El alemán que llevó los papagayos al lugar con mejor clima del mundo
Wolfang Kiessling | En 1962 viajó por primera vez a Canarias y vio niños pidiendo en la calle. No podía imaginarse que allí fundaría el Loro Parque, que han visitado ya más de 30 millones de personas
El joven alemán Wolfang Kiessling no imaginaba en 1962, cuando viajó por primera vez a Canarias y vio niños en la playa pidiendo limosna, que años más tarde elegiría Tenerife para fundar en Puerto de la Cruz -donde se da en su opinión «el mejor clima del mundo»- el primer zoo con papagayos de Europa. 36 años después de su fundación, el Loro Parque ha recibido más de 30 millones de visitantes y sus instalaciones se extienden en 135.000 metros cuadrados, con 500 empleados, entre personal propio y de servicios externos, y alberga chimpancés, gorilas, jaguares, un iceberg con delfines y una piscina para orcas, entre otras especies. -¿Qué referencias tenía de Canarias antes de fundar el Loro Parque? -Mi primer viaje a Canarias fue en 1962 cuando estuve con mis padres en Gran Canaria, en el hotel Metropol, y realizamos un viaje alrededor de la isla desde las nueve de la mañana hasta las once de la noche. ¡Llegamos rotos, destruidos, tras pasar por caminos de tierra y piedras!. -¿Era muy diferente de la imagen que tiene hoy de las islas? -Fue mi primer contacto y fue bonito, me gustó mucho. Sin embargo, recuerdo que en la playa del Inglés todavía había niños que pedían limosna a los extranjeros. -¿Por qué decidió emprender negocios en Tenerife, pues? -Porque siempre oí hablar de la naturaleza más montañosa de Tenerife y cuando trabajé en una compañía aérea había vuelos de inversores que viajaban a la isla desde Alemania el viernes por la tarde y regresaban el domingo por la noche. Un día decidí hacer lo mismo con mi mujer y pasamos el fin de semana en Puerto de la Cruz que, para mí, hasta hoy en día, es el lugar más bonito por su buen clima. ¿Sabe que hay un estudio que dice que Puerto de la Cruz tiene el mejor clima del mundo?. Pues yo, sin ser investigador, así lo confirmo. -¿Hasta el punto de elegirlo como lugar de residencia y negocios? -He vivido 35 años aquí y también he vivido en otros lugares, pero este «es el no va más». -¿Y cómo se le ocurrió emprender un negocio aquí? -Pues observé que en la zona se estaba desarrollando un gran potencial de hoteles pero si un día no lucía el sol los clientes estaban bastante fastidiados, porque no podían ir a la piscina, y si ya habían visto el Teide no había más oferta. Entonces se me ocurrió la idea de crear algo que complementase la oferta turística. -¿Y el proyecto del zoológico? -Siempre tuve la idea de trabajar con animales porque tengo una relación «muy íntima» con ellos, como se puede ver por mi «secretario» -alude a su perro Brunelli, que deambula bonachonamente por el despacho-. Sin embargo vi que no funcionaba la idea de un safari por el tamaño del terreno que se necesitaba y el coste de los animales. ¿Sabe que un elefante requiere 235 kilos de verdura diarios y una pareja de leones comen un burro a la semana? Estas cantidades «te enfrían» un poco cuando haces los cálculos. Entonces mi padre me recordó cuando vimos un parque con papagayos en Estados Unidos, y además entonces se comentaba que estos animales viven casi cien años, lo que por cierto no es verdad. Esta fue la madre de la idea de meternos en este negocio. -¿Y qué reacción observó en Puerto de la Cruz? -Yo era el tonto de la nación, ¿cómo se puede ganar dinero con unos pájaros?. No tuve apoyo de bancos ni de responsables políticos, estaba en un país extranjero, sin relaciones y me tenía que defender, pero gracias a Dios hay muchas personas nobles que ayudan sin mirar de dónde vienes, y aquí he encontrado a muchas así. -¿Y cómo ve la evolución empresarial en Canarias? -Ahora veo muchos esfuerzos en los empresarios canarios para lanzarse a nuevos productos y comprar terrenos en la República Dominicana, México o África, pero en general prefieren hacer lo que conocen. Primero fueron los higos, después el plátano, el tomate y luego los hoteles, ahora habrá que ver por dónde van.