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«Me siento una pulga en el mundo de la cosmética»

Publicado por
León

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|||| Cuando no es un libro es una marca de ropa... Y ahora unas cremas que llevan su nombre. Carla Royo-Villanova siempre está con algo entre las manos. Convertida en princesa de Panagyurishte tras su matrimonio con Kubrat de Bulgaria, y madre de tres hijos varones de trece, diez y cinco años, esta menuda mujer ha heredado el carácter firme y emprendedor de su abuela pastelera. - ¿Qué vende ahora? -En realidad, lleva ya una semana a la venta. Se llama Carla Bulgaria Roses Beauty y es una línea de cosmética natural hecha a base de agua de rosas de Bulgaria. -¿La famosa rosa mosqueta? -Sí, ése es su nombre farmacéutico. Pero a mí me gusta llamarla rosa damascena o, mejor, rosa de Bulgaria, porque se cultiva allí, en el Valle de las Rosas, el más grande que hay en Europa. Son 782 kilómetros cuadrados de plantación bajo los Balcanes. -¿Por qué les ha puesto su nombre a unas cremas? -Porque creo al cien por cien en ellas. Cuando las probé por primera vez me fascinaron. Estuve mucho tiempo trayéndolas desde Bulgaria para mí y para mis amigas. Cada vez traía más porque todas me las pedían. Hace cinco años pensé en comercializarlas yo, ya que en España no se pueden encontrar. A partir de ese momento comenzó una aventura en la que ha habido de todo; incluso momentos en los que estuve a punto de tirar la toalla. -Cuente, cuente... -Todo empieza en octubre de 2003, cuando mi padre me llama y me dice que le han prejubilado como presidente de una aseguradora francesa. Él es un hombre joven y con muchas ganas de hacer cosas, así que me comentó que quería seguir activo y me pidió que le diera ideas, ya que yo suelo tener bastante iniciativa. Sobre la marcha, le contesté: «Papa, ya lo tengo. Si te apetece, puedes ir a recorrer Bulgaria en busca del mejor fabricante de cremas». Yo entonces no podía ir porque tenía otro trabajo. -¿Se fiaba del criterio de su padre en materia de cosmética? -No, no... Él lo que hizo fue visitar fábricas y traerme los productos. Sobre ellos hicimos catas con profesionales. Una vez elegida la fábrica, realizamos el encargo de una línea única y exclusiva con mi nombre. Se distingue de las otras porque posee la mayor concentración de agua de rosas permitida por el laboratorio. Lo bueno de la rosa es que equilibra los niveles de grasa en la piel y además es cicatrizante y muy calmante. -Veo que cree en el producto. -En cada cosa que emprendo pongo muchísima ilusión y lo doy todo. Lo que quiero es quedarme tranquila, porque sé que lo he intentado a muerte. Luego no quiero pensar que no tuve narices de llevarlo a cabo. Me ha costado cinco años y he implicado a parte de mi familia, pero aquí está. -¿Ha cumplido un sueño? -Completamente. A mí me gusta terminar lo que empiezo. -La cosmética es un mundo descomunal y complejo... -Lo sé, y yo soy sólo una pulguita. Pero, bueno, he visto que esta línea cosmética, tal como yo la presento, no existe. Y si a partir de ahora me copian será que es una buena idea. No hay más que leer los comentarios que están dejando en el blog las mujeres que han probado mis cremas. -¿Alguien de la Casa Real? -De momento, son personas anónimas. En la Casa Real que yo sepa no las han probado. -¿Ni siquiera la Princesa? -Ella sí probó cremas búlgaras como las que yo solía traer en el viaje que hizo a Sofía para inaugurar el Instituto Cervantes, hace dos años. Cuando volvió me contó que se las habían recomendado y que efectivamente le parecían buenísimas y estaba encantada. -¿No ha tenido tentación de usar su título de princesa para darle un toque más chic al producto? -No, no, porque yo soy Carla, un nombre bonito y fácil de recordar. También he querido que Bulgaria figurara en la etiqueta. -¿Qué le ha dicho su marido? -La idea le pareció sensacional. Y es el que más me ha apoyado cuando a mí me daba el bajón. Ahora está muy orgulloso. -Tiene fama de muy activa. -Ya le dije una vez que soy muy organizada. No era por presumir; lo soy como tantas otras mujeres. Establezco prioridades, me levanto pronto... Yo creo que las mujeres estamos mejor capacitadas para hacer muchas cosas a la vez y para organizarnos que los hombres. Nos aturullamos menos. Yo siempre he sido muy emprendedora. -¿Le viene de familia? -Seguramente, de mi abuela, la de la pastelería Arrese. Ella es la empresaria de la familia y yo, como ya he contado otras veces, de pequeña pasé muchas horas metida en aquella tienda. Me sentaba en las rodillas de Dorita, la cajera, y ella me dejaba marcar en aquella antigua caja registradora maravillosa. Contaba la gente que entraba, la que compraba, la que no... Luego le daba el parte a mi abuela.

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