Diario de León

Audi A5 3.0 V6 TDI (240 CV), de cine...

Depurado en lo estético y efectivo en lo dinámico. El A5 recupera para Audi el gusto por los modelos coupé de cuatro plazas, a la vez que rinde culto a las tendencias de las grandes arquitecturas diesel: V6 TDI (240 CV), caja manual de 6 veloci

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JAVIER FERNÁNDEZ | texto
León

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A la moda. El lapicero de Walter De Silva ha dibujado uno de los más bellos coupé que puedan verse actualmente en los catálogos europeos. Auténtica convulsión en el segmento medio-alto (más de lo segundo que de lo primero) el A5 se ha convertido en todo un objeto de deseo para los incondicionales de los cuatro aros -también para los nuevos... adeptos- en una suerte de amalgama de dos mundos: trazos preciosistas y eficacia dinámica que, con todo lo que pueda paracer, no siempre van de la mano. Perfilada línea estética y dos panorámicas puertas que, eso también, requieren de un no menos generoso espacio vital para que el acceso al impecable interior de nuestro protagonista se realice con ciertas garantías de éxito... para las lumbares. Quiérese decir que el A5 -sus ocupantes- deben huir sistemáticamente de las angostas plazas de estacionamiento a las que -por desgracia- nos tienen acostumbrados la mayoría de los estacionamientos públicos, de grandes almacenes... y similares, so pena de tener que recurrir a las más depuradas técnicas de contorsionismo. La culpa no es del A5 -quede claro- ni mucho menos de su fabricante, la culpa es... de aquel maldito tango , como reza la copla. En condiciones normales que son -por fortuna- la mayoría, el acceso a as plazas delanteras del A5 se realiza tan fácilmente como si de una berlina se tratase y a las traseras -¿para qué se sirven si no es para «alojar» las cazadoras?- mediante un no menos generoso desplazamiento de respaldo/banqueta delantero con, eso además, memoria de posicionamiento. Tampoco se apuren los amantes de la practicidad (cómprense un monovolumen... ¡coñee! ) al final de la perfilada luneta zaguera y bajo la preciosista tapa del maletero, disponen de unos más que aceptables 455 litros de maletero, ¡ya está!. Si ya ha quedado meridianamente claro que en un coupé... tres -y hasta cuatro- son «multitud», por mucho que los fabricantes -no sólo Audi- se empeñen en demostrarnos lo contrario, estamos en condiciones de significar que las dos plazas delanteras resultan, para conductor y acompañante, de lo más «habitables»: ergonomía, posicionamiento general y postura de conducción se tornan exquisitos en el A5; máxime por las infinitas y milimétricas posibilidades de regulación (eléctrica) del asiento y la columna de dirección rematada, ésta última, por un agradable volante de tres radios, aro grueso tapizado en cuero y recibimiento para los pulgares que invita tanto a guiar el coche como, en la práctica, propicia la impecable servoasistencia de su dirección. Vaya por delante que todo en el A5 está enfocado al disfrute dinámico del usuario: chasis, motor y cambio «de carreras», dirección precisa y con el tacto justo para «colocar» el tren delantero justo donde enfoca la vista, frenos inasequibles al desaliento y el inestimable concurso de la tracción permanente Quattro con, eso también, ese puntito de sobreviraje -prácticamente inexistente- que nos hace pensar que pilotamos en lugar de conducir... por mucho que se trate sólo de una mera ilusión: sobre raíles y sin el menor extraño , los 240 CV del turbodiesel V6 (rampa común... ¡por fin!) resultan ser toda una delicia, sin melodramáticos aspavientos y con la eficacia de transmisión de par propia del sistema Quattro, en simbiosis con la caja manual de 6 que sin -por descontado- desmerecer a la sofisticada automática Multitronic 8 que monta el V6 TDI inmediatamente inferior (190 CV), propicia aquí mayores «sensaciones». En suma, que Walter De Silva «ha regalado» -es un decir- a los cuatro aros uno de los más bellos Audi de todos los tiempos que, además, «rueda» de maravilla.

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