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La desertización afecta ya a la tercera parte de España

Además, un 6% de la superficie nacional se ha degradado de forma irreversible. Andalucía, Castilla-La Mancha y la vertiente mediterránea son las zonas más erosionadas mientras que las comunidades del norte peninsular presentan niveles nulos o b

Publicado por
M. M. ALLER | texto
León

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En el Día Mundial de Lucha contra la Desertización y la Sequía, proclamado por primera vez el 17 de junio de 1994 y que este año se ha celebrado bajo el lema «Combatir la degradación de la tierra para una agricultura sostenible», los expertos advierten de que en la actualidad la erosión y degradación del suelo afectan a un 41% de la superficie terrestre, en la que habitan cerca de 2.500 millones de personas, la mayoría en países en desarrollo. Más del 70% de las zonas áridas africanas están seriamente dañadas, especialmente la subsahariana. El 60% de los países mediterráneos también sufren este proceso; el 25% de Sudamérica y el Caribe son tierras secas y desérticas, y están afectadas grandes extensiones de China, India y Pakistán. Se calcula, además, que en el año 2020 más de 130 millones de seres humanos podrían abandonar sus tierras ante el avance del desierto. Casi la mitad, corresponderán al África subsahariana, aunque Asia también se verá muy afectada al tener 1.700 millones de hectáreas de tierras áridas y semiáridas que incluyen desiertos en continuo crecimiento en China, India, Mongolia, Pakistán o Nepal. En Hispanoamérica, a pesar de albergar enormes superficies de bosques tropicales húmedos, la pérdida de selva y de tierras de cultivo supera los 300 millones de hectáreas. En España A la dificultad para que se desarrolle el suelo, derivada de la escasez de lluvia, hay que añadir las actividades humanas (agrarias, ocupación del suelo para su urbanización, sobreexplotación de acuíferos, contaminación del agua y del suelo, deforestación, incendios forestales), que agravan las consecuencias del cambio climático, aumentan la pérdida de biodiversidad y dificultan el acceso al agua potable para el abastecimiento. Sin olvidar la inestabilidad política que lleva consigo la construcción de campamentos militares, prisiones y albergues para refugiados que, además de modificar el paisaje desértico, dejan grandes huellas medioambientales, principalmente en lo que se refiere al agua. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, de entre todos los países de la costa norte del Mediterráneo, España es el más susceptible de sufrir los efectos de la desertización. En la actualidad, está afectada la tercera parte de su superficie (un 6% ya se ha degradado de forma irreversible), y un 2% está en riesgo «muy alto», según datos del Ministerio de Medio Ambiente. Las causas, su morfología montañosa con laderas abruptas, las fuertes lluvias con gran capacidad erosiva, condiciones climáticas que van desde subhúmedas hasta semiáridas, temperaturas y precipitaciones muy variables de un año a otro y la existencia de sistemas sobre explotados debido al delicado balance entre la disponibilidad y el consumo de agua. A ello se añade, en zonas como el litoral mediterráneo, la creciente presión demográfica y turística. Además, se prevé que el proceso se agrave en las próximas décadas debido al cambio climático y a la intensificación de los fenómenos meteorológicos adversos como las sequías y las tormentas. Castilla La Mancha, con .000 hectáreas, es la que tiene más superficie en riesgo alto de desertización, seguida de Andalucía (199.000), Murcia (194.000), Canarias (155.000) y Valencia (126.000). Además, otras 48.000 hectáreas están en esta misma situación repartidas entre Castilla y León, Cataluña, Baleares, Extremadura y Madrid. Sólo Asturias y Galicia se libran del peligro de la desertización cualquiera que sea su intensidad. Las zonas más afectadas por la degradación son Canarias, junto el sureste peninsular, particularmente Alicante, Murcia, Almería, Granada, el oeste de Albacete y el sur de Cuenca. También destacan el suroeste de Córdoba y el sur de Jaén, con grandes extensiones afectadas por un riesgo «alto», así como la provincia de Tarragona y la costa de Castellón. En términos absolutos, Andalucía y Castilla-La Mancha son las que tienen más superficie afectada, con más de cuatro millones de hectáreas cada una. Muy por debajo, se sitúa Aragón, seguida de Comunidad Valenciana, Extremadura y Castilla y León, con algo más de un millón de hectáreas.

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