Diario de León

«De León me llevé años apasionantes y la entrega del amor primero»

Joaquín Barrero Díaz | Este jesuita inicia en Roma la que será una apasionante etapa como máximo responsable de la Compañía de Jesús para Europa Meridional, lo que abarca Portugal, Italia y España. Gallego de nacimiento, aún es recordado por va

RAQUEL P. VIECO

RAQUEL P. VIECO

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PACHO RODRÍGUEZ | texto
León

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En la vida de Joaquín Barrero Díaz hay un giro benetiano con licencia geográfica que concluiría siempre en un volverás a León . Gallego de Navia de Suarna, en los Ancares lucenses, nacido en 1949, tiene de leonés la experiencia de una vida dedicada a la enseñanza y a su labor de jesuita. Y a que a esta provincia siempre le ha tocado llegar para cumplir importantes capítulos vitales y religiosos. Por azares del destino, fue ordenado sacerdote, precisamente, en León, en San Marcos, «porque éramos siete los que íbamos a ser ordenados y era el punto más intermedio y que mejor nos venía a todos», explica Barrero. León era así, un 7 de enero de 1978, una vez más nudo estratégico natural del Noroeste, y uno de aquellos jóvenes comenzaba una especial relación con la ciudad, que le ha llevado a lugares de prestigio dentro de la Compañía de Jesús, o bien como ancla o como trampolín para más altas miras. Ahora, en 2008, Joaquín Barrero afronta un nuevo reto: tras el nombramiento del nuevo general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás Pachón, él ha sido elegido como Asistente y Consejero Regional de la Asistencia Europea Meridional, que abarca Portugal, Italia y España. Hasta ahora, Barrero era Provincial de Castilla y en su nuevo cargo se ha tenido en cuenta su capacidad para afrontar, con amplitud de miras, las nuevas realidades sociales y el contexto global en el que los jesuitas desarrollan su actividad. Pero antes, en ese volver a León, tras una formación previa que se desarrolló en Valladolid, y que le llevó a ser licenciado en Literatura Hispánica, en Salamanca, y en Filosofía y Teología, en la Universidad Pontificia Comillas, de Madrid, hasta desembocar en el cargo de Provincial de Castilla, que, con la actual configuración, engloba todo el Noroeste, más Cantabria, y Madrid, Castilla-La Mancha, Murcia y Extremadura, vivió León con todas las consecuencias y, tal vez, en el principal lugar en el que se cuece el futuro de las sociedades: la educación. Y, además, desde la importancia de estar al frente del Colegio de los Jesuitas, un emblema de la enseñanza en León y en donde fue rector director de 1982 a 1988, además de dar clase en el Inter. De aquellos años y sus nuevos retos habló para Diario de León antes de partir hacia Roma, su nuevo lugar de trabajo. -Por muchas razones, León siempre aparece en su trayectoria vital. ¿Cómo se fragua esa relación especial? -La primera vez que fui provincial de Castilla, la misa la tuve en León. León ha sido mi primer destino como jesuita. Y eso hace que tenga una especial relación con la ciudad. Por eso voy a menudo, además de tener grandes amigos allí. Además, coincide que fueron años especiales en los que se vivieron momentos muy apasionantes en el terreno de la educación, con la implantación de la LODE (Ley Orgánica del Derecho a la Educación) y todo lo que traía consigo. -Aunque sea en términos globales, ¿no le queda la espina clavada de que la educación en España sea todavía asignatura pendiente? -Por supuesto. Pero en lo que respecta a lo que hicimos en León, me queda la satisfacción de que desarrollamos un trabajo muy intenso. Y, algo importante, un sentido de trabajo en equipo con otras organizaciones de todo tipo. Por todas esas razones, de aquellos años me llevé la ilusión y la entrega del amor primero. -¿Cómo afronta este nuevo encargo de ser el asistente y consejero en países de la tradición de Italia, Portugal o España? -Adolfo Nicolás, el padre general, quiso contar con gente con amplitud de miras, con una visión general que coincida con las ideas de universalidad y globalidad de la Compañía. Y, también, con una clara intención de crecer en sensibilidad acerca de las nuevas realidades. -Y dentro de la Compañía de Jesús, ¿cuáles son sus principales tareas a desarrollar? -En concreto, aplicar el trabajo de la Congregación 35, en donde