museo Etnográfico Provincial fue la cara de su mandato y la espantada de varios concejales una cruz inesperada. Ahora quiere convertir a Mansilla de las Mulas en un «nú

NORBERTO

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ANA GAITERO | texto ANA GAITERO | texto
León

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María Paz Díez Martínez tiene una corta pero atribulada carrera política. Llegó a la alcaldía de Mansilla de las Mulas el 23 de septiembre del 2003, después de las fiestas de Nuestra Señora de Gracia y tras la renuncia del socialista Ramón Tuero. Nuevamente como candidata del PP, ganó las elecciones del 2007, aunque no consiguió mayoría absoluta y gobierna en coalición con el único concejal de UPL. -¿Cómo llegó a la política? -No tenía ni idea de lo que era. He sido toda mi vida funcionaria y nunca pensé entrar en política. Es verdad que mi ideología es derechas, pero mucho tiempo voté en blanco. Tengo una casa en este pueblo hace diecisiete o dieciocho años porque es el pueblo de mi madre y de mis abuelos maternos. Empiezo a venir al pueblo los fines de semana y me doy cuenta de que no tiene nada que ver con lo que conocí cuando tenía nueve o diez años, cuando me traía mi tío Vicente en San Martín o los veranos, con el río estaba lleno de gente... Me daba pena ver que se estaba quedando en nada. Con ocasión de unas obras que realicé en casa, el contratista, que era Antonio González Pescador, me dijo que el pueblo necesitaba gente comprometida y que hiciera algo por el pueblo. Si vuelvo a aquel momento, no cogería esto pero una vez que estás metida... soy muy cabezota. Se lo dije a mi marido y me dijo: «Bueno, como te vas a prejubilar». -¿Y le ofrecieron encabezar la lista del PP? -Empezamos a hacer un grupo independiente en las navidades del 2002. El PP intenta hacer una lista con Luis Ángel Robles... pero él les dijo que estaba conmigo. Nos reunimos con el PP y le decimos que yo voy de número 1 y él de número 2. Hicimos una lista y empezamos a hacer propaganda. Fue una de las épocas más bonitas que he vivido, pegando carteles... algo que en mi vida había hecho. Sacamos cuatro concejales, otros cuatro el PSOE (con más votos), y uno la UPL, Fernando Ferreras. Pero la verdad es que no me he afiliado al PP hasta el pasado 8 de enero, cuando me nombran responsable de Servicios Sociales de la ejecutiva provincial. -Y tres meses después era alcaldesa... -Yo, que soy licenciada en Derecho, me tuve que leer todo el derecho de administración local, que no estudias nunca en la carrera, y empecé a ver cómo era el funcionamiento del Ayuntamiento. Llegamos al primer pleno y antes de llegar me llama Fernando Ferreras: No me dí cuenta de que le estaban asfixiando. Ramón Tuero era un gran político, pero pasó lo que pasó. Se presentó como contrincante de Miguel Martínez. Empieza a gobernar sin junta de gobierno local, se queda sin sueldo. Se iban a aprobar las retribuciones de plenos y comisiones: le salían casi doscientas mil pesetas al mes. Pero, de repente, en el pleno la que iba de número dos, Camino, sale con una propuesta sorpresiva: «Puesto que dice la oposición que el alcalde trabaje gratis, yo propongo que trabajemos todos gratis». Después, Tuero presentó su renuncia y me eligieron a mí con el voto de Fernando Ferreras, alguien que creo que tuvo mucho ver con que se lograra ubicar aquí el Museo Etnográfico Provincial. -¿Y cómo fue la experiencia de gobierno? -Yo creo que goberné bien. Tenía delegadas todas las competencias en la Junta de Gobierno local y no hubo acuerdo que no se tomara por unanimidad. Tuve suerte porque me dieron la tira de la subvenciones. Empecé a pedir para la carretera, para las viviendas... A lo mejor es que sabes donde moverte y pedir. Me dieron una subvención para contratar a un animador sociocultural, que me ayudó con los circuitos escénicos, pedí el agente de desarrollo y es quien tramita todas las subvenciones. Me ayudó mucho Juan Martínez Majo. Pero también es verdad que muchas veces no se trata de que seas del PP o del PSOE, sino cuándo, dónde y hasta a qué hora lo tienes que pedir. Entre octubre y noviembre siempre hay un dinero, pero, si no lo gastas, al año que viene te bajan la partida. Cuando vas a pedir a las consejerías una de las cosas que te preguntan es si lo vas a hacer, si lo adjudicas. A ellos les viene bien porque invierten el dinero. A Mansilla le dan el dinero porque administrativamente hace bien las cosas. -¿Quiere decir que no le dan ayudas por ser del PP? Algo influirá... ¿No? -Hay veces que sí, pero no funcionan así las cosas. Mira, cuando se cayó la torre La Albarrana de la Muralla yo