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Villapadierna, el héroe olvidado del 24 de abril (I)

La revuelta leonesa de 1808 también tuvo sus nombres propios. Uno de ellos es el de Manuel Villapadierna, un hombre nacido en Castro del Condado, que fue quien lideró el juramento de no escatimar ni una gota de sangre por Fernando VII

DL

Publicado por
JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ CARCEDO
León

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Tenía 58 años. Palencia, 5 de marzo de 1816. Manuel Villapadierna se sentía cansado y quería hacer testamento. Fueron muchos los años de trabajo, muy ajetreados los momentos que le tocó vivir, años de esfuerzo dados por buscar una mayor libertad y progreso en aquella España anquilosada. Recordaría aquella fecha, no tan lejana, del 24 de abril de 1808 en León. Ese día, las noticias que llegaban desde Madrid eran deplorables, ya que se ponía en peligro el gobierno de S.M. Fernando VII. El hecho produjo gran indignación entre los leoneses «juntándose en numerosos corrillos, a la primera insinuación de un compatriota fiel repitieron millones de ecos: ¡Viva Nuestro amado Rey Fernando VII, mueran los conspiradores!», recogen las actas municipales. Las crónicas identifican al personaje: «uno de ellos, Manuel Villapadierna, lanzando al aire su sombrero exclamó con grandes voces: ¡Leoneses, viva Fernando VII!. Ahora es la ocasión en que todos debemos auxiliar su augusta persona para defenderla del traidor y alistarnos bajo sus banderas»¿ a las cuatro de la tarde se presentaron en la  Plaza Mayor, a caballo, los citados Bernardo Escobar Manuel Villapadierna y Valentín González Mérida, a los cuales acompañaban Luis de Sosa, y... (se citan más nombres). Mientras esta ceremonia tenía lugar, la multitud no cesaba de dar vivas a Fernando VII, y en la plaza no se oía más que esta exclamación: «Todos, todos, todos estamos prestos a alistarnos en defensa de nuestro Rey». Y todos, a la voz de Manuel Villapadierna, juraron allí mismo «derramar hasta la última gota de sus sangre por el Monarca, procediendo después al alistamiento para estar prestos a cualquier eventualidad». Todo ello lo recoge Jerónimo Becker en el centenario de los hechos del 24 de abril.  Aquellos momentos los había recordado en un manifiesto en el Ayuntamiento de la capital el  31 de marzo de 1815, donde se certifica su protagonismo. Dice así: «D. Manuel Villapadierna, abogado de los Reales Consejos y vecino de esta ciudad, con la mayor atención y respeto a V.S. expone, que tiene el honor de haver sido el primero que a impulsos de su amor y fidelidad a nuestro legítimo soberano alzó la voz en la plaza pública en esta propia ciudad el veinte y quatro de Abril de mil ochocientos ocho, y encendiendo el fuego Santo de sus moradores con las demostraciones vivas que le ocurrieron a el lado de un tierno hijo que le acompañaba, resulto la celebre proclamación de S.M. que VS dispuso en el mismo dia, con la mayor ostentación y aplauso. Constante después en sus primeras ideas hizo quantos sacrificios estubieron a su alcance para obtener el triunfo que hemos conseguido. Y necesitando un atestado de estos echos y exive y pide se le devuelvan. Suplica a VS. que habiendolos por exividos con arreglo a la sustancia, y por lo que a VS. conste para los fines que le fueren convenientes, asi lo espera de la notoria justificación de VS. cuya vida que Dios¿ León y Marzo veinte y cinco de mil ochocientos quince. Manuel Villapadierna y Castro». Los procuradores no encontraron el menor reparo en que se acceda a su solicitud en razón al atestado que en ella exige, como de que es notorio y publico en lo que expone en este memorial. El Ayuntamiento acordó declararlo benemérito y del todo adicto «a la causa General del Reyno por haber acreditado su Patriotismo en la epoca de nuestra Gloriosa rebolución y señaladamente en el día veinte y quatro de Abril del año pasado de mil ochocientos ocho, en que con su entusiasmo patriotico perorando a el lado de su hijo de tierna hedad en la misma Plaza Mayor acelero la celebre proclamación de nuestro amado Monarca que se verificó en el mismo día, y por el Señor Presidente se mando dar al interesado el competente testimonio comprendido de su solicitud, informe de los Procuradores Sindicos y este acuerdo». Seguramente había visto entre la documentación del Ayuntamiento de Palencia aquel escrito enviado a este Consistorio por el Ayuntamiento de León el 30 de agosto de 1814, donde se manifiesta y se recuerda aquel día tan señalado¿ «que esta ciudad de León fue una de las primeras a lo menos de Galicia y Asturias en que se encendió la preciosa chispa del fuego de la rebolución y que se publicó y declaró la guerra al tirano de Europa. Esta fue la que excitó el entusiasmo de algunas ciudades y provincias, y esta fue la que viendose sin rey, sin gobierno, sin armas, sin caudales y en la confusión mayor amenazada de proximos ejercitos enemigos