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Fiat 500 Sport, damero rosso...

Pequeño, coqueto y deportivo. El nuevo Fiat 500, sugestiva reinterpretación de aquel Cinquecento de finales de los cincuenta, se viste de carreras: acabado Sport, decoración específica y motor de 100 CV unido a un cambio de 6 marchas. Si tarifa

Publicado por
JAVIER FERNÁNDEZ | texto
León

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La magia está servida. Deportivo y coqueto. Sugestivo hasta la médula, al que ni siquiera falta el techo ajedrezado que hiciera célebre Carlo Abarth con sus más drásticas preparaciones aderezadas con el símbolo del escorpión, la versión Sport del nuevo Fiat 500 -no confundir con los verdaderos Abarth que llegarán el próximo año- nos acerca a una deportividad tan sugestiva como la preciosista imagen de la que hace gala uno de los redivivos iconos de la automoción europea. Realizado en clave de utilitario, como lo fuera desde que lo dibujase Dante Giacosa a mediados del siglo pasado, el actual nieto de aquel pionero Cinquecento continúa conservando su condición de utilitario... vintage , un término tan de moda hoy como en su día lo estuviera el abuelo . Realizado sobre la plataforma del Panda, utilitario por excelencia en los catálogos del fabricante transalpino desde hace décadas, la nuova 500 hace gala de unas contenidas dimensiones; en cualquier caso, bastante más amplias que las del pionero: 3,55 metros de largo y 1,6 de ancho con, eso también, una inconfundible estética que recuerda poderosamente a los trazos del ancestro. Redondeado, compacto y preciosista hasta en sus mínimos detalles (las pinzas de freno pintadas en rojo resultan ser todo un guiño) el 500 traslada esa magia al interior de un habitáculo presidido, en la versión Sport de nuestra unidad de pruebas, por unos asientos de marcado corte anatómico, pedalier en aluminio antideslizante, volante de tres radios y grueso aro tapizado en cuero con recibimiento para los pulgares, generoso pomo de palanca de cambios y un salpicadero simil-metal pintado en color carrocería... como antaño. Y la guinda: una tecla "Sport" situada justo encima de la consola central permite "transportar" las sensaciones de la pista a la calle, cual si de un auténtico "competición-cliente" se tratase. Cuando se pulsa, la respuesta del acelerador se torna más viva, la dirección más directa y precisa y lo mejor para la magia ... el escape comenzará a barbotear en aceleración y -sobre todo- reducción cual si de un deportivo de raza se tratase. Ya se sabe, no sólo hay que serlo... también parecerlo . El tetracilíndrico multiválvulas 1.4 litros de 100 CV mueve con soltura la romana (930 kilos) del 500, es verdad que con una cierta pereza en los regímenes bajos, que se torna mucho más viva cuando se han rebasado las primeras "dos/dos quinientas" vueltas del tacómetro con, eso también, la inestimable ayuda de una impecable caja manual de 6 marchas que, además de por los engranados, se muestra especialmente fácil y efectiva de accionar gracias a su elevado posicionamiento en una consola de inspiración monovolumen. Apuntar, para los amantes de las ancestrales curiosidades, que se cumple estrictamente la norma del palmo ; es decir, una cuarta exacta entre la tangencial del volante y el pomo de palanca... como antaño en los coches "de carreras". En suma que, con estos mimbres, el 500 Sport acaba convirtiéndose en todo un minimalista objeto de deseo para quienes pretendan disfrutar de una pequeña joya de la moderna tecnología automovilística aderezada, además, con los aditamentos propios de cualquier carrerista que se precie.