Diario de León
PACO CAMPOS

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|||| Isabel Preysler y Miguel Boyer posan esta semana en la portada de ¡Hola! para celebrar sus veinte años de casados. ¿Veinte? ¡Pero si ella parece una jovencita de 19!, pensarán algunos. Y no se equivocan, ya que gracias o por culpa de los pinchazos del doctor Chams, de los avances en la cirugía estética, del photoshop y, por supuesto, de una privilegiada herencia genética de componente oriental, Preysler presenta una cada vez más insondable diferencia de edad con respecto a su marido. Tanta que, como siga rejuveneciendo de este modo, llegará un día en el que ambos dejarán de parecer contemporáneos. Esta semana miras esa portada y, así en un primer vistazo, no sabes si se trata de Isabel con su Miguel o de Heidi y el abuelito. Y, ojo, no es que Miguel Boyer haya envejecido más de lo que le corresponde a su edad, qué va. Él para sus casi setenta años está razonablemente bien. Lo que ocurre es que ponerse al lado de tan lozana y porcelanosa mujer le echa años encima a cualquiera. Incluidas las hijas de la propia Isabel, que hace tiempo que parecen sus hermanas (mayores). Y no digamos George Clooney. Él se creía alguien... Hasta que posó junto a esta inmarchitable señora. Desde entonces ha descendido al tercer puesto como hombre más sexy del mundo, y él mismo admite con pesar que «me estoy haciendo viejo, lo sé». Y es que Preysler, a sus 57, no es que se conserve bien, es que directamente está mucho más guapa y más tersa que cuando tenía veinte años menos, lo cual demuestra que, como ella misma dice, se casó con el hombre adecuado. Si al ministro socialista Boyer le hubieran dicho hace años que se iba a casar con una mujer más incorruptible que el brazo de Santa Teresa, habría soltado una escéptica carcajada. Pero esa portada es la prueba.

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