tubo animo para procurarse el remedio facilitandose de quanto en tales circunstancias eran posibles, cuyos echos si se escribieran por una mano menos modesta llenaría de gloria a León por haber sido una de las primeras ciudades que mereció del Mariscal Bessieres el nombre de centro de la insurrección en su proclama del año de 1808, y debería tener la Historia de nuestra Santa Rebolución uno de los primeros y más distinguidos lugares, pero León no hace alarde¿ En efecto, Exmo Señor del Ayuntamiento; de León salió la primera Junta llamese Superior de Provincia, o por mejor decir, el mismo se constituyó a auxiliarlo de varios vecinos de carácter y talento, y de los Jefes de Real Hacienda  en gobierno de todo su territorio procuro su Ayuntamiento y defensa y dio todas las ordenes y disposiciones para tan grande obra¿». Ante una Real Orden de S.M., el Ayuntamiento de León pide que «los Libros de Acuerdos se conserven en su Archivo de Tres Llaves de la ciudad en donde estavan, ya que estos documentos antiguos y pribilegios dan lustre a este Reyno». El día 23 de abril de 1816 se recuerda al Ayuntamiento de Palencia se tenga a bien esta solicitud, y que de las demás ciudades se proponga a S.M. la misma solicitud, y se envía la misma propuesta a las de Valladolid, Salamanca, Toro, Zamora y Burgos. Contra la adversidad Siempre luchó contra las adversidades, que, a lo largo de toda la guerra, fueron muchas. Estuvo a punto de desfallecer en alguna ocasión, como aquella, cuando en Palacio de Torío, después de encontrarse los miembros de la Junta, tras 55 días dispersos, Manuel Villapadierna, secretario de ella, expone «que a pesar de la celeridad del viaje desde Oviedo y la irrupción del enemigo allí, ha podido librar todos los libros de Acuerdos y demás papeles de la Junta, destinando su propia caballería para el transporte, cansado, a pie, por muchos lugares y sitios escabrosos y retirados, dormiendo en los montes, perseguido en su casa de San Cipriano y en el Caserío del Membrillar, queriendose llevar en rehenes a mi mujer (60 dragones conducidos por Pedro Alvares, el mediador de Bessieres)»¿ Pide a la Junta que se le releve de su cargo de secretario representante. La Junta, no solo no acepta sino que manda que desde hoy le sirva como secretario en propiedad. Era el seis de agosto de mil ochocientos nueve. Hubo otro momento  difícil. Un suceso desagradable le apartó en marzo de 1810 de la Junta Superior, entonces en Ponferrada. El nuevo presidente, Baeza, hace encarcelar en el Castillo de San Antón de La Coruña a tres miembros ilustres de dicha Junta: Manuel Villapadierna, Mauricio Cabañas y Félix González Mérida. En un principio no hay explicaciones. Se aducen causas poco argumentadas; tanto la Junta de Galicia como otras personas de renombre piden su liberación (Álvarez Acevedo se queja de que «después de 10 meses transcurridos no se sabe cuál es su delito, aunque los clamores han llegado al anterior Consejo de Regencia»). Por Real Orden del Consejo de Regencia 18-octubre «se concede la facultad para restituirse a este país a los detenidos¿, que se les vigile.., y se acordó oficial al Exmo Sr Mahy que designe el pueblo donde piensan fijarse y de este modo tomar las precauciones necesarias». Manuel Villapadierna se recogería en la provincia de Asturias. Los tres, en 1813, denuncian el atentado de Ponferrada, y piden contra Baeza el castigo correspondiente. El 11 de Noviembre del mismo año se sigue causa en la Audiencia de Valladolid, y consiguen lavar sui imagen. También fue molesta y farragosa aquella continua exigencia del Ayuntamiento de León para que explicase el paradero de unos libros extraviados en el deambular de la Junta. Desde el 17-12-1813, en varias ocasiones (25-2-1814, 20-12-1814, 20-1-1815) se le demanda para «dar razón de el paradero de los libros de Acuerdos del año 1808». A él, que había guardado con celo y sufrimiento todos los papeles de dicha Junta. Cansado, contesta en un memorial dirigido al Ayuntamiento: «los dos libros de Acuerdos del Ayuntamiento de que VS. me habla en oficio de veinte y quatro de este mes, obraron con efecto en la Secretaría de la Junta Superior de este Reyno desde Agosto de mil ochocientos nuebe hasta el mes de Marzo de mil ochocientos diez, que tengo completa seguridad como secretario que fui de ella, hasta aquel día bien memorable por cierto por que en él fui sorprendido en la villa de Ponferrada del Bierzo y conducido entre Bayonetas al celebre Castillo de San Antón. Entregué un inventario de todos los papeles de la Secretaría y de otros míos que me tomaron a la fuerza las tropas sorprendentes, pidiendo a Jose Baeza, presidente de la comisión de la Junta, el correspondiente resguardo, y nada accedió; tampoco lo conseguí el resguardo del secretario Valentin González Mérida; habiendo sufrido dia después de su exportación o destierro al principado de Asturias, ocupado por el enemigo; y mucho mas¿ (28-4)». Comenzó su andadura