Diario de León

La ausencia de un referente complica el futuro Alfonso Cano, el filósofo del terrorismo

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ENRIQUE IBÁÑEZ | texto MILAGROS L. DE GUEREÑO | texto
León

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La muerte del legendario Tirofijo, que ostentaba el dudoso honor de ser el guerrillero mas viejo del mundo, 78 años, deja a las FARC sin su referente más importante, sin el hombre que durante casi 50 años dirigió esa fuerza insurgente en Colombia. Pedro Antonio Marín, que así se llamaba, se puso el alias de Manuel Marulanda Vélez, en homenaje a un sindicalista asesinado, pero el Ejército ya le había bautizado como Tirofijo, debido a su infalible puntería. Su muerte, anunciada ayer por el ministro de Defensa Juan Manuel Santos y confirmada hoy por Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko, uno de los siete miembros del «secretariado» o dirección, su muerte ha coincidido con el peor momento de las FARC en los últimos veinte años. Sus golpes y ataques son más escasos y el número de sus combatientes se ha reducido a la mitad, según algunos expertos militares que lo cifran en unos 10.000, cuando hace solo ocho o diez años se calculaba en 20.000. Las deserciones, el arrinconamiento a zonas selváticas y la muerte de dos miembros del secretariado, Raúl Reyes en Ecuador e Iván Ríos en Sonsón, noroeste colombiano, hacen creer que el debilitamiento si no es definitivo, sí es, al menos, desmoralizador. En poco más de dos meses las FARC han perdido a sus jefes más importantes, aunque no haya sido en combate. También al que se consideraba su «segundo», alias Reyes (Luis Edgar Devia, en un bombardeo en Ecuador) e Iván Ríos (Manuel de Jesús Muñoz), traicionado por sus propios hombres. Todos estos factores hacen creer a algunos analistas, como Alfredo Rangel, que el fallecimiento de Tirofijo, «es el puntillazo final al proceso de debilitamiento» de la guerrilla, además de ser un «golpe devastador» y «desmoralizador». Proyecto sin futuro A juicio de este analista, las bajas de estos jefes guerrilleros y sobre todo la muerte de Tirofijo, demuestran que el proyecto militar de las FARC no tiene futuro y más cuando el designado sucesor, Alfonso Cano, alias de Guillermo León Sáenz, ha sido siempre considerado como el ideólogo o cabeza política del grupo. Para sustentar esta teoría cabe resaltar que Cano ha sido elegido por sus pares, posiblemente frente a la opción más militar que representa Jorge Briceño Suárez Mono Jojoy , considerado uno de los hombres más duro y jefe del aparato militar. Lógicamente el gobierno del presiente Álvaro Urihe hace una interpretación optimista de la muerte de Tirofijo, un hombre «anclado en el pasado», con una «visión arcaica» de la política y un «obstáculo para la paz», según Juan Manuel Santos, ministro de Defensa. No solo eso, sino que a su juicio, las FARC están en un momento de «resquebrajamiento irreversible», y según Rangel, abocados a un «proyecto militar sin futuro». Para otro analista y académico, Alejo Vargas, la muerte del jefe máximo de las FARC, añadido a los últimos golpes recibidos, es la oportunidad que tiene la guerrilla para «busca una salida realista», es decir, una salida política. Quienes están de acuerdo con esta teoría, y subrayando la designación de Cano, consideran que en las FARC algo se está moviendo, o incluso se ha movido ya, al entender que ha triunfado el ala política frente a la militar precisamente por el debilitamiento de esta última. Sin embargo, no todos están de acuerdo con esta tesis y recuerdan los permanentes mecanismos de sucesión inmediata que suelen tener estos grupos rebeldes. Los argumentos dados por unos y otros se basan en informes del Ejército, en testimonios de guerrilleros desmovilizados y también en el seguimiento de los avatares de las FARC en los últimos años, coincidentes, eso sí, en el debilitamiento de sus estructuras militares, pero no en lo puede deparar el futuro a la guerrilla más antigua de América. Según Pedro Medellín, otro columnista y analista político, la muerte de Tirofijo, solo supone un «cambio de época» que «no afectará a la guerra ni a la paz», precisamente por la capacidad de acomodo que tiene la dirección de la guerrilla. En cualquier caso, el fallecimiento de un hombre como Tirofijo, presenta numerosas incógnitas acerca del rumbo que puedan tomar las FARC, y que pese al efecto desmoralizador causado por las bajas de varios de sus jefes, aun dispone de fuerzas y, sobretodo, de mucho dinero procedente del narcotráfico y el secuestro. Alfonso Cano es de los pocos guerrilleros de las FARC que han pasado por la Universidad. El presidente Uribe asume que la Universidad también pasó por Guillermo León Sáenz, su nombre oficial, que dejó atrás en los años 80 junto a mujer y dos hijos para alistarse en la guerrilla marxista. Recientemente el mandatario se dirigió a él: «saludos al filósofo del terrorismo de parte mía. Díganle que ahí vamos detrás de él. Vivía muy contento aquí, de aquí lo sacamos. Ese terrorista que posa de filosofo, de barba tupida él, ese terrorista filósofo, fue uno de los que frustró la paz que se pudo hacer y no dejaron hacer en el Caguán». En febrero pasado, era el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos: «Cano se paseaba como Pedro por su casa y dormía tranquilo; no está durmiendo tranquilo». Hacía tiempo que la tranquilidad se había terminado para Guillermo León, nacido en Bogotá en julio de 1948, en el seno de una familia de clase media. Con 22 años, se destacó como dirigente estudiantil de la Universidad Nacional, donde estudió antropología pero no se licenció pues lo expulsaron por sus actividades «políticas y revolucionarias», según la ficha de los archivos militares. Militó en el Partido Comunista, y en 1974 viajó a la entonces Unión Soviética a un congreso partidista. Desde su llegada a la guerrilla en 1982 se posicionó por su formación académica como «el ideólogo». Su ascenso al Secretariado fue vertiginoso para no tener adiestramiento militar ni mando en tropa, circunstancia que quiso rectificar en los últimos meses participando en asaltos y atentados. Participó en los diálogos entre el gobierno de Belisario Betancur en Uribe (Meta), en 1984. Encabezó una delegación negociadora que viajó a Caracas en 1991 y otra en México en 1992. Encabezó la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, grupo integrado por las FARC, la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Ejército Popular de Liberación (EPL) durante unas conversaciones con el gobierno de César Gaviria (1990-94). En el 2000, fue designado como cabeza del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, el brazo político clandestino de las FARC. Durante el proceso de paz con de gobierno de Pastrana (1998-2002), su perfil fue bajo, aunque determinante, según Uribe. Varias fuentes le reconocen como «un intelectual de discurso marxista-leninista», pero es definido como amante de la buena mesa y las comodidades. Se le responsabiliza de ejecutar a 40 guerrilleros sometidos a un «consejo de guerra» en las FARC y por ello está condenado a 40 años de prisión. Según el diario El Tiempo , también estaría detrás del Partido Comunista Clandestino (PC3). Para un hombre próximo a la organización pretendía «tal vez la táctica de infiltración más importante lanzada por la guerrilla. Se trata de usar preferiblemente a profesionales universitarios como agentes encubiertos en la ciudad». Ahora tendrá que hacer valer su posición -frente a la militarista que defiende Jorge Briceño Mono Jojoy- para definir el camino a seguir por las FARC, un grupo considerado terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea.

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