Los gatos también son animales sociales

Los gatos han tenido siempre mala fama por considerarse una especie «asocial», creencia popular que en los últimos años se ha ido perdiendo. Ha heredado de su antepasado salvaje su independencia y autonomía y sobre todo su fuerte instinto territorial. Su comportamiento puede ser muy variable y va a depender de muchos factores entre los que se encuentran el grado de domesticación y también la genética, de ahí las diferencias entre las distintas razas. Es determinante que durante el periodo de socialización el gato se relacione adecuadamente tanto con personas como con otros animales, ya sean perros, gatos conejos etc, así evitaremos la mayoría de los problemas de convivencia. Si en la familia conviven más de un gato esto les obliga a establecer una especie de jerarquía similar a la de los perros aunque con normas menos extrictas, por lo que es mejor que se vayan conociendo poco a poco. A diferencia de los perros, los gatos no dependen de otros congéneres para su subsistencia, cazan en solitario y atrapan a sus presas eficázmente mientras que los primeros prefieren salir en manada, como sus antecesores los lobos, aunque luego tengan que compartir la comida. El cerebro del gato está especializado para iniciar estas actividades de caza a una edad muy temprana lo que les hace ser más independientes. Debemos facilitar su adaptación al hogar para conseguir un desarrollo armonioso de su comportamiento. Algunos se adaptan fácilmente y enseguida toman posesión de su territorio, lo que les proporciona un gran bienestar, con la liberación de feromonas faciales que tiene lugar cuando restriegan sus mejillas contra nosotros y ciertas partes de la casa, sofá, paredes etc. Existen a la venta feromonas faciales sintéticas que ayudan a que el animal se sienta más seguro ante un cambio de domicilio o en el lugar en el que vive. En su entorno debe tener a su alcance, diariamente y durante al menos una o dos horas, juguetes que le estimulen y despierten su inteligencia, como pelotas, rascadores o cajas de cartón donde poder esconderse. Junto a esto es importante que todos los miembros de la familia manipulen al gato para que éste logre familiarizarse con todos, proporcionándole un ambiente tranquilo y sin sobresaltos ni estímulos negativos que puedan traumatizarle y convertirle en un animal asustadizo o esquivo. El hecho de que el animal sienta más apego hacia una persona en concreto puede ser negativo y provocar disputas con otros congéneres por suscitarle celos. En síntesis un gato sano y cariñoso constituye el mejor animal de compañía siempre y cuando se tengan en cuenta sus necesidades y sus características de conducta social. Para muchos médicos y psiquiatras son de gran utilidad sobre todo para personas que viven solas o con trastornos depresivos ayudando a que se sientan más animadas y a veces incluso recobrar la salud más rápidamente llegando a notar mejoría en aquellos terrenos en los que la medicina tradicional no es eficaz.