Diario de León

«El legado de Roma ha sido nefasto»

José María Manuel García-Osuna y Rodríguez | Leonés, médico de familia y doctor en Historia, acaba de firmar un revelador artículo sobre Cleopatra en «Historia 16»

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E. GANCEDO | texto
León

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Tiene un nombre extenso y un ansia de conocimientos más grande todavía. Es de León, vive en Avilés, es médico de familia y doctor en Historia, y de su pluma han salido ya cien artículos en prestigiosas revistas científicas sobre los más diferentes y apasionantes temas históricos: es todo un experto en Cartago, a la que califica de «civilización ética», pero también sobre Egipto, la antigua Roma, Jesucristo, los indios norteamericanos, los reyes leoneses, Carlos V, Mozart, las civilizaciones mesopotámicas, Cristóbal Colón... sus conferencias, llenas de puntos de vista inéditos y sorprendentes, son verdaderos acontecimientos sociales. Ahora abre la revista Historia 16 con el amplio reportaje Cleopatra VII. Historia política de la Reina de Egipto . -Su artículo sobre Cleopatra está repleto de muertes, asesinatos, conspiraciones, infanticidios... ¿Ha cambiado algo la forma de hacer política, política internacional? -Por supuesto que no, y los ejemplos abundan a lo largo de los siglos XX y XXI: Stalin, Mao, Pol Pot, Radovan Karadzic... ¿Sabías que Karadzic disponía de estudios sobre la ovulación de las mujeres de Sarajevo para que sus soldados las violasen en el momento adecuado para que quedasen embarazadas? Hasta ese punto llegó la limpieza étnica. -¿Cuál fue la principal virtud de Cleopatra, por qué recordarla? -Su gran virtud fue plantar cara a los grandes imperios mediterráneos de la época, luchar por su estirpe, la de los Ptolomeos. Hizo lo que su dinastía le exigía empleando para ello todas las armas que tenía a su alcance. -Ahí entra Marco Antonio, ese personaje inclasificable... -Un personaje atrabiliario, que hace lo que se supone que no debía hacer, y por lo tanto, genial. Esos son los personajes que a mí me gustan, los que lo tienen todo y que al final fracasan, pero fracasan de una forma diferente, gloriosa. Como Pompeyo, como Aníbal Barca, como Ramiro II, como Enrique II Plantagenet; como también nuestra propia región, León, hoy metida a la fuerza en el engendro autonómico. -La Historia parece, desde ese punto de vista, una lucha entre dos concepciones del mundo, una impredecible, genial, otra seca e implacable. -Así es, y pensando que una encarna el bien y la otra el mal, entonces habría que decir que, a lo largo de la Historia, nunca gana ese tipo de bien, siempre gana el mal. Por ejemplo: Roma sobre Cartago, Atenas sobre Esparta, Castilla sobre León. -Volvamos a la pareja formada por Antonio y Cleopatra VIII... -Ella estaba muy enamorada de él, y él... tenía 20 años más que ella. Antonio no tenía control alguno. Era incorregible. En un momento dado tiene dos mujeres, Octavia y Cleopatra, y ambas se escuernan por ayudarle. Pero es que Octavia no le rechaza, y hasta se hace cargo de sus hijos cuando su marido está con Cleopatra. Es un personaje frente a la Historia, que no está a la altura, con un comportamiento extraño y genial. Como Aníbal, que se presenta en Zama a pesar de que sabe perfectamente que no puede ganar. -Y quien gana reescribe la Historia, ¿verdad? -Claro. En eso Roma fue una gran experta. Castilla hizo lo mismo, no hay más que leer a su cronista Jiménez de Rada, que orilló completamente al Reino de León. Como Asiria con Babilonia. Los ejemplos abundan. Y es que el personaje genial no lo hace bien en el momento cumbre, el más constante, el más cruel, es el que gana la victoria final. -Suele