queda definida nuestra identidad y nuestras misiones e intenciones apostólicas. Todo se centra en acentuar nuestro servicio y fidelidad a la Iglesia, abordar las situaciones internas que se produzcan y potenciar lo que se hace ya y que resulta bien. Hay que tener en cuenta que cada vez hay menos fronteras en los países y eso supone que se planteen nuevas situaciones y otras necesidades. -¿Cómo se plantean ustedes, los jesuitas, esa vocación global y universal en un mundo tan poliédrico en creencias y culturas ya en contacto? -La Compañía fue generalmente europea. Su fuerza provenía de Europa y de EE. UU. Hoy hay que ver que la fuerza está en otros continentes. En esas zonas es en donde ahora se está dando más vida y crecimiento. Incluso con más esperanza. Nosotros somos conscientes de esa universalidad como cuerpo unido a la compañía, pero atendiendo a la diversidad que nos encontramos en cada país. Y, claro, con respeto a las otras creencias. -¿Ya tiene un plan de trabajo para esta tarea? -Mi cargo, más que aportar, es de ayuda al padre general para que sea lo más acertado posible. Tengo que hacer de puente entre esos países y estar atento a temas de evangelización y explicitación de la fe. También, hacer frente a los retos sociales y culturales que nos marcamos y que son muchos. Y, por supuesto, tener en cuenta que estos países son cuna en el tema de la inmigración y del desplazamiento de la gente para analizar el contexto general. -¿Le apetece lo de vivir en Roma? Me apetece como ciudad acogedora y de belleza. Me resulta atractiva también esa multiculturalidad que se vive allí. Pero tendré que viajar mucho y estaré tiempo en España y, si puedo, viajaré a León de vez en cuando. -Por cierto, ¿qué tal se llevan los jesuitas y El Vaticano? Esta última congregación ha reafirmado su fidelidad a la Santa Sede, a Roma y al Papa. Y es una reafirmación que vivimos de forma afectiva y efectivamente. En esa congregación se dice: «Con nuevo impulso y fervor». Y así lo haremos, reconociendo aquello en lo que nos hemos equivocado. -¿Y qué cree que espera el Papa de los jesuitas? -El Papa nos ha dicho que nos quiere en lugares de frontera. En la filosofía, el diálogo, en la presencia social conflictiva, en la globalización. En definitiva, el Papa nos quiere en donde está en juego la dignidad de la persona. Ahí, en donde, aunque reafirmamos nuestra fidelidad, y somos enviados por el Papa, es difícil mantener el equilibrio, y se dan tensiones y, posiblemente, errores. -¿Cree que la Iglesia Católica está al cabo de lo que pasa en la calle? -Una respuesta general siempre es difícil. Hay núcleos en donde la Iglesia se vive con cercanía, respuesta y realidad. Sí es posible que, a veces, no estemos dentro de esas capas de interés y que haya que profundizar para que esto no ocurra. -¿Y ustedes qué opinan de la Alianza de Civilizaciones que impulsa el presidente José Luis Rodríguez Zapatero? -La Iglesia intenta desarrollar un servicio que está en la inquietud de la gente. Como la trascendencia, por ejemplo. Esa es una misión de la Iglesia. Pero hay que adaptarlo a los contenidos de la gente, sociales y culturales. Hace falta un diálogo con esas culturas, como contribución a la dimensión honda del hombre. -¿Volverá pronto por a la ciudad de León? -Cuando tenga unos días libres, por supuesto que me gustaría ir por allí. Aún tengo buenos amigos a los que me apetece ver. -¿Cuáles eran sus aficiones cuando vivía en León? -La lectura es una de mis aficiones. En cualquier sitio. Pero de León me quedo con un paseo por una ciudad de tanta belleza. Y lo que hacía, siempre que podía, era patearme la montaña leonesa con un grupo de compañeros que también eran aficionados a perderse por la Naturaleza. No sé si seguirá funcionando el grupo de Scouts, por cierto. -¿Y, de vez en cuando, irse por el Barrio Húmedo a tomar algo? -Hombre, ¡es difícil resistirse a los manjares culinarios de León! -Y de su Galicia, ¿qué recuerda? -Me considero gallego a todos los efectos. Pero no viví mucho en Galicia, porque me fui pronto a estudiar a Valladolid. Pero cuando me dicen que soy gallego porque no contesto a algo con claridad, yo les digo que eso no es malo, que ser gallego es un arte. Cuando vuelvo a Galicia me reencuentro con esos lugares en los que uno encuentra su identidad.

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