tenía un certificado de propiedad del Estado. Si en vez de estar yo aquí, del PP, y allí Paco, el subdelegado, que es del PSOE, hay aquí alguien rabiado y allí alguien rabiado, estamos todo el día en los periódicos. Pero llamé a Paco y le mandé por un fax la propiedad. Le digo que en el ministerio me piden que desaloje a la familia, pero que el Ayuntamiento no es el dueño. Le dije: si sigue esto así la montamos y creo que ni tú, ni yo tenemos ese talante. Vinieron unos técnicos de Madrid, hicieron la obra y lo arreglaron. Hicieron el Plan Especial de la Muralla - tienen que llevarlo a efecto y vale muchísimos millones- y eso lo ha hecho el Estado. -¿Y el Museo Etnográfico? -Cuando llegué a alcaldesa, Javier García Prieto, que le conocía de cuando estuvo de secretario de la Consejería de Cultura porque yo estaba en una comisión de servicios con Isabel Carrasco siendo ella consejera de Economía, me felicita y me dice que me tiene preparado un regalo. Un día nos reunimos y dice que quiere hacer un museo etnográfico y que lo que quiere cerca: en Mansilla, Sahagún o Astorga. Una condición es que fuera ciudad medieval. Yo dije que Mansilla estaba declarada monumento desde 1931 como entorno medieval, con sus murallas, que está en el Camino de Santiago y monumentos, aunque el convento de San Agustín es verdad que estaba en muy malas condiciones. Creo que el más se enfadó fue Astorga porque gran parte de la colección etnográfica procede de allí. -Concejales de su equipo le prepararon una candidatura independiente (Cire) que hoy tiene dos representantes. ¿Qué pasó? -No tengo datos para hablar mal de ellos, que ya me gustaría a mí... Como anécdota puedo contar que cuando inauguramos el edificio consistorial al poner la placa de la inauguración «Siendo alcaldesa...» me preguntan: ¿Cómo figuras tú ahí, si el concejal de obras era fulano? Era lo que establecía el protocolo. Así que tenía dos opciones: dejarles y marcharme a casa o quedarme. Mi marido es el primero que me dice que tengo que estar ahí. Lo pasé muy mal. He engordado 24 kilos porque tengo un problema de tiroides. El médico me dijo que era de estrés. La gente en las procesiones me decía: «Vuelva a presentarse señora». Fue un escándalo porque Ángel es familiar mío. La campaña electoral no tiene nada que ver con la anterior. Estaba muy angustiada y triste. -¿Sospecha que había algún tema urbanístico detrás? -Yo no puedo demostrar nada de eso. -¿Cuáles son los valores de Mansilla en este momento? -La gente dice que Mansilla siempre fue agrícola, y yo estoy convencida de que siempre fue una villa de servicios. ¿Cómo va a convertirse en una villa de servicios? Con el museo etnográfico y el polígono industrial. Mansilla tiene centro de salud, oficina de medio ambiente, de agricultura, de servicios sociales, juzgado de paz, correos, telégrafos y transporte a la demanda. Y tiene una posición estratégica respecto a León y a las autopistas. Mi objetivo es que se convierta en un núcleo funcional. Tenemos en ejecución diecisiete chalés adosados, una nueva urbanización... y tenemos mucha juventud que sale a trabajar fuera. Los bares están llenos y en Mansilla de las Mulas se come muy bien. En el anterior mandato, pude abrir la biblioteca municipal después de haber estado cerrada durante cuatro años. Yo creo que es la más grande de la provincia, porque Bernardino M. Hernando, que lleva su nombre, nos cedió 10.000 libros; abrí una guardería con una ayuda de la Junta; tenemos los circuitos escénicos que nos han permitido traer aquí el ballet de Carmen Amaya... Creé la banda municipal de Mansilla, que tiene una escuela de música, una página web, hicimos el edificio del Ayuntamiento... -Mansilla tiene un alto porcentaje de inmigrantes. ¿Qué medidas de integración desarrollan desde el municipio? -Tenemos un alto porcentaje de inmigrantes y de minorías étnicas, poblaciones que tienen muchas dificultades de asentamiento. En estos años he realizado varias bodas mixtas, de jóvenes de aquí que se han casado con extranjeras. Y si vas a la guardería, la mayoría son hijos de inmigrantes. Mansilla intenta que se integren. Los niños van al colegio. La Diputación da cursos de español de vez en cuando, de igualdad entre hombres y mujeres... -La ubicación de la prisión en Villahierro supuso un trauma. ¿Cómo se ha encajado tras una década? -En este momento la prisión no nos causa perjuicio ninguno. Al principio pensaban que la gente que viniera a ver los presos, vendrían a Mansilla. Pero, salvo excepciones, la mayoría no vienen. El Ayuntamiento tiene un convenio para el servicio de limpieza que permite que cada semana salgan 21 presos en tres