mantener usted que el legado ético del Imperio Romano no es nada positivo. -Es nefasto. Acabó con las libertades republicanas, que no eran caducas en absoluto, y dio paso a emperadores que no había por dónde cogerlos: Tiberio, Claudio, Nerón, Calígura... Roma es el gran ejemplo de imperio devastador. -¿Es que hay varios tipos de imperios? -A grandes rasgos hay dos formas de construir un imperio. Está el que encarna Roma, que provincializa todo su territorio, que lo nivela, lo iguala, que es devastador con las diferentes culturas que lo componen. Y hay otro tipo de dominio que intenta convencer, que no impone. Por ejemplo, Aníbal no dejaba guarniciones militares en las ciudades por las que pasaba. Tiene un comportamiento totalmente diferente al del romano. Cuando la guerra toca a su fin, Cartago pide un armisticio, pero es que Roma quiere destruirlo por completo aunque ya hubiera perdido la guerra. Quemó toda la ciudad, la derruyó hasta sus cimientos. No quedó nada. -Un castigo total. -El castigo de quien se niega a aceptar un dominio, así es. Pongamos un ejemplo cercano: en Golpejara, creo que fue; El Cid le aconseja al rey castellano que ataque por sorpresa a los leoneses, ya que éstos «nunca luchan de noche». Así es. Hay civilizaciones que son éticas y otras que no lo son. Otro detalle: en Roma la mujer no tenía nombre propio, a diferencia del varón, el único que lo portaba. Octavia era la hija de Octavio, Aurelia, la hija de Aurelio. Puede mandar en su casa, en la sombra, pero no abiertamente. -¿Y el imperio de nuestro tiempo, Estados Unidos? -No tiene nada de ético, por supuesto. Lo valoro muy negativamente. Pero hay que pensar que lleva sólo cien años; el Imperio Asirio existió durante 600 años, los hispanos en Sudamérica, casi 400. Sólo el Imperio Nuevo de Egipto pervivió más de seis siglos.... no ha batido ningún récord, pero Norteámerica ha heredado todo el cinismo de Roma. Estados Unidos, en teoría, no se mete con las creencias y religiones de sus ciudadanos, tú puedes ser musulmán, hindú, cristiano, ateo... siempre que no te metas con el Estado, con el Emperador como ídolo religioso, exactamente igual que en Roma. Pero claro, el hilo que separa esa libertad de ese deber es muy, muy fino. -Además de los temas históricos más diversos, usted también ha publicado artículos sobre el reino leonés. ¿Por qué fue importante? -Payne, el historiador, fue quien dijo, a propósito del Medievo, que «ningún reino de todo el Occidente Cristiano había dotado de tanta libertad a sus súbditos como el Reino de León». Ahí están las primeras Cortes, ahí está la Universidad de Salamanca, que jamás se le habría ocurrido a Castilla; y el hecho, además, de que las Cortes se vayan celebrando en todas las ciudades del reino, Toro, Zamora, Ledesma... sin una capital fija, no como en la Castilla centralizadora. -¿Cómo ve su tierra desde la relativa distancia asturiana? -Lo nuestro es lamentable. Lamentable. Lo que supone la región leonesa, lo que fue, y lo que hoy es. La desidia de la gente, lo pobre de nuestros gobernantes... Por otro lado, es increíble la cantidad de dinero que se ha gastado la Junta en convencernos de que no somos leoneses, que somos castellano-leoneses, sin ningún tipo de éxito, con una oposición del 90% en la provincia. O el torpedeo de la identidad leonesa del Bierzo con un Consejo Comarcal sin apenas atribuciones. Por otro lado, yo he escrito artículos en revistas científicas de toda España casi menos aquí, ¡porque no las hay! Baza, en Granada, con 22.000 habitantes, tiene una revista excepcional, Péndulo . Aquí lo que falta es interés. Interés, tirar por las cosas, sacrificarse, luchar. Depende de nosotros.

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