Diario de León

«Una Expo o unas Olimpiadas sí transforman una ciudad»

Juan Alberto Belloch | El alcalde destaca que la Expo de Zaragoza vendió antes de abrir más entradas que todas las que se vendieron durante el Fórum de Barcelona

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ARANTZA PRÁDANOS | texto
León

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Ayer abría sus puertas la Exposición Universidad de Zaragoza. En el despacho de Juan Alberto Belloch se han vivido con la máxima intensidad en las últimas semanas los últimos preparativos. El alcalde de Zaragoza habla torrencial como el Ebro que le discurre al lado y entusiasmado por esa especie de capitalidad mundial veraniega que ahora arranca. Sabe que, antes incluso de abrir las puertas, Zaragoza ya había ganado. La Expo y lo que la rodea deja a la capital maña una pingüe herencia de infraestructuras y nuevo diseño urbano. Y un legado inmaterial igual de valioso. «Saber que somos capaces de cualquier cosa». -Justo antes de la inauguración el río se les puso farruco... -El domingo, cuando el nivel empezó a subir, más que nervios me enfadé seriamente con la madre naturaleza y el padre Ebro porque era inimaginable esta crecida en junio, no había pasado en más de cien años. Pero fuera de eso, estos últimos días los he vivido con emoción, ganas, pero nervios no porque estoy seguro de que es ya un éxito y va a serlo más. No tengo ninguna duda. -Se han marcado objetivos muy ambiciosos con esta muestra. Aportar soluciones nada menos que a los problemas mundiales del agua y, además, catapultar a la ciudad a la modernidad. -Como suele decirse, lo hicimos porque no sabíamos que era imposible (risas). Lo hemos querido hacer todo. Que hubiera diversión, ser de verdad la primera expo temática y en torno a un tema Agua y desarrollo sostenible , que no es sólo técnico sino de valores. Y además, hemos recuperado la tradición de aprovechar la Expo para grandes obras de arquitectura e ingeniería. -Van a dejar la ciudad como nueva. -Hemos cerrado cinturones de ronda y, casi lo más bonito, el tratamiento global de nuestros cursos fluviales. Zaragoza pasa a ser la segunda ciudad de España, después de Madrid, con mayor número de metros cuadrados verdes por habitante. Y se crea la idea del Ebro como calle mayor de la ciudad y, sus riberas, el gran paseo. El río ha dejado de ser el patio trasero de la ciudad. -¿Son estos grandes proyectos internacionales la mejor receta para redefinir o reinventar una urbe? -Sin duda, pero sirven los que tienen marca , las Expo y las Olimpiadas. En la modesta Zaragoza se habían vendido ya más entradas sin haber abierto la Expo que las que se vendieron en todo el Forum de 2004, en Barcelona. No se trata sólo de organizar grandes acontecimientos, sino los de pedigrí. Generan una atmósfera especial y hay mucho ganado de antemano si haces las cosas con seriedad. Desde luego, una Expo o unos Juegos Olímpicos son la única manera de que una ciudad logre transformarse a fondo. Por eso nos pegamos tanto las ciudades candidatas. -Este tipo de eventos generan siempre críticas, pero aquí parece haber un consenso muy mayoritario. -Toda la ciudad ha estado detrás desde el primer día. Todas las instituciones, sin broncas, y todos los partidos políticos. Y ese consenso ha sobrevivido a todo. Desde que surgió la idea, en 1999, ha habido tres alcaldes, tres presidentes de la comisión nacional de la Expo, dos presidentes del Gobierno y un presidente del gobierno de Aragón, de distintos colores. -¿Le han puesto muchos palos en las ruedas? -Al principio nos tomaron el pelo, hubo un escepticismo absoluto y costó bastante vencerlo. Luego se trasladó a «bueno, no ganaremos la Expo». Ganamos y entonces fue «no acabaremos a tiempo»... todavía esta semana había encuestas sobre si llegariamos a tiempo. Ha habido obstáculos evidentes, la coordinación y la financiación entre tres administraciones, pero palos no. Si alguien de verdad hubiera puesto palos en las ruedas nos habríamos caído. -Tiene mérito en una legislatura como la anterior y con la «guerra del agua» en torno al Ebro. -Para poder forjar el consenso dejamos claro con todas las fuerzas políticas que el tema del trasvase del Ebro quedaba fuera de la Expo. Por no politizarla y, además, porque esto, en medio de los problemas globales del agua, con más de cien países presentes, es una anécdota local. -Ahora el Gobierno está proponiendo un pacto de Estado sobre el agua, pero e l blindaje estatutario de los ríos no lo pone fácil. -No somos los aragoneses los únicos que lo hemos hecho, desgraciadamente otros también. En Aragón lo que digo es casi herético porque la tesis dominante es «trasvase no», incluso ahora con lo de Barcelona. El agua urbana es un derecho de todos y a quien no lo tiene hay que proporcionárselo, del modo más barato, más eficiente y más razonable. Pero no un trasvase estructural de más de 1.000 hm cúbicos anuales para usos agrarios y desarrollos urbanísticos en el Levante. No cabe más desarrollo urbanístico en el Mediterráneo, porque es un dislate, y para usos agrarios no es rentable el precio del agua de un trasvase de esa longitud, que no se podría amortizar jamás. Así que, concretemos en qué temas la solidaridad ha de ser lo prioritario, el consumo de las personas, digan lo que digan los estatutos. Es lo que imponen la justicia y la solidaridad.

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