turnos. Hay que ir a buscarles y darles un bocadillo a media mañana. Ellos están muy integrados y la gente del pueblo está encantada. Y la cárcel paga la basura al Ayuntamiento, que es un pago muy importante. Ten en cuenta que cada día meten en la basura 1.500 cartones de leche, porque tienen una población casi mayor que la del Ayuntamiento. -¿Hay empresas interesadas en instalarse en el polígono industrial? -Tienen licencia para la urbanización. Esto fue una adjudicación muy peculiar: el terreno lo cede el Ayuntamiento. El pliego de cláusulas establece tres fases y los precios de las parcelas. Vinieron a verlo un montón de empresas y sólo se presentó Ceysau. Yo no sé si hay empresas o no, pero lo cierto es que lo saqué a concurso por 2,5 millones de euros y hacen una oferta por 3,1 millones. A la firma del contrato pagaron los primeros 600.000 euros. Y hace unos días, al aprobarse en la Comisión de Urbanismo, pagaron 900.000 euros. Falta 1,5 millones de euros. Bien es verdad que esto sólo se puede invertir en patrimonio del municipio. -¿Cuáles son sus proyectos de futuro? -En estos momentos se ejecuta la obra de la Plaza del Grano, para convertirla en una plaza medieval. Finalizaremos la ronda de la Muralla, queremos arreglar la plaza del Arrabal... Estamos haciendo obra en la fuente Los Prados. Cuando era pequeña recuerdo que la gente venía en autobuses, pero se fue agnadonando y ahora allí se vende droga. He conseguido a través de la agencia de desarrollo local 187.000 euros de subvención. El otro día salía una señora del museo y dijo: «Muy bonito el museo, pero el pueblo... una mierda». Y yo me tuve que callar. Vamos a dar subvenciones para que la gente adecúe las murallas... Quiero que Mansilla de las Mulas sea una villa hermosa como Urueña y una ciudad dormitorio. «Nací en Casasola de Rueda, y allí pasaba los veranos y las navidades, pero como hija de militar he vivido en Zamora, en Burgos, en Larache... (Marruecos). Al final llegamos a León. Siempre he sido de derechas, pero me afilié al Partido Popular el 8 de enero de 2008, después de ser nombrada secretaria de Asuntos Sociales de la ejecutiva provincial del PP con Isabel Carrasco. El PP aceptó que fuera número 1 de su candidatura en el 2003 y en el 2007 sin afiliarme al partido y sin que nadie me lo pidiera. Al final del primer mandato, veo que hay movimientos raros y dos concejales míos, Ángel Robles y Antonio Rodríguez, me dicen que se van a presentar por otra lista. Me estaban haciendo la cama y querían ir por el PP de número 1 pero no les dejan. Creo que fueron a la UPL y al PAL-UL. Finalmente hacen Cire con Ferreras, de UPL, de tres» ¿Cree que las mujeres gobiernan de manera diferente a los hombres? -Creo que en la administración, que es el chocolate del loro, sí. Yo llegué aquí y había cuentas abiertas aquí y allí... He ido quitando bobadinas y con las subvenciones a finales de año... resulta que ahorras dinero. Y eso los hombres muchas veces no lo ven. Y luego los colores, los detalles en las cosas... Eso va en la mujer. También creo que somos más cercanas al pueblo. Desde aquí al coche, cuando marcho a casa, a veces empleo media hora larga: se me acerca la gente a preguntar cosas... o a decirme tal o cual o cosa. Al principio no le daba importancia, pero ahora llevo una libreta en el bolso para apuntar y se lo transmito a los concejales. No sé por qué somos distintas. Yo he sido jefa toda la vida y nunca me gustó estar sola, me parece que es bueno que haya hombres y mujeres... Cada uno tenemos una cosa. Las mujeres a lo mejor miramos demasiado abajo, por la casa, y ellos miran de otra forma. Me parecen buenos los dos. Pero, si te das cuenta, salvo raras excepciones que confirman la regla, los ayuntamientos pequeños, que no aportan mucho dinero y no te dan nada, son los que están gobernados por mujeres. Y en el ochenta por ciento de los casos no cobramos sueldos de alcaldesas. Se cobran plenos y comisiones. -¿Está de acuerdo con la Ley de Igualdad? -Me parece una tontería. No me gusta que haya una ley especial. Tengo la ventaja de que siendo mujer he hecho toda mi vida lo que he querido. Tengo dos carreras, Derecho y Graduado Social, y tres oposiciones... -¿Es consciente de que la mayoría de las mujeres de su generación no tuvieron oportunidad de estudiar? -Sí, eso es verdad. También había otras que iban a la facultad a buscar marido. Lo que quiero decir es que la ley no arregla la desigualdad. Yo quiero que nos lo reconozcan en la realidad, no que hagan leyes. Yo misma hice una lista paritaria, sin tener obligación (seis hombres y seis mujeres) porque defiendo que todos somos necesarios.