Manuel Villapadierna en la Junta el día 30 de mayo de 1808. De las parroquias convocadas por el Alcalde debían salir elegidos seis vocales para la composición de la Junta Provincial, «y que esos votos recaigan en sujetos de integridad, imparcialidad e instrucción». En segunda votación salió elegido Manuel Villapadierna; también Luis de Sosa, familiar suyo. En realidad, además de la participación de los hechos narrados más arriba, se sintió protagonista de los acontecimientos acaecidos esos días, y, así, manifiesta Luis de Sosa «yo tube tambien la dicha de contribuir a esta buena obra; pues hallandome el precitado dia veinisiete de Mayo en el pueblo de Villavalter media legua distante de la Capital con Manuel Villapadierna dirigimos desde dicho pueblo un papel, en el que se concitaba la exección de la Junta con designación de los principales que juzgamos dignos de componencia con exclusión de nosotros mismos como no pueden menos de afirmar las personas de carácter, a quienes remitimos el mencionado papel con el objeto de calmar la anarquia de la ciudad». Apuntemos, solamente, algunas actuaciones de los primeros momentos. Su protagonismo en la Junta fue constante, delicada e influyente. Ese mismo día fue comisionado junto a Luis de Sosa para formar las convocatorias para las justicias de esta provincia, para el alistamiento y presentación de todos los mozos solteros útiles. El día 31 comisionado «para que trate con el comandante de Asturias sobre el modo y forma con que se ha de dar el trigo a la tropa». Fue nombrado auditor general del ejército, nombramiento que había recibido con anterioridad del capitán general. El 6 de junio es nombrado miembro de la Junta diaria (cuatro personas); el 16, propuesto para ayudante del mayor general, Ramón Martínez; el 14, de tres comisiones creadas para simplificar organismos, va a pertenecer al de la guerra o militar; el 25, se le autoriza junto a junto a Ibáñez para recoger todos los depósitos de maravedíes de los Conventos de la capital, y también para tomar razón  de los granos de las paneras del Cabildo. En el mes de julio, el día 10 es nombrado miembro de la Junta Suprema de Gobierno de León y Castilla; el 17  se le da una misión importante: acompañar a Somoza para tratar personalmente con Joquín Blake, y pedirle que no se retire con sus tropas a Galicia  y se preste a defender León; el 29, acompaña a Ramón Martínez, vocal mayor general de Armamento de la provincia, en el desempeño de su trabajo. En setiembre se le dieron distintas comisiones en relación con el reclutamiento y abastecimiento de las tropas. En diciembre, el día 25, el vizconde de Quintanilla hace una nueva composición de los miembros de la Junta Superior de León (solo la compondrán seis individuos), y uno es Manuel Villapadierna; el 26 del mismo mes es elegido con Ramón Martínez para componer el tribunal de vigilancia y policía en esta provincia (tratar todas las causas de infidencia y colaboración con el enemigo, guardar el buen orden para tranquilidad pública); el día 29 acompaña al presidente de la Junta  en una entrevista con el Marqués de la Romana  a causa de la cercanía del enemigo. En el año de 1809 es aún más protagonista, y después de algunas comisiones que se le encomendaron (por ejemplo, el 5 de febrero, es encargado de recibir a los mozos alistados en Grado, Asturias, en donde se encontraba entonces la Junta en su continuo peregrinar, es nombrado vocal secretario interino -21 de febrero-. A partir del 2 de marzo secretario representante, y posteriormente, el 6 de agosto, vocal secretario en propiedad, cargo que ocupó hasta marzo de 1810 (hablamos anteriormente de su detención). Siempre asistió a las sesiones de la Junta Provincial, a veces compuesta por tres o cuatro personas. Sus  actividades se multiplicaron entonces, y sería muy prolijo el detallarlas. Después de ser liberado de su cautiverio en el castillo de San Antón, rehabilitado, es nombrado asesor del Corregidor de la ciudad de León -7 de julio de 1812-. En 1813 Manuel Villapadierna sigue figurando  como asesor del corregidor Mauricio  Cabañas, que había estado preso con Villapadierna en La Coruña. Previamente se le menciona el 19 de diciembre de 1812 como uno de los sujetos dignos de confianza pública para obtener las plazas de Magistrados y Jueces de primera instancia. El 13 de setiembre de 1813, libre la provincia prácticamente de enemigos franceses, se procede a la celebración de elecciones a Cortes; a través de las fases de las juntas parroquiales y de partido, se llega a designación de seis electores que comparecerán ese día en la ciudad de León, dos por la capital, y uno de ellos es Manuel Villapadierna. A partir de ese momento hasta finales de 1815 le encontramos en Zamora como Juez de primera instancia interino de esa ciudad, y en Valladolid en 1815-16 como fiscal del Consejo de Guerra de esa capital para purificaciones de los oficiales prisioneros de la Guerra de la Independencia.